martes, 11 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro VIII: Conversión cristiana) (397).

La significación de este libro es totalmente importante en la vida de San Agustín de Hipona. Es aquí donde acepta la cristiandad en su totalidad y la defiende y defenderá con ahínco por el resto de su vida en el Imperio Romano. Tenemos ahora muchísimas razones para aceptar a Dios dentro de nuestros corazones, porque ¿será que podría haber un argumento en contra? Hubo muchos grupos contrarios a la iglesia católica e incluso dentro de la misma iglesia que cuestionaban muchas cosas de las Sagradas Escrituras. El testimonio de Agustín nos ayudará a comprender por qué un hombre decide convertirse. 


Las Confesiones

LIBRO VIII: CONVERSIÓN CRISTIANA

La figura de Simpliciano


Simpliciano fue para San Agustín uno de los siervos más fieles de Dios. Ya teníamos un texto analizado sobre las diversas preguntas que Simpliciano le hacía a San Agustín, si quieren volver a repasar esas preguntas, entonces hagan click en este link

Simpliciano era considerado el padre espiritual de San Ambrosio, quien en ese tiempo era obispo. El mismo Ambrosio amaba mucho a Simpliciano, y San Agustín, en base a estos datos buscó a este hombre. Cuando le encontró, Agustín le explicó que había leído la interpretación de los textos de Platón por Victorino quien se consideraba un experto en Platón. Simpliciano se alegró de que Agustín sólo haya leído a este hombre porque los demás eran hombres que hablaban con muchas falacias sobre Platón. 

Victorino era muy amigo con Simpliciano, de hecho, al principio, Victorino era pagano y adoraba a los dioses romanos pero con el tiempo el Senador optó por ser cristiano. Siempre tenían conversaciones entre los dos:

Victorino: Sepa usted que yo ya soy cristiano.
Simpliciano: No te creeré hasta que estés en la iglesia.
Victorino: ¿Acaso son las paredes de la iglesia las que hacen que uno sea cristiano?

Sin embargo, Victorino le dijo a Simpliciano que quería hacerse cristiano oficialmente, y para eso debía dar un discurso en la Iglesia Católica. 

Todos los adeptos de la Iglesia estaban fascinados con la llegada de Victorino, quien era considerado en Roma como un gran orador. Esto significa que Dios no sólo ve a los grandes hombres de una ciudad, sino que también llama a los hombres más pequeños a formar parte de la Iglesia. 

El proceso de conversión cristiana

Agustín tenía tres amigos inseparables: Alipio, Nebridio y Verecundo. Los tres decidieron promover la enseñanza de la retórica, en un gesto de amistad para con Agustín. Nuevos hombres se unían a este grupo de amigos, incluso un hombre llamado Ponticiano que para su sorpresa era uno de los más devotos cristianos. 

A Agustín le costó asumir y aceptar el cristianismo, pues aún conociendo las S.E., las escrituras de San Pablo, las lecturas del A.T. y del N.T., Agustín seguía sin ser oficialmente cristiano. ¿Qué hacía que Agustín no asumiera o aceptara ser cristiano? Simplemente un concepto y el pecado más terrible: la soberbia. 

Agustín vive aquí un proceso parecido a lo que describía en uno de sus libros sobre el bautismo. En efecto, existen hombres que no conocen la gracia divina y se consideran ateos e incluso, se burlan del cristianismo. Estos hombres que es burlan y no conocen la graci divina serán perdonados sin excepción, pero aquel hombre que conoce la gracia divina y sigue dudando de las S.E. y de la gracia de Dios, entonces ese hombre será condenado. Pero ¿qué significa tener la gracia? significa ser bautizado, en otras palabras, quien esté bautizado conoce el bien y no tienes excusas de cometerlo ni de desconocerlo. 

El cuerpo y el alma 

¿Cómo superó todo esto San Agustín? Primero que todo se preguntó cómo era posible que el alma no pudiera darse órdenes, es decir, el alma puede comandar las partes del cuerpo, pero no puede mandarse a sí misma. De hecho, ni siquiera podríamos decir que la voluntad puede mandarse a sí misma, pues es ella la que da las órdenes y en cierto sentido es la orden misma. 

Los maniqueos, así como muchos filósofos (Platón por ejemplo), decían que el hombre tenía dos almas: una irascible y otra tranquila. Entre estas dos almas se representaban el bien y el mal, porque para ellos estas dos cosas son de naturalezas distintas y se enfrentan la una con la otra. Lo que significa, que el hombre cuando hace el mal lo hace por coacción de otra cosa (otra naturaleza), pero San Agustín ya nos dice que esto no es posible, pues es la misma voluntad del hombre lo que lo lleva a la perdición. 

Además, aceptar dos voluntades (porque hay dos almas en el hombre) chocarían entre sí y habrían una multitud de almas porque, si un hombre decide a matar a otro con veneno o con cuchillo, tendrá que decidir y ahí se enfrentarán dos voluntades malas lo cual es ridículo. 

Es la misma alma la que quiere las cosas y por lo tanto tenemos una sola voluntad, lo que pasa es que esa misma voluntad cuando quiere dos cosas al mismo tiempo, siempre va a querer una cosa más que la otra. 

''Tolle, Lege''

Agustín seguía angustiado en cuanto a querer saber la verdad de las cosas y eso lo tenía reprimido a aceptar el cristianismo. Tenía muchas preguntas que no podía resolver y esperaba una señal que lo iluminara y finalmente aceptara el cristianismo. 

De pronto, San Agustín quien estaba llorando en el jardín de su amigo Alipio cuando escuchó a un niño decir en latín ''tolle, lege (levántate y lee)'', Agustín se incorporó inmediatamente para saber cuál era el juego que el niño estaba jugando, pero no lo pudo identificar. En ese momento, San Agustín tomó sus palabras como una orden divina y se paró y tomó la biblia como si en ella estuviera la señal que necesitaba.

No encontró la biblia, pero sí encontró las cartas de San Pablo; las abrió y encontró el siguiente versículo. 

''Nada de borracheras ni comilonas; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades ni envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo y nos os preocupeis de la carne para satisfacer sus concupiscencias''
(Romanos 13:13-14)

Fue en este momento en que Agustín decidió convertirse lo que le dijo a su amigo Alipio inmediatamente. Se lo contó a su madre la que lloró de gozo al saber que San Agustín finalmente se convirtió al cristianismo. 

Conclusión


Finalmente tenemos a un Agustín convertido al cristianismo después de la experiencia que tuvo en el jardín de su amigos Alipio. Es el acontecimiento más grande y favorable para la Iglesia Católica quien podrá ser concedida con muchos años de defensa ideológica y metafísica. En efecto, no fue despreciable para la Iglesia Católica tener un hombre tan inteligente y sabio como lo era San Agustín. Con esta conversión podemos ver el concepto de autoridad importantísimo en la fe cristiana, ya que la misma premisa de San Agustín: ''Si no crees, no entenderás'' es un llamado a obedecer las leyes de Dios y luego utilizar la razón para servirle. 

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