lunes, 17 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro X: El concepto de memoria) (397).

¿Qué cosa más importante existe que la memoria del ser humano? sin ella no podríamos seguir adelante en ningún aspecto de la vida; ni siquiera en el más mínimo de ellos. Otro tema importante es el del alma que ha sido tratado largamente por todos los filósofos que precedieron a San Agustín de Hipona, y además de los filósofos que vendrán después de Agustín. Por supuesto que hay una mezcla entre la memoria y el alma, pues estas se complementan la una a la otra. Veamos qué nos dice el santo de Hipona sobre esto.

Referencias:

(1) Esta es una interpretación mía. 

Las Confesiones

LIBRO X: LA MEMORIA Y EL ALMA

La confesión a Dios

Esta podríamos decir que es la gran confesión de San Agustín, el filósofo se siente atrapado en un cuerpo y quiere entregarse totalmente a Dios. Esto nos puede recordar los deseos de Plotino, quien se sentía como un alma atrapada en un cuerpo; alguien que odiaba la corporalidad. 

Propósito de Las Confesiones

Agustín va calando hondo en el verdadero propósito de las confesiones. ¿Para qué escribir las confesiones? ¿Acaso será para que lo conozcan los otros hombres? ¿Qué interés pueden tener los otros hombres? El propósito de las confesiones es que los hombres de todo tipo de corazón y Dios (quien en realidad ya sabe sobre las cosas de Agustín) sepan quién es el filósofo. 

¿Quien conoce a quien?

Esta parte de Las Confesiones puede ser una de las más interesantes, pues discute con Dios diciendo que hay algo que desconoce de sí mismo; es decir, Agustín desconoce algo de sí mismo, y sólo Dios conoce esa parte. De ahí viene su gran pregunta:

''¿Qué amo cuando te amo?''

Agustín nos adelanta que no es nada corporal, ni una luz ni nada que esté sobre la tierra. ¿Qué es eso que ama? a Dios, pero la verdad es que metafóricamente, Agustín pregunta a todos los elementos de la tierra (agua, tierra, fuego y aire) quienes le responden que no son Dioses. Al contrario, estas cosas (la materialidad) le dicen a Agustín:

''Ipse fecit nos''
(Él nos hizo)

Al no encontrar las respuestas de qué ama en Dios, Agustín no tiene más a quién preguntar que a sí mismo: ''¿quién soy yo?'' a lo que se responde ''Un hombre'', luego se pregunta de nuevo desde la interioridad y se responde ''Soy el alma''. Sin embargo, esta alma también le dice:

''No soy Dios, soy una hechura suya''


Podríamos decir que los hombres tienen la gran facultad de percibir lo que es Dios. Pero ¿qué es esa cosa que percibe? sabemos que no es el cuerpo porque este sólo percibe las cosas sensibles. Los animales tampoco pueden percibir a Dios porque de ser cierto deberían evitar el pecado. Por lo tanto, lo único que nos queda es que sea el alma la que puede percibir todas las cosas. El alma sería el último escalón con el cual se puede conocer a Dios, pero aún nos queda vedado qué amamos de Dios. 

El concepto de memoria

La memoria, como habíamos dicho, es una de las facultades más importantes del alma. Todas las cosas exteriores como el sonido, las imágenes, los movimientos son almacenados en la mente, así como también son almacenados los movimientos interiores (sentimientos, emociones). Cada uno tiene su propia entrada, pero sus ''puertas'' son distintas entre las exteriores e interiores. 

Misterios de la memoria

Para Agustín, los procesos de almacenamiento de la memoria son un total misterio ¿cómo es que la memoria almacena el contenido? en efecto, uno puede evocar el color blanco estando en la oscuridad absoluta. No sólo eso, su administración es mucho más increíble porque si el hombre almacena todas los estímulos del exterior ¿cómo es que podemos evocar correctamente todas las imágenes, todos los sonidos sin confundir o mezclar (aunque también podemos mezclarlos a voluntad)? De hecho, el recuerdo puede ser muy bueno incluso cuando no movemos nuestra lengua o cerramos completamente los ojos. 

Lo otro que es fascinante es que la memoria me permite extraer todos los recuerdos de las cosas que más me agradaron, distinguiendo muy bien una cosa de otra (sabores, sonidos, olores). También se guardan las habilidades de las artes o disciplinas que se aprenden durante la vida, pero la diferencia con esto es que las disciplinas no están guardadas como imágenes, es decir, las matemáticas, la gramática o la dialéctica no son imágenes. 

El proceso de recordar

Pero ¿cómo entra esta información? a través de los sentidos, luego, la memoria los almacena en la mente. Por otro lado, todas las cosas que sentimos tienen una especie de validez en la memoria, es decir, no sabemos qué es lo dulce hasta que lo probamos, pero pareciera ser que es el alma quien sabe mucho antes qué es lo dulce antes de que nosotros pudiéramos decir ''esto es dulce''. Este recuerdo de las cosas debe ser constante; por ejemplo, el hombre debe rememorar las cosas una y otra vez para que no se le olvide. De ahí que la palabra pensar en latín sea ''cogitare'' que significa ''recoger'', por lo tanto, podríamos decir que se ''recogen'' los recuerdos. Esto podría recordarnos justamente la teoría de Platón donde aprender significa efectivamente recordar

¿Cómo podemos recordar los números? el latín y el griego tienen su propios números, pero en los dos lenguajes los números tienen algo en común. Es decir, los números se entienden en los dos lenguajes, pero no es necesario saber latín o griego para tener la noción del número. Esa noción del número es común a todas las personas sin necesariamente saber el nombre de cada número (uno, dos, tres...). Quizás a lo que se refiere San Agustín es justamente el concepto de unidad, en efecto, no hay que tener un aprendizaje especial para saber qué es la unidad(1)

Ahora, hay muchas cosa que gracias a las imágenes que tenemos de ellas podremos recordarlas; por ejemplo, si yo recuerdo las palabras piedra o sol, no me servirán de nada si no tengo la imagen de ellas. Si no es por las imágenes no podríamos saber ni recordar que es cada cosa. 

La memoria también puede recordar hechos que nos hicieron alegres y tristes, sin que necesariamente nos pongamos tristes o alegres. Hay algo similar entre el alma y la memoria, pues mucho se dice que quien guarda algo en el alma lo guarda en la memoria. Sin embargo ¿cómo se explica que el alma esté alegre y luego se recuerda algo triste? De aquí se resuelve que son entes separados.

La teoría del olvido

El olvido es obviamente la privación de la memoria, pero ¿cómo es posible que pueda recordar el olvido? el olvido está dentro de la memoria, dice Agustín porque de otra manera no podríamos saber lo que es el olvido. 

No obstante, queda mucho por resolver en el tema del olvido, pues ¿cómo se puede recordar algo que consiste en omitir el recuerdo? Agustín asume que es un tema difícil, pero a la vez también dice que debería saberlo pues en sus palabras ''no hay nada más cerca de mí que yo mismo'' y aún así ''no puedo saber qué es la memoria que en efecto, es algo mío''. 

Además, cuando recordamos el olvido ¿recordamos el olvido mismo o una imagen del olvido? Agustín dice que el olvido no está retenido en sí mismo en la memoria, sino que está retenido como una imagen. En efecto, recordamos la cosa olvidada y no el olvido mismo, pero ¿cómo la memoria nos puede dar una imagen del olvido? Agustín nos dice finalmente que sólo podemos tener una imagen del olvido por más misterioso e increíble que parezca este fenómeno del olvido. 

¿Trascender la memoria?

El fin último de San Agustín es encontrar a Dios sea por el medio que sea. Ya sabemos que por el cuerpo es imposible, por lo que lo más cercano que existe para acercarse a Dios sería el alma. El mismo Agustín dice que se debe trascender la memoria para encontrar a Dios, pero esto trae un problema. Todo lo que está fuera de la memoria es el olvido; ¿cómo podemos trascender la memoria si fuera de ella no recordamos? ¿cómo podremos recordar a Dios (y más aún llegar a él)? 

Suele pasar que quien pierde una cosa, por medio de un método de descartes mental encuentra lo que perdió. ¿Qué nos ayuda a encontrar lo perdido? justamente la imagen de esa cosa y he aquí que la memoria es importante. Ahora, ¿podemos olvidar algo absolutamente? No, nada se olvida completamente. 

La felicidad y la memoria

Todos quieren una vida feliz, o al menos ese es el fin al que aspiran la mayoría de los hombres. ¿De dónde viene este recuerdo de la felicidad? ¿cómo los hombres pueden saber de la felicidad sin nunca haberla tenido? Agustín nos dice que la felicidad está en el hombre de una forma misteriosa. Si el hombre reconoce la felicidad, entonces esta debe estar en la memoria, pero si la reconoce significa también que ya la obtuvo.

¿Recordamos la felicidad así como recordamos un número? ¿Recordamos la felicidad como si fuera una especie de país donde todos están alegres? De ninguna de estas formas porque la felicidad no es corporal. El único, gozo, la única felicidad es Dios porque Dios no es corporal o elemental.

Ahora, ¿qué pasa con la felicidad? ¿acaso se elige o se tiene por fortuna? Dios es la felicidad, pero ¿por qué no todos tienen la felicidad? simplemente porque por voluntad no quieren escogerla, aunque también hay una presión por parte de la carne, es decir, la carne hace que el ser humano sienta una felicidad ''falsa'' y se conforme con aquella. Sin embargo, habíamos dicho que la felicidad era un concepto que el hombre ya tenía incorporado dentro de su memoria. ¿Cómo es que el hombre, sabiendo que es la felicidad, escoge otros caminos para obtenerla? Es simplemente porque esas cosas que no es la felicidad divina los detienen y deleitan, haciéndoles querer que esa sea la verdadera felicidad.

Por otro lado, ¿cómo puede el hombre conocer a Dios? ¿Acaso lo tenía en la memoria así como también tenía la felicidad? San Agustín se preguntaba cómo era posible que tuviera noción o memoria de Dios sin haberlo nunca conocido. La respuesta es que Dios está en las cosas verdaderas y que por lo tanto, como todas las cosas que existen son verdad, entre el hombre y Dios no hay espacio, por lo que se deduce que Dios siempre ha estado con el hombre. 


El alma frente a los placeres del cuerpo

Este es un tema del cual todos los filósofos han hablado y San Agustín no es la excepción. Los placeres del cuerpo tiran al hombre por los caminos de la carne, pero el hombre es perfectamente capaz de dejarlos. 

San Agustín acusa a los sentidos de llevar al pecado sin excepción y también aborrece aquellos estímulos de los sentidos que están relacionados con Dios y las S.E.; por ejemplo, los cantos al rey David que son deleitables, pero que no dejan de ser estímulos para los sentidos. Por lo tanto, los estímulos y los sentidos son medios para conocer otras cosas, entre ellas la verdad, pues, debemos oírla, verla o sentirla para conocerla. 

La curiosidad

¿Qué lleva al hombre a querer estos placeres? San Agustín nos dice que es la curiosidad. Esta nos lleva a querer conocer los misterios de la naturaleza que finalmente no sirven para nada a la vida del hombre. Ningún tipo de ciencia sirve si no está acompañada de la gran sabiduría de Dios. 

La alabanza

Este es otro de los temas que ha hablado San Agustín, pues la importancia de la alabanza es un tema incluso hasta los días de hoy. En efecto ¿a quién debemos alabar? si nos enfocamos en las S.E. veremos que siempre será bueno amar a los hombres, siempre y cuando esto signifique amar a Dios. Lo más peligroso de esto es quedarse con el poder de la costumbre y amar a los hombres antes que a Dios. 


Conclusión

Tremendamente interesante el décimo libro de San Agustín que les dejo en este blog. Nunca el tema de la memoria había sido tratado con tanta verdad en algún filósofo antiguo, de hecho, esta teoría pasará a la historia para ser tratada por otros filósofos, científicos e incluso psicólogos que tomarán todos estos conceptos para describir lo que es la memoria. Aunque hay muchas cosas explicadas sobre ellas, también es increíble reflexionar sobre los grandes misterios de la memoria. San Agustín fue muy humilde al reconocer las limitantes del por qué no se puede conocer todo sobre la memoria. 

miércoles, 12 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro IX: Bautismo y muerte de Santa Mónica) (397).

Nada más importante en la vida de un cristiano como el bautismo que se realiza en la Iglesia Católica. Por supuesto, este proceso es uno de los más importantes (sino el más importante) donde el hombre asume una posición frente a la vida y también una responsabilidad de cumplir a cabalidad con los mandatos divinos. Ya no hay excusas para hacer el mal porque ya se conoce el bien y por eso, se acaba una etapa de maldad e ignorancia y comienza una etapa de sabiduría y caridad. Lamentablemente, hay otro proceso más bien difícil para San Agustín de Hipona y esa es la muerte de su madre: Santa Mónica. Una madre devota que rezó y lloró por Agustín que ahora nos dice adiós.

Referencias:

(1) Decio persiguió a los cristianos y tiempo después lo haría Valeriano. Es aquí donde surge la secta donatista, quienes condenaban a los cristianos que entregaron a otros cristianos en dicha persecución.
(2) El encuentro de dichos cuerpos se celebra el 19 de Junio. 

Las Confesiones

LIBRO IX: BAUTISMO Y MUERTE DE SANTA MÓNICA

Problemas preliminares


San Agustín se ha enfermado terriblemente de los pulmones y por esta razón decide dejar sus clases de retórica. Después de haber partido y estar en Roma, Agustín se entera de la muerte de su amigo Verecundo.

Acontecimientos con Ambrosio

Agustín por fin reconoce la justicia y voluntad de Dios, pero no deja de sentirse mal con todos los pecados que cometió antes de entregarse a esta voluntad. El filósofo buscó a San Ambrosio para confesarse y decirle que se sentía totalmente arrepentido de sus pecados y que ahora quería ser cristiano. 

Uno de los libros que San Ambrosio recomendó a San Agustín fue el libro de Isaías porque justamente, al ser un libro profético, este anuncia la mayoría de las cosas que sucederían en el N.T. Al principio, Agustín no entendió mucho el libro de Isaías y lo dejó para después, para que de ese modo, cuando estuviera más instruido pudiera leerlo mejor. 

No sólo Agustín quiso convertirse y bautizarse sino que también su amigo Alipio. Los dos se sometían a un proceso de expiación de los pecados y al arrepentimiento de los mismos. 

Persecución a Ambrosio

Valentiniano era un emperador de Roma que no gustaba de los católicos. La verdad es que Vespasiano no tenía mucha voluntad como emperador, pues era tan sólo un niño cuando lo fue; quien realmente tomaba esas decisiones era su madre Juliana (a quien tampoco le gustaban los católicos). 

Sin embargo, Ambrosio nunca se dejó avasallar por el séquito del emperador. Era un hombre de carácter fuerte que exigía muchas cosas al emperador, sin ofender la autoridad del mismo. Todos los que eran amigos del emperador querían deshacerse de él, pero aún no lograban como hacerlo sin cometer un escándalo. 

Finalmente, la persecución a Ambrosio se acabó cuando éste descubrió los cuerpos de Gervasio y Protasio, quienes eran mártires y santos de la Iglesia Católica muertos por la persecución de cristianos por el emperador Decio(1). Cuando se descubrieron los cuerpos, el emperador dejó de perseguir a los católicos a causa de la misericordia e impacto que surgió en la población. ¿Cómo encontró San Ambrosio estos cuerpos? Según él, el mismo Dios le dijo que los cuerpos estaban en cierto cementerio del Imperio(2)

Finalmente, en el año 387 San Agustín fue bautizado por San Ambrosio junto con otro amigo nuevo llamado Evodio. Un amigo de San Agustín con el cual discutiría algunas cosas sobre la vida y a filosofía. 

Muerte de Santa Mónica

Preparado ya para presentarse a su madre como un verdadero cristiano, San Agustín deja Milán y decide dirigirse a África para ver a su madre. No obstante, en Ostia Tiberina muere Santa Mónica, uno de los hechos más dolorosos para San Agustín.

De aquí comienza a describir uno de los acontecimientos de Santa Mónica, por ejemplo, la madre de Agustín era muy abocada al vino y al alcohol. Un día, una criada le dijo que era una ''borrachuela'' y dejó inmediatamente de tomar alcohol ese día.  

Mónica y Patricio

Su templanza y obediencia siempre fueron algo característico de Santa Mónica. Su lucha por querer convertir a su marido al cristianismo nunca pudo hacerlo del todo. Sólo cuando su marido se encontraba en el lecho de muerte, éste se hizo bautizar por la Iglesia Católica seguramente por una preocupación escatológica. 

Patricio, si bien era un hombre que traía el sustento al hogar, también era un hombre violento. Mónica nunca se ponía de frente a Patricio cuando éste estaba enfadado; no obstante, Mónica lo quería de igual manera, además, los dos sabían muy bien los votos de matrimonio donde dice que la mujer le debe respeto al marido. 

Agustín recordaba los últimos momentos que estuvo con su madre, el cual fue una conversación amena apoyados en una ventana frente a un huerto. Conversaron sobre Dios, la materialidad y el espíritu. Una de las conclusiones que sacaron es que cualquier materialidad, por muy grande que sea, no se compara con la vida casta y pura de un buen cristiano. Estas fueron sus palabras:

''Hijo mío, por lo que a mi respecta, ya no encuentro placer en esta vida. Nosé lo que hago ya no por qué estoy en este mundo. No tengo nada que esperar en esta tierra. Había una sola razón por la que quería permanecer un poco más en esta vida. Quería verte cristiano católico antes de morir. Mi Dios me ha cumplido ese deseo y aún más calmadamente de lo que yo deseaba. Te veo siervo suyo, que desprecia la felicidad de la tierra. ¿Qué hago ya aquí?''

Agustín no recuerda la respuesta que le dio a su madre ante esta pregunta, pero luego de cinco días la madre de San Agustín cayó en una fiebre muy grave. En uno de esos días Agustín se acercó a ella y les dijo:

''¿Dónde estoy ya?''  

Seguramente lo decía por descubrir si estaba en el reino de los cielos o en la tierra misma. Al ver los rostros de quienes la rodeaban dijo:

''Enterrad aquí a vuestra madre''

Uno de los que estaban ahí le dijo a su madre que era mejor enterrarla en la patria y no en un lugar tan lejano, a lo que Mónica responde:

''Mira lo que dice éste. Enterrad este cuerpo en cualquier parte. No os preocupéis por él. Una cosa sola os ruego: que os acordéis de mí ante el altar del Señor donde quiera que os halléis''

Añadió luego:

''Nada hay lejos de Dios, ni temo que ignore, al final del mundo, donde me ha de encontrar para resucitarme''

Agustín lloró luego de su fallecimiento y entre lágrimas estaban todos los parientes y amigos alrededor de su madre. Mónica tuvo un único marido que fue Patricio quien como sabemos falleció antes que ella. 

Conclusión

Más que una filosofía pura total y cristiana, en este libro de las confesiones presenciamos la vida del santo y su relación con dos grandes figuras dentro de su vida. Un texto biográfico de cómo se alegró de ser cristiano y como sufrió cuando su madre murió. Desde el primer libro hemos visto solamente una visión biográfica de San Agustín junto con algunas reflexiones que ya había tratado en otros libros. De aquí en adelante, San Agustín comenzará a desarrollar cuestiones más filosóficas; podría decirse que lo que sigue son las reflexiones filosóficas de las confesiones. 

martes, 11 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro VIII: Conversión cristiana) (397).

La significación de este libro es totalmente importante en la vida de San Agustín de Hipona. Es aquí donde acepta la cristiandad en su totalidad y la defiende y defenderá con ahínco por el resto de su vida en el Imperio Romano. Tenemos ahora muchísimas razones para aceptar a Dios dentro de nuestros corazones, porque ¿será que podría haber un argumento en contra? Hubo muchos grupos contrarios a la iglesia católica e incluso dentro de la misma iglesia que cuestionaban muchas cosas de las Sagradas Escrituras. El testimonio de Agustín nos ayudará a comprender por qué un hombre decide convertirse. 


Las Confesiones

LIBRO VIII: CONVERSIÓN CRISTIANA

La figura de Simpliciano


Simpliciano fue para San Agustín uno de los siervos más fieles de Dios. Ya teníamos un texto analizado sobre las diversas preguntas que Simpliciano le hacía a San Agustín, si quieren volver a repasar esas preguntas, entonces hagan click en este link

Simpliciano era considerado el padre espiritual de San Ambrosio, quien en ese tiempo era obispo. El mismo Ambrosio amaba mucho a Simpliciano, y San Agustín, en base a estos datos buscó a este hombre. Cuando le encontró, Agustín le explicó que había leído la interpretación de los textos de Platón por Victorino quien se consideraba un experto en Platón. Simpliciano se alegró de que Agustín sólo haya leído a este hombre porque los demás eran hombres que hablaban con muchas falacias sobre Platón. 

Victorino era muy amigo con Simpliciano, de hecho, al principio, Victorino era pagano y adoraba a los dioses romanos pero con el tiempo el Senador optó por ser cristiano. Siempre tenían conversaciones entre los dos:

Victorino: Sepa usted que yo ya soy cristiano.
Simpliciano: No te creeré hasta que estés en la iglesia.
Victorino: ¿Acaso son las paredes de la iglesia las que hacen que uno sea cristiano?

Sin embargo, Victorino le dijo a Simpliciano que quería hacerse cristiano oficialmente, y para eso debía dar un discurso en la Iglesia Católica. 

Todos los adeptos de la Iglesia estaban fascinados con la llegada de Victorino, quien era considerado en Roma como un gran orador. Esto significa que Dios no sólo ve a los grandes hombres de una ciudad, sino que también llama a los hombres más pequeños a formar parte de la Iglesia. 

El proceso de conversión cristiana

Agustín tenía tres amigos inseparables: Alipio, Nebridio y Verecundo. Los tres decidieron promover la enseñanza de la retórica, en un gesto de amistad para con Agustín. Nuevos hombres se unían a este grupo de amigos, incluso un hombre llamado Ponticiano que para su sorpresa era uno de los más devotos cristianos. 

A Agustín le costó asumir y aceptar el cristianismo, pues aún conociendo las S.E., las escrituras de San Pablo, las lecturas del A.T. y del N.T., Agustín seguía sin ser oficialmente cristiano. ¿Qué hacía que Agustín no asumiera o aceptara ser cristiano? Simplemente un concepto y el pecado más terrible: la soberbia. 

Agustín vive aquí un proceso parecido a lo que describía en uno de sus libros sobre el bautismo. En efecto, existen hombres que no conocen la gracia divina y se consideran ateos e incluso, se burlan del cristianismo. Estos hombres que es burlan y no conocen la graci divina serán perdonados sin excepción, pero aquel hombre que conoce la gracia divina y sigue dudando de las S.E. y de la gracia de Dios, entonces ese hombre será condenado. Pero ¿qué significa tener la gracia? significa ser bautizado, en otras palabras, quien esté bautizado conoce el bien y no tienes excusas de cometerlo ni de desconocerlo. 

El cuerpo y el alma 

¿Cómo superó todo esto San Agustín? Primero que todo se preguntó cómo era posible que el alma no pudiera darse órdenes, es decir, el alma puede comandar las partes del cuerpo, pero no puede mandarse a sí misma. De hecho, ni siquiera podríamos decir que la voluntad puede mandarse a sí misma, pues es ella la que da las órdenes y en cierto sentido es la orden misma. 

Los maniqueos, así como muchos filósofos (Platón por ejemplo), decían que el hombre tenía dos almas: una irascible y otra tranquila. Entre estas dos almas se representaban el bien y el mal, porque para ellos estas dos cosas son de naturalezas distintas y se enfrentan la una con la otra. Lo que significa, que el hombre cuando hace el mal lo hace por coacción de otra cosa (otra naturaleza), pero San Agustín ya nos dice que esto no es posible, pues es la misma voluntad del hombre lo que lo lleva a la perdición. 

Además, aceptar dos voluntades (porque hay dos almas en el hombre) chocarían entre sí y habrían una multitud de almas porque, si un hombre decide a matar a otro con veneno o con cuchillo, tendrá que decidir y ahí se enfrentarán dos voluntades malas lo cual es ridículo. 

Es la misma alma la que quiere las cosas y por lo tanto tenemos una sola voluntad, lo que pasa es que esa misma voluntad cuando quiere dos cosas al mismo tiempo, siempre va a querer una cosa más que la otra. 

''Tolle, Lege''

Agustín seguía angustiado en cuanto a querer saber la verdad de las cosas y eso lo tenía reprimido a aceptar el cristianismo. Tenía muchas preguntas que no podía resolver y esperaba una señal que lo iluminara y finalmente aceptara el cristianismo. 

De pronto, San Agustín quien estaba llorando en el jardín de su amigo Alipio cuando escuchó a un niño decir en latín ''tolle, lege (levántate y lee)'', Agustín se incorporó inmediatamente para saber cuál era el juego que el niño estaba jugando, pero no lo pudo identificar. En ese momento, San Agustín tomó sus palabras como una orden divina y se paró y tomó la biblia como si en ella estuviera la señal que necesitaba.

No encontró la biblia, pero sí encontró las cartas de San Pablo; las abrió y encontró el siguiente versículo. 

''Nada de borracheras ni comilonas; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades ni envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo y nos os preocupeis de la carne para satisfacer sus concupiscencias''
(Romanos 13:13-14)

Fue en este momento en que Agustín decidió convertirse lo que le dijo a su amigo Alipio inmediatamente. Se lo contó a su madre la que lloró de gozo al saber que San Agustín finalmente se convirtió al cristianismo. 

Conclusión


Finalmente tenemos a un Agustín convertido al cristianismo después de la experiencia que tuvo en el jardín de su amigos Alipio. Es el acontecimiento más grande y favorable para la Iglesia Católica quien podrá ser concedida con muchos años de defensa ideológica y metafísica. En efecto, no fue despreciable para la Iglesia Católica tener un hombre tan inteligente y sabio como lo era San Agustín. Con esta conversión podemos ver el concepto de autoridad importantísimo en la fe cristiana, ya que la misma premisa de San Agustín: ''Si no crees, no entenderás'' es un llamado a obedecer las leyes de Dios y luego utilizar la razón para servirle. 

lunes, 10 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro VII: Filosofía y cristiandad) (397).

Llegamos por fin a la etapa madura en que San Agustín de Hipona enfrenta toda la teoría filosófica de los contemporáneos de su época. Este ha sido el esfuerzo de años de trabajo, así como también de las experiencias que ha vivido San Agustín que no han sido pocas. La gran pregunta que se puede establecer en el pretexto es ''¿Cuál es la brecha entre la religión y la filosofía?'' o una mejor ''¿Puede existir la religión sin filosofía?'' La opción de San Agustín es mezclar estos dos conceptos para formar su teología cristiana y su visión de la vida en general.

Referencias:

(1) Esto podría recordarnos la pereza de los sofistas al tratar de explicar que es vano encontrar algo que no se sabe, pues ¿cómo partiremos a buscarlo (nuevo conocimiento) si no sabemos qué es?
(2) No son las palabras textuales, sólo sirve como énfasis. 
(3) Una referencia a los textos de física aristotélicos donde se diferenciaba el concepto de contenedor/contenido. 
(4) Una posible referencia a la teoría de Plotino en la cual el Uno cubre a todos los seres, es infinito, pero no infinito en el sentido material, sino que más bien en el sentido inteligible. 

Las Confesiones

LIBRO VII: FILOSOFÍA Y CRISTIANDAD

La extensión de Dios

San Agustín quería quitarse ese pensamiento que le traía a Dios como algo corpóreo, algo que necesitaba espacio para existir. Pero si no tiene cuerpo, se podría decir que no existe pues todo lo que no tiene espacio no es absolutamente nada. ¿Acaso Dios era la nada? San Agustín se imaginaba a Dios como un ser que se extendía por todo el Universo: todo estaba limitado por Dios, pero Dios no estaba limitado por nada. De hecho, San Agustín dice que el aire no es más que un cuerpo material que es llenado por la luz del sol. Así se imaginaba San Agustín a Dios, como una especie de luz que llena a todos los hombres. No obstante, todo esto para San Agustín era falso

¿Por qué? el razonamiento de San Agustín explica que si Dios estuviera en los animales, entonces un elefante ocuparía una parte pequeña de Dios, así como el planeta tierra una parte más grande. Para el filósofo, que los animales y las cosas materiales llenaran a este ser divino no podía ser posible. 

El problema del mal

Otra de las cosas que más atormentaba a San Agustín era el concepto del mal, porque, ¿cuál es el orígen de éste? ¿Será que es una sustancia como lo decían los maniqueos? No. San Agustín siempre nos ha dicho que el mal proviene de la misma voluntad del hombre. Sin embargo, aunque sea la voluntad del hombre, ¿qué es lo que lleva al hombre a elegir el mal? Por una parte decimos que el mal proviene de la nada, pero luego se pregunta Agustín ¿por qué sabemos de algo que no existe en absoluto?

San Agustín nos dice que una señal del mal es el temor. Por lo tanto, o el temor es el mal, o el mal está en el hecho de temer, no obstante, Agustín no quedaba convencido con esta explicación. En todo caso, si leemos los libros anteriores, quizás podamos añadir algo complementario al problema del mal: que este existe para que los buenos aparezcan, pues no se puede ser bueno si no hay mal. 

Contra la astrología

Nebridio era otro de los amigos de San Agustín que creía mucho en la astrología. La familia de Nebridio era muy creyente de estas cosas, y tal como leían estos libros, así era su familia. Sin embargo, San Agustín nunca creyó en el horóscopo diciendo que este era un arte de la mentira. 

El carácter humano se debe mucho más al ser humano que a la voluntad de los astros. ¿Acaso los astros determinan nuestras voluntades según el nacimiento? ¿o acaso es la cultura que rodea al ser humano? Cuando las predicciones de los astros son ciertas, San Agustín dice que eso sólo se debe a la suerte, pero la mayoría de las veces son mentira, sobre todo en el caso de los mellizos. Aquellos que nacen el mismo día pero tienen distinta personalidad; el ejemplo más claro para San Agustín que refuta la astrología es la vida de Esaú y Jacob. 

Vuelta al planteamiento del mal

Agustín sigue dando vueltas al problema del mal, a pesar de las numerosas explicaciones que ha dado. De alguna forma, para Agustín Dios es un ser incorruptible mientras que el mal es corruptible. Además, Dios hizo todas las cosas buenas tal como lo dijo en las S.E. 

''Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera''
(Génesis 1:31) 

El hombre puede pensar que algunas criaturas o algunas cosas son malas, pero esto siempre es malo en cuanto a que no es conveniente para el hombre; por ejemplo, que el veneno del escorpión es malo, pero este es malo cuando está en el cuerpo del hombre, no en el del escorpión. Por lo tanto, unas cosas parecen ser malas, pero cuando están en el orden correcto no son malas sino buenas.  

En este sentido, San Agustín no desea un mundo mejor porque el mundo ya es bueno por sí mismo. Por supuesto, esto nos recuerda la famosa frase de Leibniz ''Vivimos en el mejor de los mundos posibles'' referenciando la perfección de la naturaleza. 

Solución a la extensión de  Dios

Hablando sobre la perfección del mundo, Agustín da solución a la extensión de Dios que había descrito en la primera parte del libro. Dios es infinito no de la manera en que el todo es la parte de algo (como en el ejemplo de que la tierra ocuparía una porción de Dios), sino que de una manera muy diferente. 

Dios completa todos los seres que creó, pero los completa conteniendo a todos ellos en su mano de la verdad. De alguna forma, Dios es el gran contenedor del universo(2), mientras que todas sus cosas son el contenido(3)

El problema del mal queda reducido finalmente a la voluntad del hombre, quien es el que decide si hacer el bien o el mal. 

Conclusión

Aquí vemos finalmente la entrega de San Agustín a las Sagradas Escrituras y su comprensión final de todas las cosas filosóficas. Agustín nos exhorta a comprender que Dios es infinito(4), pero no en el sentido de que los seres humanos entendemos el infinito, sino que es mucho más allá de eso. Cubre a todos los seres, pero no es todos los seres, es el contenedor de todos pero nada lo contiene. Finalmente, no podemos dejar de mencionar el optimismo de San Agustín, al aclarar que el mundo es perfecto tal como es porque Dios hizo todas las cosas buenas. 

domingo, 9 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro VI: Fin de la adolescencia) (397).

Muy importante fue para San Agustín de Hipona su relación con San Ambrosio, pero aún más importante fue la relación con su madre. De alguna manera, el filósofo de Hipona fue ingrato con su madre en los primeros períodos de su vida, pero su madre nunca se rindió al pedir por él todos los días. Los valores católicos de San Agustín han entrado profundamente en su pensamiento y desde ahora dedicará su vida a defender a la Iglesia Católica, con los argumentos apropiados para alejar todos los cismas posibles.

Las Confesiones
LIBRO VI: SAN AMBROSIO Y SANTA MÓNICA

Mónica en Milán

Como decíamos en el libro anterior, Mónica sentía que algo grave pasaba con Agustín. En efecto, San Agustín, aparte de estar con fiebre pasaba por una crisis de identidad al dejar la secta maniquea y desconfiar de la Iglesia Católica. Sin embargo, cuando Mónica se enteró de esto era suficiente para que comenzará a sentir cierto alivio. 

La voluntad que tenía mónica para con él maravillaba al filósofo. A Mónica le estaba prohibido entrar a Milán para dar ofrendas a los mártires caídos y cuando lo supo, obedeció con tal actitud. Además, Mónica ponía toda su fe y esperanza en el obispo San Ambrosio quien la ayudaría para que finalmente San Agustín se convirtiera. 

La relación entre San Agustín y San Ambrosio

Agustín tenía una admiración completa por San Ambrosio, quien recitaba y enseñaba a sus alumnos con una retórica admirable. El obispo nunca tenía tiempo para leer los libros que él quisiera, al contrario siempre andaba preocupado de sus clases lo que no le dejaba tiempo para seguir estudiando. 

De todas formas, Agustín se sentaba cerca de él para escucharlo. Siempre quiso saber más de él, pero lamentablemente, el obispo siempre estaba muy ocupado para hablar con Agustín, por lo que no pudieron hablar mucho.

Es en esta parte de la vida de San Agustín en que comprende la diferencia entre la lectura literal y lectura interpretable. Como dice el Corintios 3:6 ''La letra mata, más el espíritu vivifica'', lo que quiere decir que la lectura literal de la biblia es inservible para entender la profunidad de lo que quiere decir. 

Alipio y la felicidad

Agustín estaba arrepentido de todo lo que había hecho y le contaba a sus amigos que debían dejar las locuras. Agustín se sentía de algún modo tranquilo cuando creía saber estas verdades de los maniqueos, pero en realidad es que tenía muchas dudas que lo angustiaban. Aquí es cuando se compara con un mendigo, quien, al recibir unas pocas monedas está feliz, pero con una felicidad temporal. Al menos la felicidad del mendigo fue alcanzada y la felicidad de Agustín no era alcanzada.

Alipio, un amigo cercano de San Agustín, era un libertino en la ciudad de Cartago. Se divertía con todo tipo de entretenimientos, pero San Agustín nunca lo siguió. De hecho, Alipio asistía regularmente a las clases de San Agustín, pero luego el filósofo tuvo problemas con el padre de Alipio y no pudo volver a asistir a clases.

Pasado el tiempo, Alipio pudo reencontrarse con Agustín y escuchar ciertas lecciones del filósofo. En ese momento, Agustín aprovechó de darle una lección sobre los mejores tipos de vida: la libertina o la cristiana, a lo que Alipio quedó convencido de que la segunda era muchísimo mejor que la primera. Desde esa clase, Alipio cambió su forma de ser. 

Angustia y desesperación de Agustín 

Luego de enterarse de que Ambrosio estaba muy ocupado como para ayudarlo, San Agustín cayó en una desesperación por conocer la verdad de la vida. 

No obstante, sea con o sin la ayuda de Ambrosio, Agustín aceptó la fe católica y comenzó a responder a las preguntas inquietantes que tenía. 

Una de aquellas era acerca de la muerte Si Dios no está aquí y lo vemos una vez estemos muertos ¿por qué vivir entonces? porque el cuerpo que es creación de Dios no es algo a aborrecer. Todas las creaciones provienen de Dios y por lo tanto, el cuerpo y la materialidad deben amarse tanto como las inteligibles. 


Pretensiones de casamiento

El mismo Alipio trataba de persuadir a San Agustín de que no se casara pues así nunca podrían ir en busca de la verdad como se habían prometido, ya que San Agustín no tendría tiempo para hacerlo. 

San Agustín, por su parte, le decía que no tenia nada de malo casarse, que incluso habían hombres muy doctos que tenían tiempo tanto para sus estudios como para su familia. A pesar del argumento presentado por el filósofo, Agustín no estaba muy convencido de lo que había dicho pero el hecho es que sólo quería casarse. 

Finalmente, San Agustín decide casarse con el consentimiento de su madre, quien pensaba que por fín Agustín podría liberarse del pecado a través del bautizo. Sin embargo, las cosas se complicaron un poco porque en el Imperio Romano,la regla del matrimonio consistía en esperar dos años antes de tomar como esposa a la mujer. En este tiempo, Agustín dejó a la esposa con quien se casaría y buscó otra mujeres.

Conclusión

Aún no podemos ver la conversión al catolicismo de San Agustín, aunque debemos considerar esta etapa de San Agustín como un período de lascivia y pecado, pues con estos acontecimientos acababa su adolescencia. De hecho, así nombra a su adolescencia San Agustín: ''merecedora del olvido y el reproche''. En efecto, la adolescencia es un período difícil en todo niño que busca su identidad en las numerosas culturas y subculturas que eventualmente pueden existir en una sociedad. A partir del siguiente libro, veremos un Agustín maduro y con ganas de encontrar la verdad. 

jueves, 6 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro V: Camino al catolicismo) (397).

Ha llegado el tiempo de redimirse para San Agustín de Hipona. La secta maniquea ya no responde a las dudas filosóficas y racionales, y comienza a mirar otras alternativas que le merezcan para realmente encontrar la verdad. En este libro de Las Confesiones, San Agustín deja en evidencia la falta de sentido y la falta a la verdad que tienen los maniqueos para con la lógica más estricta, como también para las Sagradas Escrituras de la biblia. Este será un gran paso para San Agustín en el sentido que optará por un nuevo modo de pensar su vida y la de los demás. 

Las Confesiones

LIBRO V: CONVERSIÓN CATÓLICA

El conocimiento de Dios es más importante que el de la ciencia


A los 29 años de edad, San Agustín se encontraba con Fausto, el maniqueo en la ciudad de Cartago. Agustín, por supuesto, en sus tiempos de maniqueo lo admiraba, pues Fausto tenía una retórica como pocos en Cartago. 

Cuando San Agustín finalmente se convirtió al catolicismo pudo ver el sofisma y la mala interpretación que los maniqueos hacían de las S.E. Ya habíamos visto un voluminoso texto de San Agustín llamado ''Réplica contra Fausto, el maniqueo''. ¿Por qué Fausto estaba tan equivocado? porque no tenía la gracia de Dios; no había conocido a Dios. San Agustín nos dice que nadie puede estar en lo correcto, ni nadie puede ser feliz si no conoce a Dios, de ahí que diga:

''¡Desdichado el hombre que sabe todas las cosas y no te conoce a ti! ¡Dichoso, en cambio, el que te conoce, aunque las ignore todas!'' 

Manés tenía una versión torcida y muy diferente de las S.E. como las tenían los católicos. De hecho, podríamos decir que los maniqueos coinciden mucho con la filosofía oriental como el Ying Yang, donde hay dos fuerzas que se enfrentan, aunque el bien tiene algo de mal y el mal tiene algo de bien. Para San Agustín, sólo el supremo bien existe al ser todo lo que existe verdadero; el mal, como hemos dicho muchas veces, sería la nada misma. 

La llegada de Fausto

Fausto era un maniqueo extraordinario, quizás, uno de los mejores hombres de la secta. Agustín reconoce totalmente sus cualidades positivas, pero también lo critica fuertemente porque Fausto siempre repetía lo que decían sus maestros. Finalmente, el discurso maniqueo siempre era el mismo, pero se hablaba de distinta manera y Fausto no era la excepción por muy buen orador que fuera. 

Lamentablemente (para Fausto), San Agustín quedó totalmente decepcionado, pues el maniqueo no sólo ignoraba el conocimiento en cuanto a Dios, sino que también el conocimiento formal de las ciencias y las artes. Sólo daba la apariencia de conocer las cosas, pero realmente no lo sabía; le faltaba mucho más por aprender. 

Cuando Agustín terminó de hablar con Fausto decidió que se quedaría en la secta de manera provisional hasta que apareciera algo mejor. 

Luego de esto, Agustín se quedó con un sabor amargo en Cartago y marchó a Roma pensando que allí encontraría la felicidad. Su madre no quiso que se fuera, pero Agustín inventó argucias para dejarla tranquila, aunque la verdad es que no se tranquilizó. Todo lo contrario, su madre lo trató de embustero y desconsiderado, aunque por otro lado, Santa Mónica siguió pidiendo por Agustín

La enfermedad que aqueja a Agustín


Cuando llegó a Roma comenzó a sufrir una fiebre muy fuerte, la cual Agustín interpretó como si Dios le dijera que esta era una mala decisión. Su madre no sabía de esta enfermedad, pero ella seguía rezando por él sin importar nada. Agustín aseguraba a Dios que si él hubiera muerto ahí en Roma, su madre no lo habría podido soportar, y así es que Dios permitió seguir viviendo a San Agustín

En esos tiempos, recordemos que San Agustín aún creía en lo substancial de la secta maniquea, es decir, que existen dos naturalezas que se confrontan la una con la otra. Por lo tanto, el mal del ser humano, de acuerdo a los principios maniqueos, parten desde una naturaleza distinta al hombre y en consecuencia, el hombre no es culpable del mal que él cause; el hombre es víctima del mal. Por supuesto, con esta teoría San Agustín no tenía ningún cargo de consciencia. 


La enseñanza en Milán

San Agustín fue pedido como profesor de retórica en Milán por el prefecto mismo de la provincia. Allí fue donde conoció a San Ambrosio que en ese tiempo era obispo católico de Milán. 

Agustín lo escuchaba con paciencia a Ambrosio, e incluso lo comparaba con Fausto. La diferencia entre ambos es que Ambrosio no eran tan elocuente como Fausto, pero Fausto caía en muchas falacias en contraste con Ambrosio. 

Con todo esto, Agustín veía que el maniqueísmo cada vez se iba extinguiendo más, pero eso no significaba que quisiera totalmente el catolicismo. En sus propias palabras: 

''Ni la fe católica me parecía vencida, pero tampoco aún vencedora''

Finalmente, San Agustín decidió definitivamente abandonar la secta maniquea y cuestionarlo en todas sus teorías. San Agustín se estaba convirtiendo en una de las cosas que más tenía desconfianza: en un filósofo. En efecto, para Agustín los filósofos eran escépticos en extremo y aseguraban que ni el bien y el mal se podían conocer en absoluto. Sólo la duda era la certeza para los filósofos. 

Con el tiempo, los filósofos tampoco gustaron tanto de Agustín porque no tenían la palabra de Dios por delante. Así, Agustín aceptó finalmente hacer catecúmeno, es decir, incorporarse a la Iglesia Católica. 

Conclusión

Este de alguna manera sería el clímax de la historia de San Agustín, su abandono total a la secta maniquea, su transición como filósofo y su conversión final al catolicismo. Es curioso ver como alguien que hace del catolicismo una filosofía, no quiera al mismo tiempo tener relación con los filósofos o rehusarse a ser uno. Supongo que ya la misma intención de poner filosofía en la religión es introducir una dicotomía contradictoria. Hay cosas que se hacen por fe y otras por lógica; no siempre lo que se hace con fe se hace con lógica y no siempre lo que se hace con lógica se hace con fe. Hay una diferencia y esta es separable. Es el caso de la misma madre de San Agustín que tuvo más fe que lógica al querer que su hijo cambiara, y así fue. 

martes, 4 de abril de 2017

San Agustín de Hipona - Las confesiones (Libro IV: Profesor de retórica) (397).

San Agustín de Hipona no gustó del todo la profesión de profesor de retórica, pues sentía que faltaba a la verdad cuando pronunciaba sus discursos. Le fue mucho peor cuando haciendo clases sus alumnos no le pagaban porque consideraban que era la enseñanza de un arte muy complementario. Este es otro de los tiempos difíciles de San Agustín que está lleno incluso de tragedia por la muerte de un amigo. No obstante, a pesar de toda momento desgraciado en este período, San Agustín no deja de lado su fe en Dios y lucha por salir adelante sin importar nada. Veamos el período más difícil del filósofo.

Referencias:

(1) En este blog y en muchos otros textos, este libro se llama ''Categorías''. 
(2) Algo que incluso el mismo Plotino criticaba a Aristóteles

Las Confesiones

LIBRO IV: PROFESOR DE RETÓRICA


Enseñanza de la retórica

San Agustín asume la responsabilidad de sus actos llamándose engañado y engañador como lo dice el Timoteo 2:3. Con un arrepentimiento tal, San Agustín reconoce la gloria de Dios por sobre toda las cosas y condena su propia arrogancia.

Cuando Agustín se convirtió en profesor de retórica, lo único que le importaba era el dinero y la alabanza de los otros hombres. Siempre trató de enseñarle a sus alumnos la verdad a través de la retórica, y esperaba que sus estudiantes usaran la retórica para por lo menos una vez, defender la justicia. 

Encuentro con matemáticos y astrólogos

No obstante, Agustín no estaba tan alejado de Dios como para aceptar el sacrificio de animales como una tribulación a los demonios; siempre lo condenó. Pero, por otro lado, Agustín sí aceptó el consejo de los matemáticos y astrólogos que consultaba de vez en cuando.  

Recordemos que en el siglo III d.C, a los astrólogos también se les llamaba matemáticos, es decir, quienes se referían a los matemáticos también lo hacían a los astrólogos. 

¿Por qué los astrólogos eran malos según Agustín? Porque estos culpaban las acciones del hombre a los astros, en otras palabras, los astros tenían la culpa de que el hombre hiciera el mal. Esto va en contra de la teoría de San Agustín que consideraba que era la voluntad del hombre donde procedía el mal. Por lo tanto, los astrólogos dejan libre de culpa al hombre y culpan a la materia de ser la autora del mal. 

Un día, un hombre muy sabio habló con Agustín y hablaron sobre astrología y otras cosas. Agustín le preguntó por qué creía en los astros y este le dijo que lo hacía porque entre más cosas creyera, más suerte tendría que si sólo optara por algunas cosas. Por eso creía en muchas cosas más. 


El concepto de amistad en San Agustín

Luego de la experiencia vivida por los astrólogos, Agustín nos menciona la amistad que tuvo con un hombre que él mismo convenció de que se uniera a los maniqueos. Él se unió y eran con Agustín unos amigos inseparables, pero luego con el tiempo, Agustín renunció a la secta y su amigo siguió. 

Este amigo que San Agustín tenía no debió ser otro que Honorato quien es nombrado de la biografía de San Agustín en este mismo blog. Honorato fue finalmente bautizado como católico luego que Agustín lo convenciera de dejar a los maniqueos. 

Lamentablemente, Honorato muere al tiempo después y San Agustín pronuncia un gran lamento de porqué Dios se llevaba a su querido amigo Honorato, quien sólo pudo experimentar el catolicismo por corto tiempo. Agustín llega a decir que la pérdida de su amigo le duele más la vida misma que él lleva, así lo dice:

''Estaba dominado por un extraño sentimiento totalmente opuesto al de estos dos, porque me sentía enfermo y cansado de vivir y, por otra parte me horrorizaba tener que morir''

Agustín se refiere a Dios como gran enemigos que había quitado a su querido amigo del alma. Los dos se decían que eran una sola alma y Agustín se angustia porque al morir su amigo, sólo quedaba su mitad lo que lo hacía sentirse en un vacío profundo. 

Todo esto tiene una explicación para San Agustín, quien considera la amistad como algo fundamental para la vida del hombre. Cuando un ser querido ya sea un amigo, una pareja no está en este mundo, se llora por él o ella porque el alma se angustia al ''no poder amar a quien le ama''. Por eso, no se deben amar los amigos en tanto hombres, sino que en tanto que Dios está en cada uno de ellos, ¿por qué amar a Dios? nadie puede sufrir si ama a Dios porque Dios es eterno; si amamos al hombre en sí, entonces tendremos que estar dispuestos a sufrir pues el hombre es carne y la carne materia, y la materia perece alguna vez. Dios es quien dice ''desde aquí y hasta aquí''. 


El alma, el cuerpo y Dios

El cuerpo está hecho sólamente para contemplar una parte del universo, más el alma está hecha para contemplar muchísimas cosas más valiosas de las que puede percibir el cuerpo. 

¿Qué quiere decir esto? ¿Acaso significa que el hombre debe despreciar las cosas materiales como se hacía en el paradigma platónico? No. Todo lo contrario. San Agustín llama a que el hombre ame también su cuerpo porque éste está hecho por Dios; es una creación de Dios y se le tiene que amar por él, no por sí mismo. 

Recordemos también que todo lo existente está bajo el orden de Dios, y por lo tanto, el cuerpo también forma parte de este orden porque su existencia se lo permite. 

¿Amor a los hombres?

Agustín tenía un amigo llamado Hierius quien era un destacado orador que compartía mucho tiempo con el filósofo. En unos pocos pasajes atrás Agustín hablaba de amar a los amigos a través de Dios, pero ¿no es cierto que cuando amamos a un amigos estamos despreciando al mismo tiempo una parte de nosotros? En efecto, cuando uno admira a otra persona, la admira porque desearía que esa parte que admira estuviera también en uno. 

Por un momento, Agustín se sentía confundido con este tipo de amor, pero con el tiempo alcanzó a comprender porqué lo quería. Efectivamente, Agustín lo admiraba porque los otros hombres también lo admiraba; si lo hubiera molestado o criticado, para Agustín ya no hubiera sido tan admirable. 

Es así que Agustín se deja arrastrar por ''el viento'' que lo lleva a adorar, a odiar a otros según el alma se vea arrastrada por la opinión de los demás. 


El encuentro con Aristóteles

A los 20 años, San Agustín recibió de su maestro de Retórica, uno de los libros de Aristóteles llamado ''La diez Categorías''(1). No fue tan complicado aprender las categorías de Aristóteles, pues mucha gente ya los comprendía en su totalidad en aquel período. 

La impresionante pregunta que hace San Agustín sobre la lectura de Las Diez Categorías es la siguiente: ''¿De qué me sirvió?''. Agustín sentía y pensaba que en este libro encontraría las respuestas a su vida; la verdad revelada. 

San Agustín no estaba para nada conforme con las explicaciones del ser de Aristóteles. El filósofo encontraba inconcebible que se pudiera describir a Dios diciendo que es una especie de motor con atributos pensantes(2). Nada de esto servía a Aristóteles si no encontraba a Dios, de hecho, San Agustín trataba de incluir a Dios en estos escritos, pero no lo logró. Estaba ardiente de deseos por conocer la ciencia y el arte, pero eso nunca le sirvió de nada si no podía encontrar a Dios. En pocas palabras, Las categorías de Aristóteles eran demasiado ''carnales'' para San Agustín.

Finalmente, San Agustín quiere decir que de nada sirve saber de ciencias y artes si no se tiene por Dios como guía; todo es inservible si no se tiene a Dios. 

Conclusión

Esto básicamente es un exhorto a dejar las no solo las pasiones del cuerpo, sino que también las ciencias que no tienen relación con Dios como por ejemplo, la astrología y la filosofía (que no tenga relación con Dios). Me impresionó la aseveración sobre Aristóteles (aunque ya la había visto en Plotino) de rechazar el gran libro de sus Categorías apuntando a su inutilidad. Realmente, Agustín no da paso atrás a la doctrina cristiana defendiéndola de toda doctrina contraria a la de la Iglesia.