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jueves, 26 de enero de 2017

San Agustín de Hipona - El Maestro (389).

Aquí podremos ver como el santo de Hipona enseña a su pequeño hijo Adeodato las cosas referentes a la maestría. Aunque pudiera parecer en libro pedagógico, más allá de eso podríamos decir que es una exhortación a cómo enseñar a ver a Dios dentro de nuestro interior. Por otro lado, también es un importante libro que influenció el campo más significativo en la lingüística: la semiótica. la lingüística  San Agustín de Hipona espera contestar quién es el verdadero maestro y quién realmente enseña, pues una cosa es que el hombre nos enseñe quién es Cristo y otra cosa es que el mismo Cristo se nos manifieste para enseñarnos. Lo sé, parece otro trabajo de exhortación, pero la verdad es que tiene mucha filosofía en su contenido, sobre todo cuando se habla del significado y el signo. Veamos que nos trae el libro ''De magistro'.

Referencias:

(1) Contrario a lo dicho por Platón quien aseguraba que lo malo es involuntario. El acto de pensar es totalmente voluntario y en el pensamiento plotiniano el bien se hace voluntariamente. En el caso de San Agustín, el bien se hace tanto voluntariamente como involuntariamente; el mal sólo puede ser voluntario. 

EL MAESTRO


Introducción


Antes de leer este libro debemos explicar que el aporte que éste tiene a la lingüística es fundamental. Lo que discuten aquí San Agustín y su hijo Adeodato es la relación que las cosas tienen con el signo y el significado. Llamaremos ''signo'' a todo medio que nos ayude a expresar una cosa (palabras o gestos), mientras el significado (o como le dice Agustín significable) será la definición o descripción de las cosas. 


Capítulo I: Finalidad del lenguaje

Agustín le pregunta a Adeodato si hablar es lo mismo que enseñar, a lo que Adeodato responde negativamente. En efecto, el hombre puede cantar, orar y hablar sólo muchas veces por lo que eso no implica enseñar.

Sin embargo, para que alguien pudiera aprender debe escuchar la oración y la correcta acentuación de lo dicho. Ahora, claro, lo que se enseña realmente en la oración, más allá de las palabras es el significado de cada una de ellas. Es así que las palabras se convierten en signos. 

Capítulo II: Las palabras expresan el significado

En este sentido, siguiendo la lógica anterior podríamos decir que las palabras son signos. Veámoslo en el siguiente ejemplo:


''Si nihil ex tanta superis placet urbe relinqui''
(Si es del agrado de los dioses no dejar nada de tan gran ciudad)

Si aquí hay ocho palabras entonces hay ocho signos, ahora, cada palabra en sí expresa algo porque toda palabra tiene un signo:

Si: significa duda

Nihil: significa nada, pero Agustín le dice a Adeodato que la nada no puede ni siquiera significar; por lo tanto, no hay signo en esta palabra. Sin embargo, Adeodato le dice con razón que nada puede pronunciarse en vano. Si decimos ''nada'' queremos expresar justamente la carencia de la palabra, por lo tanto, la nada igual quiere decir ''algo''.

Agustín respondiendo a Adeodato dice que eso es justamente una contradicción, pues lo que es nada no puede llegar a ser algo. No obstante, ¿será posible demostrar la nada? No, por lo tanto, podríamos decir que la palabra ''nihil'' sólo es demostrable audiblemente y no gestualmente. 

Ex: en español significa ''de'' lo que quiere decir que es una especie de preposición. Aunque, según Adeodato, en latín la palabra ''ex'' también puede significar ''desde'' a lo que San Agustín no está de acuerdo porque ''desde'', sólo se puede explicar en otros contextos, lo que conduciría a otra contradicción. 

Ahora si lo pensamos en español, la palabra de puede reemplazarse por ''desde'' en los siguientes ejemplos:

El viene de Chile
El viene desde Chile

A pesar de todo esto, Agustín le dice que se siga con la investigación de las palabras aceptando que algunas palabras puedan tener dos significados. 

Capítulo III: ¿Existen cosas sin signos?

El capítulo de ahora quiere decir si es posible que las cosas se puedan representar sin signo alguno. Adeodato dice que puede ser posible que una palabra se demuestre sin ser dicha; por ejemplo, si solamente te muestro una cosa (piedra) sin decir su nombre, ya se sabrá qué es, sin necesidad de pronunciar la palabra. 

Ahora, claro, cuando recurrimos a esa demostración necesitamos que la piedra sea visible, es decir, el cuerpo debe ser visible para ser demostrado. Sin embargo, Agustín nos dice que no es necesario que la cosa sea visible para que sea demostrada, así es como hablan los sordos que pueden expresar muchas cosas sin decir palabra alguna, sólo con la gesticulación.

Por lo tanto, no es necesaria la palabra para demostrar el significado de alguna palabra, pues, si quiero decir la palabra ''levantarse'', y no pudiera hacerlo mediante las palabras, entonces lo deberé hacer a través de la mímica; y en ese caso, no estoy expresando ninguna palabra. 


Capítulo IV: Cómo los signos representan otros signos

Cuando hablamos estamos usando signos, pues toda palabra es un signo porque designa nombres. Un nombre puede demostrar otro nombre ¿cómo es así? por ejemplo, cuando tratamos de definir una palabra por medio de un sinónimo. Si esto es cierto, entonces un signo puede mostrarse por otro signo. De hecho, si lo pensamos bien, la palabra escrita es un signo, y la palabra interior es otro signo que tenemos; la palabra escrita explica la palabra en sí. 

Tipos de signos

¿Las palabras son los únicos signos que existen? hay palabras como ''gesto'' o ''letra'' que son signos y que a la vez significan algo, más lo que ellas significan no es un signo:

Signo: la palabra piedra.
Significado: material duro de elevada consistencia.

Sin embargo, los signos no sólo se representan con palabras audibles (como dijimos en el capítulo anterior), sino también con palabras escritas. ¿Por qué? porque los signos tienen dos modos de recepcionarse: el oído (palabra) y la vista (gestos). 

Signos y significables

Hay nombres que significan múltiples cosas; por ejemplo, la palabra Rómulo:

Rómulo: Roma, virtud, emperador, río etc. 

Todas estas palabras biens son signos, pero la definición de ellas no lo son, pues estas se llaman significables.

Diferencia entre palabras y nombres

Todas las cosas que se pueden pronunciar con la articulación de la boca se llaman palabras. Es así que los nombres también son palabras, pues también parten desde la articulación de la pronunciación. Por ejemplo, cuando un señor le dice a su siervo ''Quiero buenas palabras'' si bien pide palabras, para decir las palabras necesita los nombres. 

Por lo tanto, cuando decimos un nombre decimos también una palabra (verbum), así, podríamos decir sin problemas que el signo de la palabra es el nombre. 

El impacto del nombre o la significación que da este a las cosas es de suma importancia para comprender, sin embargo, hay cosas que el nombre no puede alcanzar y la palabra sí. Por ejemplo, si recordamos la cita de Adeodato (Si nihil ex tanta superis...), la palabras ''Si'' y ''ex'' no son nombres, pero sí son palabras. Por lo tanto, todos los nombres son palabras, pero no todas las palabras son nombres

Todas las cosas que significan algo llamamos signo (porque son inseparables del significable), más no todo signo es palabra. ¿Por qué? veamos las insignias militares o los logotipos de una tienda. Estos son signos pero no necesitan palabras para ser expresados. 


Capítulo V: Signos recíprocos

San Agustín se pone a examinar las palabras que tienen más de un significado; por ejemplo, la palabra latina ''coniunctio'' (que en español significa conjunción). Esta palabra significa 6 cosas al mismo tiempo:

  1. Si (condicional)
  2. O (alternativa)
  3. Pues
  4. Sino
  5. Luego
  6. Porque

Sin embargo, ninguna de estas palabras significa el cuatrisílabo ''coniunctio''. 

¿Las palabras y los nombres son lo mismo?

Habíamos afirmado en el capítulo anterior que todo nombre es una palabra, pero que no toda palabra es un nombre. Ahora San Agustín parece retractarse y demostrar otra opinión. 

Primero comienza con la etimología de la palabra pues la palabra ''palabra'' proviene del latín verbum y que a su vez ésta proviene de verberare que significa ''herir''. Nombre proviene del latín nomen que se deriva de noscere que significa a su vez ''conocer''. 

Palabra: viene de herir
Nombre: viene de conocer

De Aquí que San Agustín nos diga que la palabra ''hiere'' al oído para luego ser comprendida y retenida en la memoria. La palabra nombre que viene de ''conocer'' más que de una cosa sensible, proviene del espíritu. 

Todas las cosas se nombran y al nombrarse debemos utilizar nombres. Si todas las palabras son nombres, entonces todos los nombres son igualmente palabras. Incluso si nombramos una conjunción como ''luego'', ''pero'' o ''entonces'', las cuales dijimos que no eran palabras, tendremos que nombrarlas para que existan. Si todas las palabras las podemos preguntar de la siguiente manera:

¿Cómo se llama?

¿Qué es eso?

Todas estas preguntas implicarán usar el nombre de cada cosa que se pregunta. La acción de nombrar cosas necesita de nombres para darle una identificación a las cosas. 

Capítulo VI: Signos que significan a sí mismos

Para San Agustín, no sólo la palabra y el nombre son idénticos, sino que también lo son los vocablos. En efecto, si los vocablos pertenecen a los mismos nombres. 

El nombre en sí mismo sería un signo y además puede significarse a sí mismo en cuanto nombre. Si digo ''la casa está lejos'' cada una de estas palabras es un nombre y esto es lo que todos tienen en común.  En otras palabras, cuando se nombra una cosa se dice el nombre de aquella y por otro lado la debo nombrar, es decir, la palabra ''nombre'' se entiende por sí misma como también se entiende por otras cosas ''nombre del perro''.

Así, como las palabras son signos y los signos son palabras, los signos son nombres, como los nombres son signos y finalmente, los signos significan a sí mismos, tanto con los nombres se significan a sí mismos. 

Capítulo VII: Resumen de lo anterior



Aquí resumimos todas las cosas recién aprendidas:


  • El lenguaje sirve para enseñar.
  • Las palabras son signos y los signos palabras.
  • Existen signos audibles y gestuales.
  • Un signo se demuestra por otro signo.
  • Un signo no sólo demuestra signos, sino también significables.
  • Las palabras son nombres y los nombres son palabras.
  • La única diferencia entre nombres y palabras son sus sonidos al pronunciar.

Hasta ahora esto ha sido lo que por resumen hemos visto sobre el lenguaje y sus especificaciones. 

Capítulo VIII: El juego dialéctico


Agustín le asegura a Adeodato que este ''juego de palabras'' es aún más serio y dialéctico de lo que parece. Si bien los signos pueden referir a otros signos, es también cierto que los signos y sus significables son inconfundibles, aunque a veces confundieran. Veamos la siguiente frase:


''El hombre es hombre''

Si bien puede parecer una tremenda obviedad, el primer concepto de hombre es un signo, mientras el segundo es un significable. Pa hacerlo más claro, veamos el siguiente ejemplo:

''El hombre es animal''

Aquí vemos la diferenciación más clara. La palabra ''hombre'' es sólo un nombre y por lo tanto un signo y animal se diferenciaría del signo ''hombre'' al ser éste último el significable. Por lo tanto, si se pregunta qué es un hombre, bien se podría decir que es tanto un nombre (de alguna cosa) como también decir su significable que es animal-mortal-racional. 


Capítulo IX: ¿Qué es más importante? ¿el signo o el contenido de los signos?

Por supuesto, para Agustín es mucho más importante el contenido de los signos (que en este caso sería el significable) que el signo mismo. En efecto, ninguna cosa se nombra a no ser por el significado que de ésta se tenga. 

De esta forma, podríamos decir que el lenguaje es mucho mejor que las palabras porque finalmente, las palabras son el medio de aprendizaje del lenguaje. El hombre tiene la necesidad de hablar justamente para enseñar todo lo que sabe. 

Sin embargo, Adeodato agrega una duda razonable al planteamiento de su padre. ¿Qué acaso el conocimiento de la palabra es menos importante que el conocimiento de lo que significa? Para Adeodato hay cuatro cosas en el lenguaje:
  1. Nombre
  2. Cosa
  3. Conocimiento del nombre
  4. Conocimiento de la cosa

Si la primera es superior a la segunda, ¿por qué no ha de ser la tercera mejor a la cuarta? Agustín le responde que eso traería muchos problemas, pues ¿acaso es mejor que la palabra vicio (vitium) sea conocida como palabra y no como significado? obviamente es mucho más importante el conocimiento de la cosa que su significado. Lo mismo pasaría con la palabra virtud, ¿será mejor conocerla solamente como palabra o como cosa? 

Capítulo X: ¿Es posible enseñar sin signos?

Adeodato acepta que el signo sí se puede enseñar correctamente a través de las cosas audibles, más no se puede enseñar correctamente con gestos. 

Adeodato pone como ejemplo el enseñar a través de gestos cómo caminar. La persona que quisiera enseñar esto tendría que pararse y caminar, sin embargo, ¿cómo podrá el profesor decir que exactamente ése es el correcto caminar? la persona que está aprendiendo podrá engañarse porque puede pensar que solamente es caminar lo que el profesor le dijo en ese específico momento, nada más.
Agustín comienza el análisis de la duda de Adeodato de la siguiente manera. ¿Será lo mismo enseñar que significar? En realidad, los profesores usan los signos para enseñar y no usan la enseñanza para hacer signos. Sin embargo, la enseñanza es imposible si no se realiza por signos

Si bien se ha demostrado algo importante, la duda de Adeodato aún no ha quedado respondía en cuanto al aprendizaje por gestos con la lección de caminar. El giro de lo que viene es sorprendente porque San Agustín se retracta de lo dicho anteriormente, es decir, de que ''la enseñanza es imposible si no se realiza por signos''. ¿Cómo? con el siguiente ejemplo:

  • Imaginemos que un ave ve que un cazador furtivo mata a un halcón con una escopeta. El ave apenas vea a un cazador aprenderá inmediatamente que no debe acercarse al cazador. 

¿Qué signos ocupó el ave para aprender que no debe acercarse al cazador? ninguno. De este modo, los signos no son necesarios para aprender. La experiencia puede dar sin necesidad de instrucción, el aprendizaje necesario. 

Los signos no enseñan nada por sí mismos

En efecto, en nada me sirve saber solamente el nombre de las cosas si no sé lo que significan. El conocimiento de la palabra es la que nos hace valorar después la palabra misma; por lo tanto, el significable sigue siendo aún más importante que el signo. 


Capítulo XI: La importancia de la verdad

El conocimiento de las cosas aumenta el conocimiento de las palabras. De ahí que San Agustín afirme que oyendo palabras ni palabras se aprenden. 

Ahora, para aprender hay que creer, pues si no se cree en la autoridad entonces nunca se podrá alcanzar la razón. La razón no es una cuestión independiente, y es por eso que se necesita empezar por la creencia de las cosas. Siempre se parte con que uno cree todo lo que entiende, pero no puede entender todo lo que cree. 

Si primero creemos, luego razonamos, entonces el ''último'' paso sería reconocer la verdad que existe en todo. La forma de conocerla es viendo al hombre interior que habita en cada uno de nosotros, y ese es Cristo. 


Capítulo XII: El espíritu en el lenguaje

No podemos referir el lenguaje solamente a los sentidos, pues estos no son lo único que nos hace comprender el lenguaje. La mente también juega un papel importante, sobre todo en lo significable de los signos. 

Otra cosa es cuando nos preguntan de las cosas que alguna vez hemos sentido. Es ahí cuando trabaja la memoria que trata de rescatar esas imágenes que alguna vez tuvimos impresas en nuestra mente. Ahora, si dicha persona nunca ha visto o oído alguna palabra, pero sin embargo hay algo que le dice que la conoce; entonces tenemos un caso de ''fe'' en creer que alguna vez conoció una palabra. 

En todo caso, cuando a alguien se le dice algo existen tres opciones:


  1. Ignorar que es verdadero.
  2. No ignorar que es falso.
  3. Sabe que es verdadero. 

En la primera hipótesis la persona dudará u opinara; en la segunda, la persona niega y contradice; y en la tercera, la persona confirma. Si vemos la última opción, cuando la persona afirma significa que nunca aprende

Capítulo XIII: Las palabras no manifiestan el espíritu

Sólo quien es capaz de ver su voz interior no podrá nunca equivocarse porque quien lo hace sabe de lo que habla. En cambio, quien sigue las palabras de otro no está guiándose por su voz interior, y puede caer en error. 

De ahí que las palabras no tengan ningún valor, pues nunca sabremos si la persona que dice algo guiándose por su voz interior, o por la voz de alguien más. 

Problemas del lenguaje

San Agustín nombra diversos problemas que suceden en el lenguaje:

  • Error del pensamiento y lenguaje: muchas veces el hombre dice palabras que no piensa. Esto ocurre cuando el hombre pronuncia palabras aprendidas de memoria, y que se reemplazan por otras; por ejemplo, cuando no se aprende correctamente una canción.
  • Poco discernimiento entre verdad y mentira: Debido al error anterior no se puede saber si el hombre dice la verdad o no, aunque se debe saber muy que la mentira se piensa(1).
  • Consecuencia entre lo hablado y lo pensado: Otro de los problemas planteados es que muchas personas no dicen lo que piensan a las personas que deberían escuchar. Estas personas, cuando se encuentran con las personas de las cuales tienen cierta opinión, se guardan su opinión y no se sabe si en verdad tienen algún problema con dicha persona. 

Como vemos, los problemas del lenguaje que habla San Agustín no son ''físicos'' o ''lógicos'', sino más bien, si es que podemos decirlo de esta manera, moralmente. 

Capítulo XIV: Cristo enseña dentro y el hombre advierte afuera

Es ridículo que los padres envíen a los niños al colegio para aprender la opinión del maestro. Los niños aprenden las asignaturas que el profesor imparte, y luego los niños juzgan si lo dicho es verdad una vez que ponen en práctica lo aprendido. 

El aprendizaje de los alumnos no ocurre cuando el maestro habla, sino que ocurre cuando los alumnos experimentan lo que habló el maestro. De aquí que podremos distinguir la palabra interior y la exterior en el aprendizaje:

  • Palabra exterior: la palabra del maestro
  • Palabra interior: la apropiación del contenido por parte del alumno. 

Esta palabra interior siempre ha existido y es justamente la de Cristo. La palabra exterior no es la que verdaderamente enseña, pues un mortal no puede dar algo tan divino como es el aprendizaje del alma. Sólamente Cristo, a través de nuestra voz interior (porque Cristo es el bien) puede realmente enseñarnos. 

Conclusión

La importancia de este libro es fundamental en el estudio de la comunicación o más precisamente en la semiótica. De aquí en adelante nos quedarán las palabras más destacadas de este libro ''signo'' y ''significable''. No contento con eso, gracias a San Agustín, hemos visto también los problemas del lenguaje a nivel moral, pues toda comunicación trae una consecuencia ya sea positiva o negativa en otro ser humano. Finalmente, es infaltable que todo esto se relacione con la religión Católica, al tratar de justificar el lenguaje de manera innata. 

miércoles, 20 de mayo de 2015

Platón - Crátilo (o del lenguaje).


Uno de los primeros libros de lingüística de la humanidad. El estudio y el análisis del lenguaje era una cuestión controvertida en la Antigua Grecia. Ya lo vimos en el sofista con el razonamiento irresoluble o aporía que se relacionaba con la palabra ''nada'', recordemos que no podemos referirnos lingüísticamente a la nada sin caer en una aporía.

Podríamos preguntarnos eternamente sobre el verdadero nombre de las cosas, o si los que ya están conformados ahora corresponden razonablemente a cada una de estas. Un libro para aprender de las funciones del lenguaje, un poco de etimología y finalmente el aspecto filosófico que subyace en cada uno de sus temas. Veamos el análisis del crátilo o del lenguaje.

Referencias:

(1) Recordemos que la opinión tiene que ver con el mundo sensible y en este caso también representa subjetividad.

(2) El significado del nombre Hermógenes es ''del linaje de Hermes''.

C-R-A-T-I-L-O


Personajes:

-Sócrates
-Crátilo
-Hermógenes 


Los nombres de las cosas

Crátilo está convencido de que los nombres de cada cosa representan perfectamente lo que son las cosas, y que no se inventaron por un acuerdo entre los hombres. De hecho, los bárbaros se refieren a las mismas cosas por el mismo nombre que usan los griegos. ¿Cómo entonces no van a representar lo que realmente son? Por ejemplo, ¿cómo sabemos que a lo que llamamos planta le corresponde su nombre ''planta''?

''Sócrates'' corresponde justamente a lo que es Sócrates; sin embargo, Hermógenes(2), un amigo de Sócrates, dice que él no representa perfectamente lo que su nombre significa. Al preguntar Hermógenes a qué se debe esto, Crátilo le responde que no puede decírselo y se va.

Inquieto sobre esto, Hermógenes le pregunta a Sócrates qué sabe el del origen de los nombres y si estos corresponden cabalmente a lo que son las cosas. Admitiendo que es un tema totalmente difícil, Sócrates se propone investigarlo.

¿Consenso o exactitud en los nombres?

Hermógenes cree firmemente que los nombres se dan por consensos, pero está dispuesto a escuchar a Sócrates sobre lo que tiene que decir. 

Sócrates comienza con definir lo que es hablar con verdad y hablar con falsedad. Por lo tanto, quien designe con un nombre a las cosas como son hablará con verdad y quien designe con un nombre a las cosas que no-son hablará con falsedad. Así se crearían dos tipos de discursos: uno falso y otro verdadero

La discusión comienza cuando se pregunta si el discurso verdadero lo es en su totalidad o solo en partes. Cuando nos referimos a las ''partes'' del discurso, nos referimos a los nombres, frases, o estructuras que componen un discurso. Hermógenes afirma que si el discurso es verdadero sus partes también las serán. Si un discurso es verdadero, entonces los nombres que se encuentran en él también son verdaderos. 

Al aceptar esto, Hermógenes debería aceptar que los nombres representan perfectamente lo que son las cosas, ya que afirma que existe un discurso verdadero. Añade además que a las cosas se les atribuyen nombres según la percepción de cada uno, es decir, yo llamo a un objeto de tal forma y otra persona lo puede llamar de otra.

Sócrates pregunta a Hermógenes si acaso también cree en la frase de Protágoras ''el hombre es la medida de todas las cosas'' y que en verdad es el hombre quien le da esencia a las cosas. Pero Hermógenes ya aclara no creer en el sofista.

Si Hermógenes acepta que existen hombres esencialmente malos, entonces acepta que en las cosas existe algo que no es consensuado sino que le pertenece de forma inmanente, lejos de la intervención del hombre. 


Acciones e instrumentos

El hablar como acción

Entonces, la esencia de los seres se da por naturaleza y no por la acción del hombre. De hecho, las acciones con las que el hombre interviene en la naturaleza, deben ser conformes a la naturaleza.
''Luego las acciones se realizan conforme a su propia naturaleza y no conforme a nuestra opinión(1)''. 

Es decir, para cortar (acción) una cosa (naturaleza) se debe hacer con un instrumento que esté conforme a ella. Por ejemplo, si yo quiero cortar madera debo hacerlo con el instrumento apropiado y no el que yo quiera (opinión). 

Por otro lado, el hablar también es una acción. Igualmente, si hablo de una cosa, debe ser en cuanto a su propia naturaleza. Al igual que el ejemplo anterior, hablar es una acción que debe llevarse a cabo acorde a la naturaleza del objeto. No puedo hablar de un objeto sin considerar la naturaleza del mismo. 

Y si hablar es una acción, nombrar lo será con mayor razón. 

Los instrumentos

Como establecimos que los nombres de las cosas se deben a su propia naturaleza y no a nuestro antojo, dicho nombre se puede saber a través de la aplicación de un instrumento.

Por ejemplo, lo que tiene que ser cortado debe ser cortado con algo. 

  • ¿Qué cosa cortaría un papel? una tijera.  
  • ¿Que cosa quemaría un papel? un encendedor.
  • ¿Que cosa nombra una cosa? un nombre.
Por lo tanto, un nombre es un instrumento ¿Qué tipo de instrumento? uno que nos da información sobre otra cosa. En definitiva, el nombre es un instrumento que nos ayuda a distinguir las distintas naturalezas de las cosas.

La persona que se encarga de nombrar, según Sócrates, será el profesor. Sin embargo ¿quién nos da los nombres? el profesor los nombra, pero finalmente son las leyes las que nos dan nuestros nombres, en definitiva, es el legislador quien nos da nombres. ¿puede cualquier hombre ser un legislador? No. ¿Quién lo será? quien sea sabio y dedicado al acto de legislar.

La creación de los nombres


Los artesanos para crear una estructura de madera tendrán que mirar la forma original de lo que quieren crear. Por otro lado, cuando se descubre el material para hacer un instrumento. Por ejemplo, si un escultor quisiera hacer una estatua de bronce, el debería saber cómo manipular el bronce para que finalmente sea una estatua. 

De esta forma, el legislador debe saber como poner los nombres a las cosas. Debe conocer las sílabas y los sonidos que lo conforman. Después, distribuir los nombres a todas las cosas que correspondan y cada legislador usará distintas sílabas, no siempre las mismas porque así como el herrero usa diferentes tipos de hierro para forjar metales, el legislador usará distintos sonidos y sílabas apara hacer nombres.

Ahora ¿quién puede decir que nombres son buenos y malos? Sócrates le dirá a Hermógenes que es el dialéctico. Será el dialéctico quien dirija la creación de nombres que el legislador debe dar. 


Homero y los nombres

Convencido de que no podría dar una solución en base a la filosofía de Protágoras, Sócrates le dice a Hermógenes que entonces mire hacia Homero. Es totalmente cierto que en la Odisea y la Ilíada Homero llamaba a todos por su nombre y dentro de las historias, los dioses llamaban a otros dioses por su nombre e incluso a los humanos, pero finalmente, es Homero quien da los nombres a los personajes a través de las historias. 

Esto no es menor, ya que habíamos dicho que solo los que sean sabios y dedicados en un arte podrán crear de buena manera lo que sea. 

Etimología de los nombres

Cuando Sócrates le explica sobre los nombres que Homero ponía a sus personajes, al mismo tiempo, le explica sobre la etimología de cada ellos y cuán bien representan lo que son. Aquí pondré algunos ejemplos.

Nombres de Héroes


  • Agamenón: Héroe de la mitología griega que aparece en la Odisea y en algunas tragedias. Su significado en griego quiere decir ''Obstinado''.
  • Orestes: Hijo de Agamenón y Clitemnestra. Su nombre significa ''Hombre de la montaña''. Sócrates dice que seguramente quien le dio el nombre quiso capturar su ferocidad y valentía ante las cosas.
  • Astaniacte: Hijo de Héctor y Andrómaca. Su nombre significa ''el rey de la ciudad''.


Nombre de dioses:


  • Zeus: Dios de los hombres. Su nombre significa ''causa de vida de todas las cosas''.
  • Poseidón: Dios del mar. Su nombre significa ''el que sacude la tierra''.
  • Hades: Dios del inframundo. Su nombre significa ''el invisible''.  

Nombres de la naturaleza:

  • El sol: Proviene del griego Halios (Ἥλιος). Es la construcción de las palabras ''congrega'' (halizei) y ''girar'' (heílein).

  • La luna: Proviene del griego Selene (Σελήνη). Es una variación de ''selas'' que significa ''luz''. 
  • Los astros: Proviene del griego ''Astron'' (άστρον) y de la palabra relámpago ''Astrape'' (ἀναστροφή).


 Nombres de intelectuales:


  • Daemon: Aquí se toma en cuenta lo que decía Heráclito sobre los ''demonios'' los cuales denominaba como raza dorada. Demonio significa ''conocedor'' o ''sabio''.
  • Héroe: Proviene del griego Eros (ἥρως) y quiere decir, según Sócrates, ''quienes fueron concebidos con amor''. Por otra parte, los héroes nacen de la relación entre un dios y una mortal.
  • Hombre: Proviene del griego Anthropos (ἀνήρ) y quiere decir, según Sócrates, ''examina lo que ha visto'' 

Nombres de lo que se compone el hombre:

  • Alma: Proviene del griego Psyche (Ψυχή). Es la construcción de ''porta'' (ochei), ''soporta'' (echei) y ''naturaleza'' (physis). Quiere decir que porta y soporta la naturaleza.

  • Cuerpo: Proviene del griego Soma (σώμα)y quiere decir prisión del alma.

Si bien son muchas más las etimologías, Sócrates dice que pareciera ser que cuando se habla de ellas es como si habláramos de cosas que no se mueven, pero al contrario, siempre están en constante movimiento. Otro tipo de movimiento al que se refiere Sócrates tiene que ver con el constante cambio lingüístico que han sufrido palabras del griego. Por supuesto, un presagio de lo que vendrá más adelante... lo que llamamos ahora el griego moderno. 

Sin embargo, existen palabras que permanecen y tienen un origen primario. Los de origen secundario se apoyan a través de estos y pueden explicarse. Quizás, la imitación de cada cosa podría resolver este problema y ésta imitación se llevaría a cabo por medio del sonido y las sílabas. No obstante, Sócrates nos dice que jamás se puede revelar lo primario por medio de la imitación, pero finalmente, Sócrates agrega que los nombres primarios son exactos porque así lo establecieron los dioses. 

Sin ningún argumento mejor, Sócrates le cede el turno a Crátilo de defender la postura de que los nombres corresponden a lo que son. 


El turno de Crátilo


Crátilo y Sócrates vuelven al tema anterior sobre quién pone los nombres. Los dos acuerdan que es el legislador, pero Sócrates al preguntar a Crátilo si entre las obras del legislador hay unas buenas y otras malas, este responde de que no, que todas las obras son buenas. 

Pero ¿qué pasa con Hermógenes? ¿Acaso como dice su nombre el proviene de la casta de Hermes(2)? Crátilo responde que Hermógenes no tiene su verdadero nombre, solo pareciera que lo tiene. Es decir, si se saludara a Hermógenes se cometería una contradicción, ya que según Crátilo, el nombre no corresponde. 

Para contra argumentar lo que dice Crátilo, Sócrates procede de modo similar a la conversación de Hermógenes y comienza a hablar sobre lo que es falso y verdadero. 

Sócrates dice que los nombres son como las pinturas, son imitaciones de las cosas verdaderas, por ejemplo, si yo llamo a alguien por su nombre, cuando este comience a hablar sabré inmediatamente si es un hombre o una mujer. Ahora como los nombres son imitaciones -igual que la pintura- unos pueden salir buenos y otros malos. Crátilo al aceptar afirmativamente esto cae en una contradicción con lo que decía al principio, ya que él decía que los legisladores jamás erraban en poner nombres.


La función de los nombres

Una vez refutado esto, Sócrates pide a Crátilo que diga cuales son las funciones de los nombres y dice lo siguiente:

''Creo que enseñar, Sócrates. Y esto es muy simple: el que conoce los nombres, conoce también las cosas''.

En efecto, quién conoce el nombre conoce a la cosa porque éste es semejante a la cosa. Pero ¿qué pasaría si el legislador que pone los nombres no fuera alguien de buen juicio y sin embargo, pone nombres a los ciudadanos? Crátilo vuelve a insistir que un legislador a la hora de poner nombre siempre lo hace con conocimiento, pero Sócrates lo rebate con un buen argumento: ¿Cómo es posible que un legislador pudiera saber como se llaman los nombres primarios si estos aún no estaban creados? ¿Qué objeto o qué referencia pudo haber tenido? Habíamos reconocido que el único modo de conocer las cosas es por el nombre; sin embargo, ¿cómo lo habrá hecho tal legislador?

Crátilo se rinde y declara en fin que existe una fuerza superior que originó los nombres primarios y que es imposible conocer. Esto daría pie a que es posible conocer las cosas sin necesariamente acudir a sus nombres. 


Conclusión

Difícil tema para Sócrates. Aunque pudo contra argumentar a Hermógenes y a Crátilo, queda un dejo de extrañeza sobre el origen de los nombres. Pareciera ser más convincente el argumento de que todos los nombres han sido consensuados, ya que sería muy difícil determinar si realmente son acordes a la naturaleza de las cosas. Los nombres así como las imitaciones, no pueden revelarnos la verdad. Recordemos lo contrario que era Sócrates al arte en La República, ya que ésta nunca iba a representar la verdad tal cual es. Y parece que en este caso, los nombres tampoco lo harían....

domingo, 19 de octubre de 2014

Platón - El banquete (o del amor).

¿Qué es el amor? ¿Cómo nació? ¿Cómo se podría describir? ¿Quién le enseñó a Sócrates todo lo que sabía del amor? ¿Cuál es la relación del amor con los dioses? Todas estas preguntas tienen respuesta en este pequeño libro de Platón donde su maestro Sócrates es invitado a un banquete para hablar sobre el amor. Este tema ha tenido una trascendencia increíble a lo largo de los tiempos, teniendo miles de descripciones posibles e incluso oposiciones. Un libro que sin dudas vale la pena leer.

Definiciones:

(1) Leneas: Una fiesta dedicada a Baco o Dionisio en la Antigua Grecia.
(2) Marsias: Sátiro que desafió a Apolo en un concurso musical.


Referencias:

(1) Fedro además, es un libro de Platón donde se discuten las características del alma.
(2) Caos fue el primero en existir, luego el engendró a Tierra y a Eros. Hesíodo lo menciona en su Teogonía.
(3) Alcestis fue una tragedia griega escrita por Eurípides.
(4) La opinión como un elemento que está entre la inteligencia y la ignorancia se abordó en el libro VI de La República. 

El banquete

Contexto:

            Agatón de Atenas, poeta trágico en el siglo 400 antes de cristo, quería celebrar su victoria en las fiestas Leneas(1) con un banquete en su casa. A éste banquete son invitados Fedro(1), Pausanias, Erixímaco, Aristófanes, Alcibíades (quien llega de sorpresa al final del banquete) y Sócrates. 

Comienzo del libro:

         Apolodoro, quien estaba recién saliendo de su casa de Palero, se encuentra con un amigo quien le pide que por favor le hable sobre la conversación que hubo en la casa de Agatón donde discutían sobre el amor. 

        El primero en hablar fue Erixímaco quien propuso que en presencia del banquete se hablara sobre el dios Eros, el dios del amor. Cada uno de los invitados debía recitar un discurso por separado sobre el amor y el primero en pronunciarlo sería Fedro.


Primer discurso
Fedro 

Fedro dice que Eros es uno de los dioses más antiguos considerando que luego del Caos existió la Tierra y Eros(2). Además de ser antiguo, Fedro afirma que también es el que depara más bienes a los hombres que cualquier otro dios, ya que para un joven no hay nada mejor que un amante virtuoso. 

Por otra parte, cuando un hombre es atrapado en una situación mala y vergonzosa, éste no querrá que su amante sepa dicha situación. Antes querrá que lo sepan sus familiares, pero no su amante. 

Imaginemos a un soldado que este siendo observado por su amada y que por cobardía, éste soldado tire las armas y se retire, ésta sería la peor de las vergüenzas que podría pasar. En cambio, si el soldado realmente amara a su amante, se armaría de valor para salir a batallar; porque eso es el amor, es estar dispuesto a morir por el otro. Por otro lado, las mujeres tampoco se quedarían atrás. Basta recordar la tragedia de Alcestis(3) quien fue revivida por los dioses por el amor que tenía a su esposo. 

Así, Fedro termina su discurso elogiando a Eros como uno de los dioses griegos más antiguos y quien más beneficio da a los hombres ya estén vivos o muertos. 

Segundo  discurso
Pausanias



Pausanias no parece estar de acuerdo con el discurso de Fedro, ya que Pausanias asegura que existen dos Eros. Una que nació de Urano llamada Urania; la otra que es hija de Zeus y Dione considerada Afrodita y llamada Pandemo. Así se distinguen dos clases Uranio y Pandemo.

Eros de Afrodita Pandemo:

Es conocido por sus acciones bajas, es decir, el amor que se produce al azar y dando preferencia al cuerpo por sobre el alma. Solo se ama a al persona con menos raciocinio porque lo único que se quiere de ella es el disfrute del cuerpo. Aman tanto a mujeres como a jóvenes sin importar si es bueno o malo. 

Dice Pausanias que la actitud de éste Eros se debe a que es porque nació de la hembra (Dione) y del varón (Zeus).

Eros de Afrodita Uranio:

Como es nacida solo de varón (Urano) y por lo tanto su amor se dirige solo al género masculino, que es considerado por Pausanias como el más fuerte y más inteligente. Éste es uno de los amores más puros y duraderos. En este tipo de Eros, la razón para amar es para toda la vida.  

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Pausanias quiere decir que el amor de por sí no es bello ni es feo; bello sería si se siguen las reglas de la virtud (ser valiente, honesto o sincero) y es malo si no se siguen (ser cobarde, mentiroso o vicioso). 

El amor del primer Eros no sería duradero, ya que privilegia al cuerpo por sobre el alma. El cuerpo con el paso del tiempo se deteriora y es ahí cuando el amante buscará otro cuerpo joven donde satisfacerse; en cambio, en el segundo Eros tenemos a un amante que ama a algo que es durable, el alma.


Tercer  discurso
Erixímaco

Una vez terminado el discurso de Pausanias, el turno seguía para Aristófanes. Sin embargo, Aristófanes tenía un hipo que no le permitía pronunciar el discurso (seguramente por haber comido demasiado). Entonces, su turno se lo cede al médico Erixímaco quien accede con gusto diciendo a Aristófanes que solo tuviera paciencia con el hipo, o que hiciera gárgaras con agua.

Como buen médico, Erixímaco en su discurso dice que los humanos tienen dos partes en su cuerpo; partes que son sanas y otras que son enfermas. Erixímaco dice que las partes desiguales se aman entre sí, esto es posible verlo en el trabajo del médico cuando éste debe hacer que las partes que son desiguales, vuelvan a ser unidas para formar una especie de armonía en el cuerpo.

Lo mismo ocurre en la música. El ritmo debe ir en coordinación con la armonía, ya que de otro modo no podría haber música. Lo grave y lo agudo no resulta bueno si están como contrarios, deben ser complementarios para que formen un buen sonido.

Erixímaco también utiliza la referencia de Pausanias diciendo que si nos entregamos al amor del Eros Uranio, entonces conoceremos todo el poder verdadero del amor; en cambio si nos entregamos al de Pandemos, solo obtendremos la apariencia del amor y no su verdadera forma.

Cuarto  discurso

Aristófanes

Aristófanes, quien ya está sanado del hipo, procede a decir su discurso que por lo demás, es el más distinto y a la vez el más especial de los discursos que pronunciar en aquel banquete.

Aristófanes nos relata una vieja historia sobre los sexos que existían antes: Los hombres, las mujeres y los andróginos. Los andróginos eran unos seres que tenían todas las características tanto de los hombres como de las mujeres. Eran personas en forma de circulo con dos caras, cuatro brazos, cuatro piernas, cuatro orejas y dos órganos sexuales.

Estos seres eran agresivos y arrogantes. Un día quisieron desafiar incluso a los mismos dioses y trataron de subir a desafiarlos. Sin embargo, Zeus, tras reflexionar seriamente sobre estos seres (ya que no podía destruirlos porque ya habían destruido a los cíclopes dando fin a los sacrificios) arroja un rayo sobre ellos partiendo sus cuerpos por la mitad.

Así, cada mitad del andrógino separado, buscaba su otra mitad. Al encontrarse las dos, una moría de hambre e inmovilidad, ya que no hacían nada más que estar la una con la otra.

De ahí proviene el amor que nos tenemos los unos a los otros, debido a que todos buscamos nuestra mitad la cual nos fue arrebatada. El amor consistiría en buscar esa otra mitad.

Quinto  discurso

Agatón

Una vez que había terminado la historia de Aristófanes, Agatón comienza a conversar con Sócrates y Fedro incita a Agatón a que pronuncie de una vez el discurso a favor de Eros.

Agatón objeta a los invitados anteriores de alabar la felicidad que Eros produce y no al dios mismo. Agatón dice que Eros es el mejor y más bello de todos los dioses debido a que es joven. Al mismo tiempo, Eros se aleja de le vejez; de ahí la máxima antigua que dice que lo semejante debe estar con lo semejante, al contrario de la idea de Erixímaco. 

No está de acuerdo con lo que dice Fedro cuando nos hablaba de que era el más antiguo de los dioses; no podría serlo, ya que Caos estaba en el principio de la creación. Eros es joven y además es un dios delicado; esto es porque Eros no toca la tierra, sino que anda por las cabezas más delicadas entre los seres humanos debido a que su morada esta en los corazones de aquellos; no en los corazones duros, sino en los delicados. También, una de sus moradas son las flores, jamás se posa en flores marchitas o algo que tenga superficie sólida.

Otros aspecto de Eros es que detesta la violencia y la ofensa debido a que una de sus características es la templanza; y por lo tanto, domina todos los placeres. Por lo demás, sin Eros no habría concordia entre los dioses ni entre los hombres, ya que es Eros responsable de que exista unidad entre ellos.


Sexto  discurso

Sócrates

Una vez que había terminado su discurso Agatón, Sócrates presentía que estaba en grave peligro, puesto que parecía que ya todos habían elogiado de manera excelsa a Eros. Sócrates siempre había entendido que un discurso se tenía que decir la verdad, pero al escuchar a todos los invitados, se da cuenta que la verdad no tiene importancia cuando se trata de un elogio, ya que todos estaban hablando de las impresiones que Eros tenía para ellos, mas no de la verdad de Eros.

Sócrates comienza preguntando a Agatón ¿Eros es el amor de alguna cosa o de nada? Sócrates inmediatamente le dice que su respuesta obligatoria a esta pregunta, sería que Eros es padre de un hijo o hija. 

Luego, le dice a Agatón que el fuerte quiere ser fuerte, es decir, ese hombre quiere lo que ya posee. ¿Que quiere decir esta confusa reflexión? Que quien desea lo que ya tiene, es porque no está seguro de poseer en verdad. Entonces, siempre se desea lo que no se esta seguro de poseer; por ejemplo,

  • Lo que no existe en el presente.
  • Lo que uno no posee.
  • Lo que uno no tiene.
  • Y lo que a uno le falta.
Estas cuatro cosas significan amar; por lo tanto, podríamos decir que el amor es...
  1. El amor de alguna cosa.
  2. El amor de una cosa que falta.
Sócrates toma el razonamiento anterior de Agatón para desarrollar su tema. Agatón había dicho que el amor, es el amor a lo bello y no a lo feo. Pero si tomamos el razonamiento de Sócrates que consiste en amar las cosas cuando se carece de ellas, entonces tendríamos que decir que Eros carece de belleza y tampoco la posee.

Agatón queda confundido porque no se puede llamar bello a lo que no posee belleza. Sócrates pregunta nuevamente a Agatón ¿Son bellas las cosas buenas? y Agatón responde que sí; de esta manera, Eros tampoco tendría bondad considerando que la belleza es inseparable de lo bueno. Agatón se queda sin argumentos para contestar.

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Conversación entre Diotima y Sócrates:

Sócrates relata una conversación que tuvo con una mujer llamada Diotima quien fue la mujer que a Sócrates le enseñó todo sobre el amor. En ese momento, Sócrates había hablado con palabras semejantes a las de Agatón en referencia a Eros, pero finalmente, Diotima le dice a Sócrates que el amor no es ni bello, ni es bueno. 

Sócrates dice a Diotima que lo que no es bello, es feo. No obstante, Diotima da a Sócrates un ejemplo entre la ciencia y la ignorancia. ¿Solamente se puede ser sabio para participar de la verdad? La respuesta es, no. Hay algo que esta en medio de la sabiduría y la ignorancia, y ese algo es la opinión(4). No puede pertenecer a la sabiduría porque es un saber inconsistente y no puede ser ignorancia porque de cierto modo participa de la verdad. 

Así, el amor tampoco sería necesariamente bello o bueno, ni feo ni malo. El amor sería un punto intermedio entre estos dos extremos. 

Luego, Sócrates y Diotima comenzaron a hablar sobre Eros. Ambos concuerdan con que los dioses son dichosos y buenos; sin embargo, Eros no podría ser un dios porque carece de lo bueno y lo bello. Sócrates queda sorprendido ante ésta afirmación y le pregunta si acaso Eros era un mortal, pero Diotima le contesta negativamente. Al contrario, era algo intermedio entre lo mortal y lo inmortal; era un demonio. 

Los demonios son los que están ubicados entre los hombre y los dioses y además, logra que se comuniquen entre sí; así como también logra conectar el cielo y la tierra.

Los padres de Eros:

Diotima comienza relatar a Sócrates la historia de los padres de Eros. 

Cuando Afrodita nació, se hizo un gran banquete donde estuvieron Poros (daimon de la conveniencia), el hijo de Metis (dios de la astucia) y Penia (daimon de la pobreza) quien llamo a la puerta para mendigar desperdicios. 

Poros, quien salió embriagado del banquete, fue a descansar en los jardines de Zeus y se durmió. Penia lo vio y decidió que quiso tener un hijo con él. Se acostó con el y concibieron los dos a Eros. Al ser concebido el mismo día que nació Afrodita, Eros se convirtió en su compañero Aquí se establece la relación directa entre Eros y Afrodita, ya que el amor (Eros) busca la belleza (Afrodita).

Las características hereditarias de Eros son definitivas: 

Por parte de su madre Penia: Heredó la pobreza. No es bello ni delicado y siempre está sucio, mendiga por todas partes y pernocta donde sea. 

Por parte de su padre Poros:  Heredó la percepción de lo bueno y bello, osado, viril, perseverante, le gusta filosofar y siempre está animado cuando quiere obtener lo que necesita.

Por lo tanto, no podría ser un dios porque un dios no necesita filosofar y tampoco podría ser ignorante porque los ignorantes no filosofan. ¿Entonces, quienes filosofan? los que están en medio de la ignorancia y la sabiduría como Eros. La sabiduría es lo más bello que existe, por lo tanto, Eros podría ser un filósofo ya que él ama la sabiduría

*Recordemos que la palabra filosofía quiere decir en griego ''amor a la sabiduría'' 

¿Qué utilidad tiene para los hombres este dios llamado Eros?:

Diotima y Sócrates se preguntan, si el amor sirve para poseer determinada cosa ¿qué logro con obtener dicha cosa? lo que se logra como habíamos dicho anteriormente, es lo bueno, puesto que lo bueno es inseparable de lo bello.

Otro objeto del amor es la inmortalidad, puesto que con la creación de un nuevo ser, el amor se perpetúa para las otras generaciones y así sucesivamente. 

Además, considerando que el amor es el deseo de la posesión de cosas buenas y bellas, una vez éstas conseguidas se alcanza la felicidad. He aquí uno de los más importantes fines.


Septimo  discurso

Alcibíades

De pronto, se sintieron unos ruidos escandalosos. Resultó ser Alcibíades quien llegaba de improviso al banquete para celebrar la victoria de Agatón. Alcibíades estaba ebrio pero entró de todas formas al banquete posicionándose entre Agatón y Sócrates.

Ebrio en el banquete, Alcibíades pronuncia unas palabras a la imagen de Sócrates tratándolo de sátiro estableciendo una comparación con Marsias(2) diciendo que Sócrates logra con sus discursos lo que Marsias logra con su música.

El elogio que Alcibíades pronuncia, parece más bien una declaración de amor hacia Sócrates diciendo que los discursos de Sócrates lo hacen sonrojar y prestarle atención inmediatamente. Sin embargo, Sócrates rechaza todo elogio que Alcibíades le hace porque quiere estar al lado de Agatón y éste, accede con gusto a estar a su lado en el banquete.

Finalmente, llega un grupo de jóvenes a beber en casa de Agatón y los demás invitados se retiran. Solo se quedaron despiertos hasta la mañana del día siguiente Aristófanes, Agatón y Sócrates.

Conclusión

Un libro realmente adorable donde la filosofía alcanza su lado más poético y literario. El amor sería entonces el amor a las cosas que uno no posee y que no está seguro de tener. Sería una búsqueda eterna por alcanzar lo bello y lo bueno. Claro,si alcanzáramos los que es bueno y lo que es bello, no tendría caso seguir buscando y por lo tanto, no tendría caso estar enamorado.