lunes, 15 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro XII: Hombre interior y hombre exterior) (399).

En contra de todos los razonamientos antiguos y postulados que se crearon acerca del hombre, San Agustín de Hipona explica la relación que debe tener el hombre interior y  el hombre exterior para con Dios o Santísima Trinidad. Nadie quisiera tener a un contrincante tan agudo como lo es San Agustín quien no da rienda suelta a sus pensamientos, pero que tampoco se deja convencer por las tradiciones filosóficas de la historia. Veamos la relación entre hombre interior y hombre exterior en los siguientes apuntes. 

LA TRINIDAD

LIBRO XII: EL HOMBRE INTERIOR Y EL HOMBRE EXTERIOR

El razonamiento del hombre

Es justamente esto lo que nos diferencia de los animales, ni siquiera las imágenes nos hacen distintos de ellos, sino que lo que realmente nos diferencia es cómo ocupamos la información que tenemos retenida en la memoria. 

La razón no se hizo de manera solitaria y sin ninguna relación al mundo exterior; todo lo contrario, esta nos ayuda a comprender el mundo que nos rodea y por eso es que también existe Trinidad aquí. Primero tenemos la razón, luego lo que informa a la razón y finalmente los sentidos externos.

¿Cómo es que la razón puede entender el mundo exterior siendo que son cosas contrarias? en el mundo exterior, es decir, en todo objeto hay presencia de espíritu y por lo tanto de Dios. Recordemos que en las premisas metafísicas de San Agustín, todo lo que es cuerpo es creado por Dios. 

La imagen del hombre

El hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios, en otras palabras, fue hecho a imagen de la S.T. Es por eso que podemos hablar de la Trinidad en el hombre interno y el hombre externo.

La mujer y su relación con Dios y el hombre

Nos hemos referido bastante al hombre,pero ¿qué hay de la mujer? Veamos lo que nos dice la biblia:

''El varón no debe cubrir su cabeza, porque es imagen y gloria de Dios, pero la mujer es gloria del varón''
(1 Colosenses 11:7)

¿Querrá decir esto que la mujer no es imagen de Dios? La cita bíblica anterior la dijo San Pablo, pero de acuerdo a San Agustín, la mujer entra en la misma categoría del hombre en la creación por lo dicho en el Génesis:

''Hizo Dios al hombre, a imagen de Dios lo hizo; macho y hembra los hizo y les dio su bendición'' 
(Génesis 1:27-28)

De acuerdo a San Agustín, la mujer por sí sola no es imagen de Dios. Tanto el hombre como la mujer son imagen de Dios en conjunto pero no por separado. Además, debe pensarse que el hombre es imagen de Dios no por su corporalidad sino que por su razón, cosa que es común entre el hombre y la mujer. 

Los defectos del hombre

El más grave pecado que puede tener el hombre es la soberbia. El hombre, al verse pequeño en el Universo quiere ascender y verse más grande cada vez. Este afán de superioridad lo lleva a tener los más ambiciosos deseos en detrimento de la humildad y el bien que supuestamente debe representar el hombre. 

El hombre puede equivocarse muchas veces, pero el error estriba en querer las cosas corporales en vez de las materiales. Un error grave es conocer las cosas por el alma y hacer que el alma consiga estas cosas por medio de razonamientos, es decir, el razonamiento debería estar al servicio de las cosas divinas y no corporales.

Otro de los defectos del hombre y de la mujer es el pensamiento ilícito. Este pensamiento corresponde a las cosas que se tienen por prohibidas, pero que en el pensamiento permanecen ocultas. El pecado es mucho peor cuando se tiene en el pensamiento, pues si se tiene ahí con mayor razón se podrá volver concreto. Es necesario, dice San Agustín, que cualquier pensamiento ilícito que tenga el hombre tiene que alejarse a través del perdón, es decir, al momento de tener dicho pensamiento, el hombre debe pedir perdón de aquellos. 

Ciencia y sabiduría

Siempre se han unido estos dos conceptos, pero la verdad es que la biblia los separa. De acuerdo con el pensamiento de San Agustín, la ciencia corresponde a la acción y la sabiduría a la contemplación.  

El reconocimiento de las cosas carnales y su alejamiento pertenece a la sabiduría, mientras que aguantar estoicamente los placeres y estímulos del cuerpo pertenece a la ciencia. En otros tiempos, los filósofos griegos habrían mezclado la sabiduría con la ciencia y dejarían a los sentidos del cuerpo en último lugar. 

Platón y los pitagóricos

San Agustín se refiere a Platón y su teoría de la reminiscencia la cual supone que el alma existió antes, y que todo el conocimiento que tiene esta se debe a que debe recordar todo lo que ha aprendido en otras vidas. Todos tienen todo el conocimiento del mundo, pues el alma es inmortal y el alma ha acumulado todo ese conocimiento en su interior. 

Sin embargo, deberíamos decir que no todos fueron gramáticos, profesores o abogados en otro tiempo por lo que no podríamos hablar de un conocimiento universal, de hecho, seguiríamos hablando de experiencias. Muy idéntico parecer tenían los pitagóricos quienes también decían que cuando hacían una cosa muy bien siendo que nunca la habían realizado, decían que la recordaban de otra vida. 

San Agustín no está en absoluto de acuerdo con la teoría de la reminiscencia, pues esto dice que el conocimiento consiste nada más que en ''recordar'', lo cual desplazaría a la razón reduciendola a un simple recuerdo de una experiencia en otra vida. 

En lo que sí podría estar de acuerdo Agustín sería en los niveles de realidad planteados por Platón (aunque sólo con ciertas cosas), porque el hombre comienza con el saber de las cosas exteriores y después va escalando hacia la comprensión de las cosas divinas (interiores). 

Conclusión

¿Qué otro tipo de conclusión podríamos tener más que de las ya planteadas anteriormente? el hombre interior es el importante, mientras que el exterior sólo sirve como medio para llegara las cosas más elevadas. Me interesa ver como Agustín, y la mayoría de su filosofía, es tomada de las ideas de Platón pero con ciertas concesiones y diferencias. En efecto, una teoría tan pagana y tan antropológica como la de Platón no serviría para sostener el planteamiento de la Iglesia Católica. 

domingo, 14 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro XI: El hombre exterior) (399).

Bastante ya hemos hablado de la interioridad del hombre y la importancia que tiene ésta en la obra de San Agustín de Hipona. Una vez acabada la descripción y análisis del hombre interior, resta analizar los sentidos, percepciones y exterioridades del hombre, sin faltar de relacionar todo esto con la interioridad del mismo. San Agustín nos mostrará todas las partes que el hombre utiliza para conocer la naturaleza que le rodea, tal como si fuera un antropólogo actual que desea buscar y encontrar la verdad. 

LA TRINIDAD

LIBRO XI: EL HOMBRE EXTERIOR

La Trinidad y el hombre exterior

Es evidente que el hombre interior puede comprender y alcanzar los conceptos de la S.T., la pregunta es ¿puede el hombre exterior alcanzarla? Primero se debe examinar si los sentidos pueden hacerlo. 

Visión

Para hablar sobre la visión necesitamos comprender algunas cosas:

  1. El objeto que se ve
  2. La visión 
  3. La atención

Lo primero que debemos entender es que el objeto que se ve es muy distinto de la visión, pues la visión es sólo el sentido que percibimos de las cosas. La visión y el cuerpo son dos naturalezas distintas porque la visión pertenece al sujeto animado, mientras que el cuerpo no necesariamente pertenece a un sujeto animado. 

Ahora, la visión sólo puede ser engendrada por un objeto visible y la imagen de este objeto estará en la mente, dependiendo de cuánta atención se le haya puesto al objeto.

Podríamos decir que los tres elementos que acabamos de nombrar anteriormente se complementan entre sí formando una unidad, pues ninguno podría perdurar sin el otro. La atención, por más pequeña que sea, perdura en la visión y por lo tanto en la mente. 

Finalmente, San Agustín dice que tanto la memoria, la visión y la voluntad son trinitarias del hombre interior. Por lo tanto, tendríamos tres tipos de unidad: la unidad exterior (objeto, visión y atención) la unidad interior (memoria, visión(interior) y voluntad). Por supuesto, lo peor que podemos hacer es guiarnos por la Trinidad exterior que nos hace fijarnos solamente en las cosas corpóreas. 

La ''otra'' trinidad

Hay una trinidad que existe fundamentalmente en la memoria, pues es una de las más importantes. La memoria existe antes que nosotros sepamos sobre ella y es considerada por San Agustín como la madre de todas las acciones humanas. ¿Cómo se forma esta Trinidad? de la siguiente manera:

Recuerdo
Imagen 
Voluntad

¿Voluntad? Sí, la voluntad une la imagen con el recuerdo para que el ser humano logre asimilar lo que ve y ''archivarlo'' en su mente. Lo otro importante para la memoria es la atención, pues si no se recuerda lo dicho no se puede rememorar nada. Existen muchas cosas que vemos y oímos pero que no recordamos, mientras que a estas cosas decimos ''no lo oí'' o '' no lo ví'', pero más correcto sería decir ''no lo recuerdo''. 

La imagen en el ser humano

El proceso que va desde la imagen captada hasta el ''almacenamiento'' de la misma es el siguiente:

Primero: vemos la imagen
Segundo: surge una imagen en la memoria
Tercero: la imagen llega al pensamiento

Parece ser que el pensamiento es el último terminal en el cual la imágen se posa. Sin embargo ¿es posible recordar cosas falsas?  sí, en el sentido de que hay imágenes que pueden distorsionar nuestros recuerdos.  ¿Cómo ocurre esto? es la voluntad misma la que toma distintos elementos de las imágenes y los une para formar una sola. No obstante, esta voluntad nos puede llevar a un error en nuestros recuerdos. 

Sigue siendo la memoria, el elemento más importante de la mente humana porque casi no se maneja a voluntad. La voluntad si puede manejarse siempre que se quiera porque es muy posible que pueda imaginarme (no recordar) a un pato que era blanco de color negro, o a un monstruo de tres cabezas azotando una ciudad. 

Conclusión

Quizás este podría ser un libro complementario al tema de la memoria. Puede pensarse que en este libro no se ha visto nada directamente con la Santísima Trinidad, pero la verdad es que sí se ha visto. Claro, no de forma específica, pero sí dentro de los parámetros de lo que significa lo trinitario. Seguramente, puede deducirse que hay una especie de esoterismo al querer juntar las tres cosas tanto en el hombre interior como en el exterior.

sábado, 13 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro X: El amor y el conocimiento en la Santísima Trinidad) (399).

Muchos filósofos ya han tratado el tema del amor en base a la lógica y la razón, pero nadie lo ha visto desde la perspectiva cristiana y lógica que sólo San Agustín de Hipona nos puede entregar. ¿Qué es el amor y el conocimiento para San Agustín? Es una respuesta que ya hemos resuelto en otros libros pero ahora estará aplicado a la Santísima Trinidad, por lo tanto, la pregunta sería ¿Cómo se relaciona el amor y el conocimiento? Difícil respuesta para aquel que no entienda qué es realmente la Santísima Trinidad. 

 

Referencias:

 

(1) Lo que en términos actuales podríamos llamar motivación intrínseca.

 

LA TRINIDAD

 

LIBRO X: EL AMOR EN LA SANTÍSIMA TRINIDAD

 

El amor y lo desconocido

 

San Agustín parte con la siguiente premisa:

 

''Nadie ama lo desconocido''

 

Sin embargo, podemos comenzar a querer a alguien que no conocemos de vista, pero sí lo conocemos por sus virtudes, las cuales hemos sabido de a oídas. Lo mismo pasa con las artes, por ejemplo, ¿quien no estudiaría retórica (oratoria) sabiendo que es el arte del buen decir? Lo primero que nos llama la atención de lo desconocido (desconocido por lo sentidos) son en realidad las virtudes y las cosas que tienen relación con nosotros mismos(1)

 

También podemos extrapolar esta idea al lenguaje, pues si a alguien le llama la atención la palabra ''asertividad'' su curiosidad lo llevará 

a descubrir qué significa esta palabra. ¿Qué lo lleva a tener esta curiosidad? simplemente el signo (significado) de la palabra; es verdad, aún no se sabe ni se tiene conocimiento pleno, pero los ánimos permitirán llegar a ese conocimiento pleno. 

 

Esto puede ser contradictorio porque bien puede decirse que alguien que ha escuchado una palabra y desea aprenderla, es un ignorante en un comienzo y por lo tanto, ama lo que aún no conoce. Sin embargo, esto no es así. Quien ama lo que ''todavía no conoce'' en verdad ya está buscando algo que conoce, es decir, busca el saber. De hecho, para saber una palabra lo primero que debemos hacer es saber, tener un indicio o un conocimiento de lo que sea una ''palabra''. 

 

Además, el concepto de imaginación es importantísimo a este respecto. En efecto, cuando oímos la palabra ''asertividad'' se nos vienen un montón de cosas a la mente, cosas que nos ayudarán a resolver cuál es el significado de esta palabra hasta que la conozcamos por completo. En conclusión, no se puede amar lo que se ignora. 

 

El conocimiento del alma por el alma

 

Aquí tenemos una pregunta importante ¿cómo se conoce la mente? ¿acaso se conoce puede conocerse por sí misma? ¿o conoce lo que se ha hablado de ella? Sería difícil responder a esta duda porque si se ama así misma, entonces debería amarse antes de conocerse, pero la mente se conoce realmente con el tiempo, es decir, cuando se nos viene el concepto de mente. 

 

Si se conoce por su ''fama'' (palabras de Agustín) ¿cómo no se conoce a sí misma primero sino es por el ejemplo de las otras mentes? Lo mismo pasa con los ojos, los ojos se conocen recién cuando se ven con otros ojos, y, sin embargo, la mente siempre está con nosotros, de ahí que San Agustín diga:

 

''No hay nada más presente que la mente'' 

 

Pero la mente se conoce porque cuando se busca sabe que algo debe conocer y eso mismo hace que se conozca. Además, el mero hecho de buscarse ya prueba que la mente quiere conocerse a sí misma y que sabe lo que es conocer. 

 

Por lo tanto, no es necesario que la mente haya escuchado de sí misma para conocerse, pues la búsqueda de un concepto supone un conocimiento de búsqueda. Cuando buscamos, buscamos una cosa conocida porque si no buscamos lo que conocemos ¿cómo empezaremos a buscar? Lo mismo pasa con el alma, el alma se conoce entera y se se busca también sabe que se ama. 

 

El concepto de conocerse

 

San Agustín ha tratado el tema de ''conocerse'' como el sinónimo de amarse. ¿Cómo puede conocerse la mente si todo lo que hace el ser humano está relacionado con la mente? El alma puede caer en un error grave cuando piensa que por medio de imágenes puede conocerse, pero ¿cómo podría ser de otro modo? 

 

Sólo al escuchar las palabras ''conócete a tí misma'' y al entender cada palabra de lo dicho ''conócete'', ''tí misma'', entonces el alma tiene la facultad de conocerse así como la mente también podrá. Son conceptos interiorizados que no tienen nada que ver las imágenes que son conceptos del exterior. 

 

El ánimo de conocerse a sí mismo está como prueba en el pensamiento de todos los filósofos que trataron de investigar qué era el alma. Unos decían que eran átomos, otros decían que eran cuerpos, otros decían que eran cosas inteligibles; si bien todas estas pueden estar expuestas a juicio, todas tienen algo en común: la búsqueda del ser. ¿Cómo parte esa búsqueda? sabiendo en su interior qué es el alma. San Agustín dice que más que intuición, las almas y las mentes ya se conocen, es decir, tienen certeza absoluta de que existen. 

 

Conclusión

 

No hay nada más grato que amarse a sí mismo porque esto también significa conocerse a sí mismo. Una de las premisas más importantes de los griegos ya en tiempos del oráculo de Delfos. Junto con el concepto de memoria, de tiempo y del mal, el concepto de mente y conocimiento puede ser uno de lo más interesantes en la obra de San Agustín. Por supuesto, este libro nos recuerda los primeros debates que Agustín tuvo con los Académicos, quienes decían que nada podía conocerse. Basta ver los tres libros llamados ''Contra Académicos'', para complementar la lectura de este libro. 

 

viernes, 12 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro IX: Razón en la Santísima Trinidad) (399).

La Santísima Trinidad no es sólo un concepto metafórico y abstracto que se puede entender sólo a través del amor; la Santísima Trinidad también puede llevarse al entendimiento y la razón y es así como lo explica San Agustín de Hipona en el siguiente libro a analizar. Ya habíamos visto en el libro anterior algunas virtudes conectadas con la Trinidad y ahora resta ver los conceptos que representan el saber y la mente humana. Veamos lo que nos trae ahora el doctor de la Gracia. 




LA TRINIDAD

LIBRO IX: RAZÓN EN LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Conceptos para la Trinidad

El amor

Cuando se ama a alguien se necesitan identificar tres cosas:

El amor
Quien ama
y quien es amado

Amarse a sí mismo reúne las tres cosas que hablamos aquí, pues uno es el objeto amado, el amor que necesito para amar y yo que soy el que ama. Ahora amar a otro también es amarse a sí mismo, pues me sentiré bien con esa persona al amar y por supuesto hay amor pues con esto es con que amo. 

Por otro lado, hay otro concepto tan importante como el amor para lograr amarse y ese es el conocimiento, es decir, necesitamos conocer lo que vamos a amar. 

La mente y el amor

La mente debe amarse a sí misma para ser unidad entre el amor, la cosa que ama (a sí mismo) y ella misma (la mente). Estas tres cosas son unidad y dicen relación la una con la otra, pues cuando la mente se conoce y ama a sí misma no hay nada con qué comparar. 

Ahora, ¿qué pasa en el caso de que la mente ame a otra cosa que no sea ella misma? a la mente no le quedaría otra cosa que amar que un cuerpo, pero ahí ya no habría unidad pues el cuerpo es infinitamente menor a la mente. Cuando la mente se ama existe una especie de totalidad y unidad porque su conocimiento es total. 

Otro tema es cuando es el hombre el que debe amar porque si se ama a sí mismo, está amando a algo cambiante y pecador. San Agustín nos dice que la idea es que el hombre siempre ame a lo que es superior a su cuerpo, y si hay algo aún más superior entonces que ame a Dios.  Por otro lado, también tenemos dos medios por los cuales conocer; uno es por los sentidos y otro es por el Verbo. Este último es el que nos hace conocer las cosas inteligibles del mundo, en contraste a los sentidos. De ahí que se diga en la biblia:


''Por tus palabras serás justificado, por tus palabras serás condenado''
(Mateo 12:37)

Entendemos esto de que se puede ser justificado por la palabra a través del Verbo, y condenado a través de las palabras que nos ayudan a decir los sentidos. De ahí que se haga otra separación entre Verbo y sentidos, pues lo que estimulan los sentidos es una cosa temporal y mudable.

''El que bebiere de esta agua tendrá sed de nuevo''
(Juan 4:13)

Por supuesto, es una exhortación a guiarse por las cosas más divinas y más cerca del cielo que de la tierra.  

El Verbo

¿Será que todo lo que sale de nuestra boca es el Verbo? El Verbo es todo lo que sale de la mente y de la memoria del ser humano, pero esto no significa que todo lo que diga el hombre es santo. Así dice la biblia:

''No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos''
(Mateo 7:21) 

En fin, el Verbo representará todo lo inteligible, tal y como lo diría Platón separando las dos realidades existentes. El Verbo será válido sólo si el hombre sigue los preceptos divinos dados por el Señor. 

Conclusión

Vemos aquí la justificación racional de la S.T. por parte de San Agustín para probar que en todos los aspectos es posible imaginarse la Trinidad. Si bien la explicación trinitaria es racional, Agustín no deja de poner énfasis en el ámbito bíblico, pues no debe perder de vista la defensa al cristianismo contra quienes no consideraron unir a las tres ''entidades''. Si bien aquí hemos visto el concepto de razón y amor, falta conversar aún más sobre el concepto de amor de manera independiente, y es justo a eso lo que nos invita el siguiente libro. 

jueves, 11 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro VIII: Virtudes en la Santísima Trinidad) (399).

Lo que ha faltado hablar es cómo es que el hombre puede concebir o percibir la Santísima Trinidad. Para ello, San Agustín de Hipona nos trae los conceptos que el hombre puede entender a través de la mente, pero aplicándolo a la Santísima Trinidad. Todos quisiéramos saber cómo, si bien existe, el hombre pequeño en la gran inmensidad del mundo, puede conocer la gracia de la Trinidad presentada por Dios en todos los ámbitos de la existencia. San Agustín nos trae lo que podríamos llamar una lista de valores donde podemos apreciar el fenómeno.

Referencias

(1) Cosa que San Agustín sí cree porque al tener el hombre un conocimiento limitado, todos pueden llegar a tener ese límite. 

LA TRINIDAD

LIBRO VIII: VIRTUDES EN LA SANTÍSIMA TRINIDAD


Igualdad de la Santísima Trinidad

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son diferentes y debido a esta diferencia podemos pensar que uno es mayor que el otro, pero esto no es así. Si vamos a diferenciarlos tendríamos que ocupar el término de ''grandeza'', por otro lado, todo lo que es inteligible es verdad y así como es verdad es grande. Sin embargo, la verdad no admite grados, es decir, algo que es verdadero, no puede ser más o menos verdadero que otra cosa. 

Por lo tanto, si las tres ''sustancias'' son verdad (y no como el ser humano que sólo participa de la verdad) y por lo tanto ninguno puede ser más grande que el otro, en el sentido que la verdad no tiene grados. 

No obstante, bien podemos decir que un hombre es verdadero y que por tanto no podría ser mejor que otro(1). Como esto no puede ser posible, San Agustín nos aclara que la grandeza del hombre (o de los seres) no se mide con la verdad. 

El alma del hombre y Dios


La virtud del alma

El hombre siempre se procura los bienes de una manera u otra, siempre anda buscando lo bueno. Obviamente, el mejor de los bienes que se debe procurar el hombre son aquellos del alma y no los del cuerpo. 

Ahora, no debemos pensar por esto que el alma es lo más sublime y divino que existe. El alma es buena en cuanto existe, pero puede alejarse del bien cuando, por su misma voluntad, el alma se inclina hacia cosas ignominiosas. La voluntad hace que el alma pueda escoger entre el bien y el mal, por lo tanto, el alma no es totalmente buena hasta que elige serlo. 

El hombre, en tanto hombre, debe amar las cosas que son más sublimes. El alma es más sublime que el cuerpo porque manda a este último, y aún más el hombre debiera amar al creador del alma que es el mismo Dios. 

El concepto de fe

Ya lo decía San Agustín en diversas ocasiones ''Es necesario creer para entender'' por lo que primeramente, el hombre debe creer y someterse a la autoridad de las S.E. y luego utilizar la razón en ellas para entenderla. 

Por otro lado, San Agustín nos dice que la fe es una especie de preámbulo del amor. ¿Por qué? ¿qué es lo que realmente se ama antes de tener fe? la pregunta puede ir más allá ¿se puede amar lo que se desconoce? Este tipo de conocimiento no parte desde la experiencia corporal, el amor se puede dar por las cosas que se desconocen, pues todos aman su alma y no la conocen por los ojos del cuerpo, pero saben que está allí. Por lo tanto, la conclusión es que sí se puede amar lo que se ignora, y esto es la fe.

El concepto de amor 

¿Qué amamos de la otra persona? ¿acaso un católico ama a San Pablo por ser hombre? No, se ama a San Pablo por su alma y convicción que tuvo al llevar a cabo la tarea que Jesús le asignó. Así es para todos, quien ama el cuerpo estará condenado a sufrir porque el cuerpo es algo pasajero, modificable que nunca va a darnos la satisfacción permanente que sí da el alma. 

Ahora, ¿cómo es que un justo puede amar a un justo? porque puede ser que el hombre a quien se esté amando sea injusto. San Agustín nos dice que la experiencia nos dictará quién es injusto y quien no, en consecuencia, quien sea justo podrá conocer a otro justo y lo amará, pues nadie ama a quien es contrario a la justicia. Además, no podremos nunca conocer a un justo si nosotros mismos no somos justos. 

¿Cómo podemos conocer la justicia? la justicia no se siente por el cuerpo, sino que por el alma. Es el alma la que ve todas estas cosas invisibles como la belleza, la pureza y la justicia. La última exhortación que hace San Agustín a sus lectores es amar a los hombres por la justicia que ellos tienen; así lo dicen las S.E.: 

''El que ama la injusticia odia su alma''
(Salmos 10:6) 

Todo esto es una persuasión a ver el interior del hombre y no a conocer las exterioridades del cuerpo. Lo más importante va por dentro. 

Dios y el amor

San Agustín dice que sólo es bueno el amor verdadero porque lo otro que se parece al amor sería pasión. ¿Cómo saber cuál es el amor verdadero? Las S.E. nos dan algunas pistas en cuanto a Dios y a los hombres:

Amor a Dios:

''Sabemos que Dios hace concurrir todas las cosas para bien de los que le aman'' (Romanos 8:28)

''El que ama a Dios es por él conocido'' (1 Colosenses 8:3)

Amor al prójimo:

''Toda ley se resume en este solo precepto: 'Ama a todos tanto como a ti mismo' '' (Gálatas 5:14)

''Todo lo que queréis que os hagan a vosotros los hombres, hacedlo vosotros a ellos'' (Mateo 7:12) 

Finalmente, ¿qué se debe amar? quien ama a Dios no puede tener jamás sufrimiento alguno, pues este es el amor verdadero. El hombre (el ser humano) es cambiante y tendencioso, y cambiara apenas se de la ocasión. Dios nunca cambia de parecer y por lo tanto, lo que no cambia es verdadero y como Dios es la S.T. nada puede haber en él falso. 

''Dios es amor, y quien permanece en el amor en Dios permanece''
(Juan 4:16)

Así terminamos el libro VII de la S.T, aunque no hablamos tanto específicamente de ella, si hemos analizado algo interesante. 


Conclusión

Nada es tan sorprendente como conocer el concepto de amor por parte de Dios y por parte de los hombres. Por supuesto, la influencia platónica que hay en este texto es evidente, pues el amor al alma que hablan las S.E. es una incondicional. El cuerpo pasa a segundo plano cuando se conoce el alma y la integridad de una persona y por supuesto, así debería ser para todos los seres humanos. Mirémonos mutuamente y veamos los valores y virtudes de cada uno, y olvidémonos de lo corporal. 

martes, 9 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro VII: Relación Padre, Hijo y Espíritu Santo (399).

Cada vez más vamos desentrañando los misterios de la Santísima Trinidad. Hemos descubierto que cada ser de la Trinidad tiene sus propias características y que sin embargo son uno y trino. Si vemos todo esto con nuestra lógica y razonamiento formal, no podremos entender de manera adecuada el concepto de Trinidad. Sin embargo, es el mismo San Agustín de Hipona que introduce el tópico desde el razonamiento, es decir, explica la Trinidad a través de la lógica más que de la fe, pues como el mismo postulaba ''Nisi credideritis non Intelligetis'' (Sin creer no se puede entender).

Referencias:

(1) Una idea muy parecida a la sustancia y al accidente de Aristóteles. Si es que no es igual. 


LA TRINIDAD

LIBRO VII: RELACIÓN PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO

Atributos de Dios


Podemos pensar que Dios tiene todos los atributos posibles que le corresponden a una deidad. Todos los atributos como la virtud, la grandeza, la caridad, la bondad, etc., son atributos a causa de ser Dios, es decir, no los va adquiriendo porque él mismo es todos estos atributos. 

El Hijo es esencia del Padre porque a través de él, el Padre pudo crear todo el universo. La relación entre Padre e Hijo puede verse como algo diferente, pero su esencia es lo importante; por ejemplo,m si bien padre, madre, hijo, hija son distintos todos juntos conforman una familia. 

San Agustín separa la sustancia del atributo, diciendo que sin sustancia no hay atributos(1). El hombre es sustancia, mientras que su relación con los demás hombres forma parte de sus atributos. Ahora, la esencia de lo blanco es el color en sí, pero el color en sí no puede existir sin el ser porque el cuerpo no puede vivir sin el ser. Por lo tanto, la importancia de la sustancia es algo sine qua non.

La Santísima Trinidad como concepto

Género y especie

En las S.E., la palabra Sabiduría es tratada como si fuera engendrada del Padre y en efecto es así. Cristo era la Sabiduría encarnada desde la Santísima Trinidad, por supuesto, la S.T. es Sabiduría total y por lo tanto, el Hijo, una vez encarnado, se la lleva consigo para mostrarle a los hombres la infinita misericordia de Dios. 

Los conceptos inefables como son la S.T. o Dios son representados con los términos ''sustancia'' o ''esencia'', para explicar aquello que no podemos expresar correctamente con palabras. Para comprender a Dios, el pensamiento es más rápido y accesible que la palabra. 

Sin embargo, San Agustín como si fuera un Aristóteles del Imperio Romano, utiliza el concepto de Género y Especie que el filósofo griego usaba para denominar a los animales y los hombres. Por ejemplo, tenemos tres hombres Abraham, Isaac y Jacob. Los tres son diferentes en cuanto a que uno era padre y otro hijo, pero los tres tienen algo en común que es la humanidad. Lo mismo ocurre con los animales, por ejemplo, buey, caballo y perro, si bien son diferentes, los une su animalidad. 

Ahora, ¿cómo podemos encajar a la Santísima Trinidad en un sólo concepto? Sabemos que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son distintos, pero ¿habrá un concepto que los una? ¿Acaso podremos decir ''tres dioses''? 

En estricto sentido, la palabra substancia significa subsistir, mientras que la esencia proviene de la palabra ser. Podemos pensar de primer plano que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son esencias en sí mismas o substancias en sí mismas porque subsisten y ''son''. Entonces ¿qué diremos? ¿que Dios son tres sustancias? No estría permitido decir esto porque Dios mismo es sustancia (porque subsiste por sí mismo) y esencia (porque es por sí mismo). Como conclusión, San Agustín encierra el concepto de S.T. como género, diciendo que esta es Dios

Sustancia y esencia

Por supuesto que Dios vive porque es, pero también es sustancia porque también subsiste. ¿Será apropiado decir que un Dios tenga la necesidad de subsistir? Todo lo que sea substancia subsiste, incluso el cuerpo es una substancia porque, a pesar de que se destruya, subsiste un tiempo. No obstante, cada cosa que subsista tiene atributos porque toda materialidad las tiene. ¿Diremos que Dios es materia al subsistir? San Agustín nos dice que el concepto de ''substancia'' en Dios, sólo se da en modo ''metafórico'', ya que los atributo los tiene: omnipotente, omnipresente, todopoderoso, etc. Todos estos atributos no pueden existir si no fuera sustancia. 

Finalmente, podríamos decir que en la S.T. el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no pueden nombrarse como Dios individualmente, sino que siempre nombrando a los tres al mismo tiempo, ya que Dios es sustancia y esencia. Los tres son distintos, pero ninguno es superior a otro porque los tres son Dios. 



Conclusión

Este es un gran esfuerzo por San Agustín de tratar de entender la Santísima Trinidad a través de la razón. La unión de fe y razón puede convencernos de manera efectiva, pero ¿será esto permitido por las altas autoridades de la fe? Recordemos a Juan Pablo II, quien no aprobaba la idea de mezclar la creencia con la razón humana, cosa que San Agustín trataba de unir. Si bien hasta ahora ha sido un gran trabajo por San Agustín, aún queda mucho por hablar sobre la Santísima Trinidad

domingo, 7 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro VI: El lenguaje aplicado al Padre y al Hijo) (399).

Si ya es complicado entender la Santísima Trinidad a través del pensamiento, mucho más difícil será entenderlo a través del lenguaje. Sin embargo, muchas herejías trataban de refutar la Santísima Trinidad con arreglos en el vocabulario ya se ade la biblia, ya sea del razonamiento humano (silogismos). Por supuesto, no es ningún problema para San Agustín de Hipona el poner en su lugar a quienes osan refutar con argumentos falaces la Unidad de Dios en cuanto a Padre, Hijo y Espíritu Santo. 

LA TRINIDAD

LIBRO VI: EL LENGUAJE APLICADO AL PADRE Y AL HIJO


Disputa con los arrianos

Puede que tengas alguna duda con quienes son los arrianos, pero lo veremos en lo sucesivo con mucho más detalle que ahora. Por mientras, pensemos que los arrianos eran aquellos que negaban que Jesús fuera divino, porque si murió, nació de mujer y sufrío los golpes entonces era mortal. 

De hecho, los arrianos fueron lso que provocaron uno de los primeros cismas en el Concilio de Nicea, presentando este problema a los católicos los cuales resolvieron que sí era divino tal como el Padre. Ahora, podríamos decir que este libro podría darnos algunos indicios de cómo se discutió el Concilio de Nicea.

Refutación de que el Hijo no existía

Recurriendo a la lógica, los arrianos decían que hubo un tiempo en que el Hijo no fue Hijo porque si fue engendrado, entonces necesariamente no existió eternamente. Sin embargo, recordemos que el Hijo de Dios (Jesús) también es llamado Sabiduría, en otras palabras, el Hijo es la Sabiduría de Dios y como Dios nunca nació sin Sabiduría, entonces el Hijo es coeterno al Padre

Problemas de la unidad entre el Hijo y el Padre

Puede ser bastante difícil entender la unión entre el Padre y el Hijo, pensando en que los dos se relacionan en términos de ''inferioridad''. San Pablo, por sus parte, nos dice revela un pasaje que pudiera ayudarnos:

''El que planta y el que riega son uno''
(1 Corintios 3:8) 

Es decir, quienes piensan lo mismo, a pesar de que sean diferentes en cuanto a lo que hacen: son uno. Así, podemos decir que la unión de católicos es una pues todos tienen una opinión igual en cuanto a la divinidad, pero en cuanto a sus habilidades son distintos. Por otro lado, también podemos decir que el alma y el cuerpo son muy distintos uno de otro, pero se unen cuando hablamos de concepto de hombre o animal.

El alma y su simplicidad

En el libro Fedón de Platón se explicaba que el ser humano se componía de cosas compuestas y simples; ¿qué son estos conceptos? lo compuesto es lo que puede dividirse, es decir, para Platón, toda la materialidad era compuesta (el cuerpo por ejemplo), mientras que lo simple es lo indivisible (el alma por ejemplo). 

Para San Agustín, el alma no es totalmente simple, pero sí es más simple que el cuerpo. El alma percibe las cosas en su totalidad y el cuerpo las percibe de forma parcial. Sin embargo, el alma siempre es múltiple al experimentar el mal o el bien, por lo tanto, el alma no sería totalmente simple en el razonamiento de San Agustín

Conclusión

Se presentan aquí sólo algunas justificaciones a la consustancialidad del Padre con el Hijo. La clave sigue siendo entender las S.E. a través del espíritu y no de la letra porque de ser así, entonces caeríamos en los múltiples errores que cometían los herejes, como en este caso lo hacían los arrianos. No obstante, me parece que lo dicho por los arrianos eran dudas razonables en cuanto a la biblia. Sería interesante tener un acta del Concilio para conocer el verdadero debate que hubo en ese momento. En todo caso, el Concilio terminó cuando los arrianos aceptaron todas los argumentos hechos por los cristianos.