sábado, 11 de febrero de 2017

San Agustín de Hipona - Acta contra el maniqueo fortunato (392).

Esta es una pequeña acta que se rescató del gran debate que hubo entre el maniqueo Fortunato, contra San Agustín de Hipona. Es de seguro esperar la victoria de San Agustín que ya iba rebatiendo a los maniqueos desde mucho antes. Si bien hemos tenido los textos que han refutado la teoría maniquea con la razón, no habíamos podido ver cómo un verdadero maniqueo trata de resarcirse de las argumentaciones del filósofo católico. Nos hará mucha falta complementar esta lectura con los textos que Agustín ya tenía en contra de los maniqueos. Veamos el desplante y el razonamiento del obispo. 

ACTA CONTRA EL MANIQUEO FORTUNATO


Introducción

San Agustín se enfrenta un día con un presbítero igual que el llamado Fortunato. Este presbítero era obviamente un maniqueo que había permanecido mucho tiempo en la secta tratando de captar más adeptos. 

Fortunato y Agustín debatían sobre el orígen del mal; Agustín obviamente decía que el mal proviene del libre albedrío, mientras que Fortunato decía que el mal provenía de una naturaleza coeterna al mismo Dios; es decir, el mal y el bien eran dos sustancias separadas y enfrentadas la una con la otra. 

Este debate se desarrolló en Hipona el 27 y 28 de Agosto en el consulado del Arcadio Augusto y Q. Rufino. 

Debate: ¿Es Dios imperfecto?
San Agustín y Fortunato

¿Existen dos sustancias?

San Agustín comienza el debate señalando el error maniqueo de decir que Dios puede ser mancillado, así como también es todopoderoso. Por otro lado, los maniqueos también afirman la existencia de una sustancia maligna que obliga al hombre a pecar. 

Fortunato reconoce que justamente son esos los principios maniqueos, pero antes de pasar a ese tema, el maniqueo cambia de tema para hablar sobre las costumbres que ellos tenían en la secta. Según el relato de Agustín (el cual no es del todo completo), los maniqueos rezaban en dirección al sol, y además recibían la Eucaristía. 

Agustín insiste a Fortunato que responda a lo que primero se planteó que si de verdad existía alguna especie de sustancia contraria a Dios, a  lo que Fortunato comienza exponiendo los primeros puntos del maniqueísmo.

Primero nos dicen que Dios es todopoderoso, y que nadie puede llegar a él sino por medio de un mediador. Esto lo sustentan con el versículo de Juan:

''Yo soy el camino, la verdad y la puerta, y nadie puede llegar al padre; sino por mí''
(Juan 14:6)

Luego, Fortunato nos dice que si se cree en Dios no sólo vendrá una recompensa en la vida, sino que de hecho se podrá pasar de la vida a la muerte como lo dice Juan

''Quien crea en mí no gustará la muerte nunca jamás, antes bien, pasará de la muerte a la vida y no le llegará la condenación''
(Juan 5:24)

Con esto, Fortunato prueba que todas las almas están fuera de Dios, pues el mismo versículo dice ''nadie llega al padre sino por mí'' es decir, por medio de Jesús; por lo tanto, tenemos tres entidades separadas según Fortunato

Dios - Jesús - Hombre
Bien - mediador - mal

Esto quiere decir que Agustín debe probar que no son entidades separadas y que los hombres no están fuera de Dios. Sin embargo, no obstante con esto, Fortunato sigue añadiendo otros argumentos. Recordemos que Jesús es el mismo Dios a través del concepto de la Santísima Trinidad; lo que quiere decir, que si Jesús sufrió todas las penas con los romanos, entonces Dios también. Por lo tanto, Dios fue mancillado. 

San Agustín responde a esto diciendo que Dios envió a un hombre para mostrar lo divino que es. El hombre (Jesús) si bien fue dañado, fue dañado como hombre y no como divinidad, de ahí que se refute que no hay dos sustancias, pues Dios controla a los hombres tanto como a las otras cosas divinas. Después, San Agustín insiste con el siguiente razonamiento:

Fortunato: Dios puede ser mancillado como lo fue el hijo, pero también es todopoderoso como descripción del sumo bien. 

San Agustín: ¿Cómo puede ser Dios todopoderoso si es mancillado? ¿Cómo puede ser mancillado si es todopoderoso?

Estas son preguntas que Fortunato no puede responder, pero sigue el mismo tema utilizando otra perspectiva. 

¿Está Dios en el alma?

Fortunato comienza con una pregunta clave:

¿El alma es de Dios o no?

Agustín responde naturalmente que el alma puede volverse pecadora en los vicios, y también puede volverse divina en virtud. Como Dios no sufre ningún daño, entonces Dios es mucho más que el alma. Fortunato refuta inmediatamente que Agustín admitiría que el alma está fuera de Dios al ser pecadora, puesto que Dios es todopoderoso. Los maniqueos, al contrario, dicen que el alma si pertenece a Dios, y por eso se envió a Jesús, para que devolviera las almas a Dios.

San Agustín responde que si bien el alma y Dios no son lo mismo, Dios es el autor del alma, y el creador no es mejor que la obra así como la obra no es mejor que su creador. Por lo tanto, de alguna manera podríamos decir que el alma es de Dios al ser él el creador, tanto así como cualquiera puede tener un objeto que le pertenezca pero que no sea mejor que él (por ejemplo, que yo tenga un lápiz significa que es mío, pero que no es mejor que yo). 

¿Todo proviene del mandato de Dios?

El tema cambia radicalmente nuevamente a causa de que Fortunato quiere discutir lo siguientes: ¿Todo proviene del mandato de Dios?

Agustín responde afirmativamente diciendo que no hay nada que escape al ojo de la providencia. Sin embargo, Fortunato dice con razón que todas las cosas sensibles tienen relación entre sí, a causa de que son similares las unas con las otras. De ahí que se diga que Dios no es lo mismo que las cosas que creó no le pertenecen y que además le son adversas. Fortunato lo respalda con el siguiente pasaje:


''El árbol que no plantó mi Padre será arrancado y arrojado al fuego porque no da buenos frutos''
(Mateo 15:13)


Si al Padre que es Dios no le pertenece ni el árbol del paraíso, entonces de aquí se entiende que existen las dos naturalezas: el bien y el mal, y que Dios no tiene control por sobre todas las cosas. 

Agustín responde a esto que las cosas son contrarias justamente por nuestra voluntad de pecar. Dios lo hizo todo bien y en orden, la naturaleza del orden proviene de Dios, pero el pecado, que es desorden, no proviene de otro ser sino más bien que del hombre. Existen dos clases de pecado en este respecto; el pecado en sí y el pecado que castiga. El primero no corresponde a Dios, pero el segundo sí en cuanto a que es justo. Así, Dios creó todas las cosas y todas ellas le sirven y no al revés. Por lo tanto, Dios tiene control sobre todas las cosas a partir de que él mismo las creó.  

¿Somos aparte de Dios?

Las escrituras siempre hablan de la muerte del hombre como de la mujer. Sin embargo, por esta muerte no se debe entender la extinción de la vida, sino más bien la preferencia por el pecado. Cuando nos alejamos del pecado es cuando estamos vivos y cuando estamos en él estamos muertos. Fortunato responde a esto con lo que dice el apóstol San Pablo en el siguiente versículo:

''Por naturaleza somos hijos de la ira''
(Efesios 2:3)

Si somos hijos de la ira, entonces cuando venimos a este mundo nos mezclamos con lo malo. Según Fortunato, las almas son enviadas por Dios a este mundo corruptible y en el final de sus vidas, estas almas retornar finalmente a Dios. El mundo corruptible que es pasajero es el mundo de las tinieblas y por lo tanto del supremo mal que es adverso a Dios. 

¿Cuál es la sustancia de los hijos de Dios?

Fortunato sigue con sus preguntas para atrapar argumentativamente a Agustín. Si el rey David, por ejemplo, fue hijo de Dios ¿cómo es que David era carne? Si es así entonces esto se contradice con el siguiente pasaje:

''La carne y la sangre no pueden poseer el reino de Dios, como tampoco la corrupció posee la incorrupción''
(1-Colosenses 15:50)

El debate terminó en ese momento, pero continuó al día siguiente y Fortunato era quien comenzaba. 

El maniqueo afirma que nada imperfecto puede provenir de Dios, al ser él el sumo bien; lo corrupto viene de lo corrupto y lo incorrupto de lo incorrupto; así, David no puede ser hijo de Dios porque al ser carne sería corrupto. Si la carne es mal, entonces no proviene de Dios. 

San Agustín, para rebatir este sensato argumento, recurre a la descripción del libre albedrío. Dios le dio el libre albedrío al hombre justamente para que hiciera el bien, porque, el hombre que no peca libremente, no peca. En efecto, sin el libre albedrío, entonces estaríamos obligados a hacer el bien y eso no representaría ningún mérito. Es mucho más valioso que cuando el hombre tiene la posibilidad de hacer el mal, haga el bien. Por lo tanto, mientras el hombre haga el bien estará más cerca de Dios y mientras haga el mal, más lejos.

Fortunato contesta que si el hombre tiene libre albedrío, es decir, voluntad para pecar, entonces Dios sería cómplice de él en el mismo pecado. Además, Fortunato recalca que cuando habla de que el hijo de Dios es carne, se refiere a la sustancia y no a su libre albedrío (lo que constituye un problema para San Agustín). Añade finalmente que el mal se hace involuntariamente y que esa sustancia separada de Dios hace que el mal se engendre en el hombre. 

Agustín responde que todas las cosas fueron creadas a partir de la bondad, es decir, todas las cosas se hicieron buenas. Agustín hace ver esto en el siguiente razonamiento; si lo que existe es verdadero (porque lo falso no existe), entonces todas las cosas que existen son buenas pues la verdad es buena. Veamos la relación que hace Agustín:

Existencia - No existencia
Verdad - Mentira
Bueno - Malo

Por lo tanto, todas las cosas son buenas y si son buenas, entonces no quedaría más que decir que el mal se origina a partir de la voluntad del hombre. Además, si el mal no proviene del hombre y proviene de esta sustancia mala que llaman los maniqueos, entonces esa sustancia deberá ser castigada y no el hombre. Esto lleva a un absurdo increíble, porque de ser así, entonces la sustancia mala que es la gran pecadora debería ser castigada; y no obstante el hombre es el castigado, es decir, el hombre paga los pecados de la sustancia mala (?). 

¿Hay mal fuera del hombre?

Fortunato reconoce que hay mal en el hombre, pero que ese mal no es el único que existe. Hay un mal que es exterior al hombre y es el origen de todos los males. El alma se ve compelida a pecar a causa de una naturaleza ajena a ella, pues lo que es de Dios no puede pecar. Así lo dice el apóstol San Pablo:


''La carne apetece contra el espíritu y el espíritu contra la carne, de modo que no hacéis lo que queréis''  
(Gálatas 5:17)

De ahí que la palabra ''no hacéis lo que queréis'' refleja la influencia de esta sustancia del mal que hace que el hombre peque. 

San Agustín responde que en realidad, lo que nos hace pecar es la influencia de la carne, o más bien, la costumbre de la carne. Esto quiere decir que Agustín, reconoce que hay un mal exterior al hombre, pero este mal, al existir, es bueno y está bajo el control de Dios. 

¿Qué necesidad tuvo Dios de enviar un alma?

Es una pregunta que San Agustín le hace a Fortunato. Debemos considerar que Fortunato ha eludido cada pregunta que hace Agustín, sobre todo aquella de que si Dios recibe algún daño. 

Fortunato nuevamente no responde a la pregunta y se concentran en resolver otra que es justamente la razón de por qué Dios envió a un alma a sufrir todas las miserias del mundo. En este punto, Fortunato dice que Dios es cruel al enviar al alma a sufrir todas las miserias que tiene, pues él (Dios) sabe que el alma es susceptible de sufrir todos los males. 

Ahora, una de las razones de Dios para enviar a las almas a este mundo, según Fortunato, era también poner límites a la otra naturaleza (sustancia del mal). Ahora, ¿qué necesidad va a tener Dios de poner límites a la otra naturaleza que es mala, si Dios no puede sufrir ningún daño? 

Fortunato no puede responder a esta pregunta diciendo ¿Qué puedo responder, pues? a lo que San Agustín confiesa que justamente esa es la duda que él tenía en la secta maniquea, y que nunca pudo resolver con ellos. De ahí cambió a la fe católica para saber que en realidad Dios no tiene contrarios

Finalmente, Fortunato acepta la derrota diciendo que la pregunta debe analizarla con sus superiores para ver qué respuesta la pueden dar. 

De Fortunato no se volvió a saber. Agustín dice que nunca se volvió católico, pero que tampoco se volvió a aparecer en Hipona. 

Conclusión

Como dijimos en la introducción, la refutación maniquea siempre se llevó a cabo a través de la teoría, pero ahora vemos la refutación en vivo, en práctica contra uno de los mejores maniqueos que existían. Este libro no hace nada más que reafirmar el concepto del catolicismo frente a la herejía de los maniqueos y a otras herejías posibles que quieran malinterpretar las Sagradas Escrituras. No podemos dejar de apreciar un escenario biográfico, donde Agustín se desquita con todas las dudas que tuvo en su momento en dicha secta. Un libro para resumir el ataque hacia los maniqueos. 

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