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miércoles, 28 de junio de 2017

San Agustín de Hipona - La ciudad de Dios (Libro XIII: La caída del hombre hacia el pecado) (413).

Ya sabemos más o menos todas las cosas que piensa San Agustín de Hipona sobre el pecado y sobre el mal. Este es un libro específicamente dedicado al hombre y su relación con el pecado durante la biblia y durante parte del Imperio Romano. Bien sabemos todos los castigos que nos esperan al desobedecer la ley divina de Dios, pero también debemos tener en cuenta la infinita misericordia que tiene Dios para con los hombres. De ahí que Dios haya dicho en el Mateo 19:19 ''Amen a sus enemigos'', que por supuesto, es uno de los preceptos más difíciles. 

LA CIUDAD DE DIOS

LIBRO XIII: EL ORIGEN DE LAS DOS CIUDADES

La vida carnal y los vicios


Todos los hombres nacen con el infortunio del pecado original porque esa fue la marca de Adán que se transmitió a todas las generaciones. Sin embargo, el pecado no sólo permanece en el cuerpo sino que también está en el alma lo que es mucho peor en el hombre. 

De hecho, el pecado procede del alma y no del cuerpo, eso sí, el castigo del pecado lo recibe el cuerpopero éste último no es el origen del pecado. Aunque muchos relatos bíblicos apuntan a que la carne (el cuerpo) es la culpable del pecado, más allá de ella es el diablo quien interviene en este pecado también, pero debemos recordar que el diablo no tiene cuerpo ya que está entre los demonios. 

Ahora, no hay que olvidar que es el hombre quien decide seguir las voluntades del diablo y el pecado del mismo. 

Voluntades y afectos

Muchos filósofos han culpado a la carne de ser la responsable de los pecados y de las malas acciones, por ejemplo, Platón cuando rechazan el mundo sensible a su vez rechazaba las cosas del cuerpo. Esto por supuesto no se condice con lo dicho por San Agustín donde el cuerpo es una creación de Dios y por lo tanto buena, sólo que el hombre a través de su voluntad la hace mala; por lo que se puede deducir, obviamente la voluntad no tiene cuerpo. 

Diferencia entre querer y amar en la biblia

Existe un pasaje de la biblia que San Agustín nombra para dar un ejemplo sobre qué es el querer y el amar:

Jesús: ¿Me quieres más que a estos?
Pedro: Señor, tú sabes que te amo.
Jesús: ¿Me amas más que a estos?
Pedro: Señor, tú sabes que te amo.
Jesús: ¿Me amas?
Pedro: Señor, tú sabes que te amo.

Si bien en la primera pregunta le preguntó si lo quería, en realidad Jesús sólo quería decir si lo amaba. En efecto, el amor de Pedro no era un amor de hombre a hombre, sino que un amor de Dios lo cual es distinto porque no se entiende a través de lo corporal sino que de lo espiritual. 

Perturbaciones y pecados

Perturbaciones del alma en los estoicos

Los estoicos decían que las perturbaciones tenían sus propias conductas homólogas:

Voluntad - Deseo
Gozo - Alegría
Cautela - Temor

Al sabio no le puede afectar ninguna tristeza y ninguna de las perturbaciones antes mostradas (Deseo, alegría y temor). Una de estas cosas calzan con las Sagradas Escrituras, pues se dice:

''No hay gozo para los malvados, dice el Señor''
(Isaías 57:21)

También coincide con otra cosa dicha en la biblia:

''Paz para los hombres de buena voluntad''
(Lucas 2:14)

Sin embargo, lo difícil está en coincidir con el temor y la cautela. Para los cristianos es preciso obtener el concepto de tristeza, no con un fin depresivo entre ellos, sino que para arrepentirse de los pecados cometidos. La tristeza es necesaria para que el peso de los pecados sea más llevadero, pero aún más, para estar con Dios. 

El comportamiento de los justos

Por lo tanto, para los cristianos el comportamiento debería ser el siguiente:

Temer
Desear
Doler 
Gozar

Es decir, hay dolores así como también hay alivios del alma, pues para los cristianos es necesario que el dolor le llame la atención para poder concentrarse en su comportamiento. Además, esta lista de comportamiento se condice mucho con la voluntad, pues es justo que el hombre desee, así como tiene que temer porque así se podrá distinguir a los hombres buenos de los malos.

Los griegos llegaban a un extremo con las perturbaciones, llegando a tratar de extinguirlas todas. De ahí el concepto de ''apatheia'' o que en español podríamos decir ''insensibilidad'', la cual es muy apropiada en ciertas ocasiones. No obstante, según San Agustín, la insensibilidad no es parte de esta vida. Agustín dice que sólo un hombre santo no puede sufrir perturbaciones, y que por otro lado, sólamente los hombres normales y ordinarios, como no pueden ser insensibles, necesitarán obtener el perdón de sus pecados. 

El primer hombre y el pecado

¿Cómo es que el hombre siendo bueno y creado con una voluntad buena pudo pecar de todas formas? Obviamente que esto fue a través del libre albedrío pues es allí donde se extrajo la mala voluntad. El hombre es malo porque él desea hacerlo, tiene la voluntad para soportar todo, así como tiene la voluntad de elegir el mal. 

El mal al hombre no le viene por una naturaleza distinta, sino que le viene por él mismo. En este sentido, los grandes hombres que lamentablemente pecaron no se puede decir que cometieron un error, en efecto, Salomón no se volcó a los dioses extranjeros por equivocación sino por voluntad. 

El primer pecado, o el primer sufrimiento del hombre fue la vergüenza. Una vez que Adán y Eva desobedecieron a Dios les fue concedida la vergüenza por su acto impío. Dios sabía que Adán había desobedecido y le pregunta ciertamente:

''Adán ¿dónde estás?''
(Génesis 3:9)

Pero esta pregunta no es hecha por la ignorancia, sino más bien dicha con la intención de reprender a Adán quien estaba sirviéndose del árbol de la sabiduría. 

Separación del alma y el cuerpo

Los paganos dicen con cierta lógica que los cuerpos corruptibles no pueden llegara a ser incorruptibles porque no son eternos. Prefieren decir, como lo vimos en Platón, que los cuerpo son malos y las almas son buenas y eternas. Sin embargo, si esto es así, entonces los dioses paganos que son sensatos e inteligentes debieron escapar de los dominios corporales que tenían. Es decir, Júpiter escaparía de la tierra porque es corpórea. 

Dios sí puede hacer que los cuerpos sean eternos, pues así pasó con los de Adán y Eva que tuvieron sus cuerpos inmortales pero a causa de sus pecados se les fueron arrebatados.

El cuerpo en el paraíso

Nada prohíbe creer en que el paraíso es una cierta metáfora para creer que hubo un lugar ''terrenal''. Cada una de las cosas del paraíso simboliza otra:

  • Los cuatro ríos representan las virtudes: prudencia, fortaleza, justicia y templanza. 
  • Los árboles todas las ciencias útiles.
  • Los frutos de los árboles serían las costumbres de los hombres.
  • El árbol de la vida la misma sabiduría
  • El árbol de la ciencia y el mal simboliza el libre albedrío.

Aunque pueda entenderse de esta manera metafórica, nada impide que este paraíso hubiera tenido una existencia física o terrenal, pues Dios podría haberlo hecho así también. 

Cuerpos animales y vivificantes


Adán partió con un cuerpo y alma vivificantes porque estaban en el Edén. Pero cuando comenzaron a pecar a través del árbol de la sabiduría, sus cuerpos se convirtieron en cuerpos animales. No obstante lo anterior, los hombres (porque todo el pecado se heredó a todos los hombres) pueden volver a tener un espíritu vivificante por medio del mérito y de la gracia de Dios. 


Para crear al hombre se cuenta el relato del soplo divino que Dios puso en el hombre, flujo divino que significó básicamente la adquisición del Espíritu Santo. Sin el Espíritu Santo el alma no existiría y por lo tanto el hombre no viviría. El hombre morirá cuando se quede en el pecado, pero vivirá si sigue las S.E., como lo pidió Dios y Cristo. 

Conclusión

Más que un libro apocalíptico o totalmente desesperanzador, el libro XIII de La ciudad de Dios nos exhorta a pensar que hay una segunda oportunidad para estar en el Reino de los cielos. Todo esto es posible una vez que conocemos el bien y las historias bíblicas, pero si es así ¿por qué el hombre peca de todas maneras? por su voluntad, está claro. Pero ¿por qué el hombre elige por libre albedrío el mal y por lo tanto el pecado? pareciera ser que de algún modo la voluntad nos ''engaña'', aunque ya esa es otra discusión. Seguimos con el análisis del pecado en el siguiente libro.