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lunes, 15 de mayo de 2017

San Agustín de Hipona - La Trinidad (Libro XII: Hombre interior y hombre exterior) (399).

En contra de todos los razonamientos antiguos y postulados que se crearon acerca del hombre, San Agustín de Hipona explica la relación que debe tener el hombre interior y  el hombre exterior para con Dios o Santísima Trinidad. Nadie quisiera tener a un contrincante tan agudo como lo es San Agustín quien no da rienda suelta a sus pensamientos, pero que tampoco se deja convencer por las tradiciones filosóficas de la historia. Veamos la relación entre hombre interior y hombre exterior en los siguientes apuntes. 

LA TRINIDAD

LIBRO XII: EL HOMBRE INTERIOR Y EL HOMBRE EXTERIOR

El razonamiento del hombre

Es justamente esto lo que nos diferencia de los animales, ni siquiera las imágenes nos hacen distintos de ellos, sino que lo que realmente nos diferencia es cómo ocupamos la información que tenemos retenida en la memoria. 

La razón no se hizo de manera solitaria y sin ninguna relación al mundo exterior; todo lo contrario, esta nos ayuda a comprender el mundo que nos rodea y por eso es que también existe Trinidad aquí. Primero tenemos la razón, luego lo que informa a la razón y finalmente los sentidos externos.

¿Cómo es que la razón puede entender el mundo exterior siendo que son cosas contrarias? en el mundo exterior, es decir, en todo objeto hay presencia de espíritu y por lo tanto de Dios. Recordemos que en las premisas metafísicas de San Agustín, todo lo que es cuerpo es creado por Dios. 

La imagen del hombre

El hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios, en otras palabras, fue hecho a imagen de la S.T. Es por eso que podemos hablar de la Trinidad en el hombre interno y el hombre externo.

La mujer y su relación con Dios y el hombre

Nos hemos referido bastante al hombre,pero ¿qué hay de la mujer? Veamos lo que nos dice la biblia:

''El varón no debe cubrir su cabeza, porque es imagen y gloria de Dios, pero la mujer es gloria del varón''
(1 Colosenses 11:7)

¿Querrá decir esto que la mujer no es imagen de Dios? La cita bíblica anterior la dijo San Pablo, pero de acuerdo a San Agustín, la mujer entra en la misma categoría del hombre en la creación por lo dicho en el Génesis:

''Hizo Dios al hombre, a imagen de Dios lo hizo; macho y hembra los hizo y les dio su bendición'' 
(Génesis 1:27-28)

De acuerdo a San Agustín, la mujer por sí sola no es imagen de Dios. Tanto el hombre como la mujer son imagen de Dios en conjunto pero no por separado. Además, debe pensarse que el hombre es imagen de Dios no por su corporalidad sino que por su razón, cosa que es común entre el hombre y la mujer. 

Los defectos del hombre

El más grave pecado que puede tener el hombre es la soberbia. El hombre, al verse pequeño en el Universo quiere ascender y verse más grande cada vez. Este afán de superioridad lo lleva a tener los más ambiciosos deseos en detrimento de la humildad y el bien que supuestamente debe representar el hombre. 

El hombre puede equivocarse muchas veces, pero el error estriba en querer las cosas corporales en vez de las materiales. Un error grave es conocer las cosas por el alma y hacer que el alma consiga estas cosas por medio de razonamientos, es decir, el razonamiento debería estar al servicio de las cosas divinas y no corporales.

Otro de los defectos del hombre y de la mujer es el pensamiento ilícito. Este pensamiento corresponde a las cosas que se tienen por prohibidas, pero que en el pensamiento permanecen ocultas. El pecado es mucho peor cuando se tiene en el pensamiento, pues si se tiene ahí con mayor razón se podrá volver concreto. Es necesario, dice San Agustín, que cualquier pensamiento ilícito que tenga el hombre tiene que alejarse a través del perdón, es decir, al momento de tener dicho pensamiento, el hombre debe pedir perdón de aquellos. 

Ciencia y sabiduría

Siempre se han unido estos dos conceptos, pero la verdad es que la biblia los separa. De acuerdo con el pensamiento de San Agustín, la ciencia corresponde a la acción y la sabiduría a la contemplación.  

El reconocimiento de las cosas carnales y su alejamiento pertenece a la sabiduría, mientras que aguantar estoicamente los placeres y estímulos del cuerpo pertenece a la ciencia. En otros tiempos, los filósofos griegos habrían mezclado la sabiduría con la ciencia y dejarían a los sentidos del cuerpo en último lugar. 

Platón y los pitagóricos

San Agustín se refiere a Platón y su teoría de la reminiscencia la cual supone que el alma existió antes, y que todo el conocimiento que tiene esta se debe a que debe recordar todo lo que ha aprendido en otras vidas. Todos tienen todo el conocimiento del mundo, pues el alma es inmortal y el alma ha acumulado todo ese conocimiento en su interior. 

Sin embargo, deberíamos decir que no todos fueron gramáticos, profesores o abogados en otro tiempo por lo que no podríamos hablar de un conocimiento universal, de hecho, seguiríamos hablando de experiencias. Muy idéntico parecer tenían los pitagóricos quienes también decían que cuando hacían una cosa muy bien siendo que nunca la habían realizado, decían que la recordaban de otra vida. 

San Agustín no está en absoluto de acuerdo con la teoría de la reminiscencia, pues esto dice que el conocimiento consiste nada más que en ''recordar'', lo cual desplazaría a la razón reduciendola a un simple recuerdo de una experiencia en otra vida. 

En lo que sí podría estar de acuerdo Agustín sería en los niveles de realidad planteados por Platón (aunque sólo con ciertas cosas), porque el hombre comienza con el saber de las cosas exteriores y después va escalando hacia la comprensión de las cosas divinas (interiores). 

Conclusión

¿Qué otro tipo de conclusión podríamos tener más que de las ya planteadas anteriormente? el hombre interior es el importante, mientras que el exterior sólo sirve como medio para llegara las cosas más elevadas. Me interesa ver como Agustín, y la mayoría de su filosofía, es tomada de las ideas de Platón pero con ciertas concesiones y diferencias. En efecto, una teoría tan pagana y tan antropológica como la de Platón no serviría para sostener el planteamiento de la Iglesia Católica.