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miércoles, 21 de junio de 2017

San Agustín de Hipona - La ciudad de Dios (Libro X: El culto al verdadero Dios) (413).

Todos lo relacionado con el culto al verdadero Dios está en esta parte de la ciudad de Dios. Ya hemos analizado todos los cultos correspondientes a los dioses paganos, pero no hemos visto el culto al Dios cristiano el cual San Agustín de Hipona ha hablado durante las páginas de este libro. ¿Qué más podríamos hacer para satisfacer a Dios? ¿Será que él necesita la adoración tal como los humanos tenemos nuestras necesidades? ¿Cuál es el punto de adorar a un Dios que de supuesto no necesita nada? Veámoslo en las siguientes síntesis.

Referencias:

(1) De hecho, en la Antigua Grecia se decía que los demonios eran simples mensajeros. 
(2) El tema de la teúrgia pasa aquí desapercibido, o como un tema de menor importancia para San Agustín. Sin embargo, a través del tiempo será considerado un tema muy importante, por no decir un problema para el cristianismo. 
(3) Existe justamente una obra de Porfirio que es llamada ''contra cristianos''.
(4) Una argumentación que a lo mejor no satisface pero que es válida.

LA CIUDAD DE DIOS

LIBRO X: EL CULTO AL VERDADERO DIOS

Los platónicos, los filósofos más cercanos a Dios


San Agustín pone a los platónicos en primer lugar al reconocer que fueron estos los que relacionaron a la luz (Dios desde la mirada de Cristo) con el único Dios verdadero. Por supuesto, los platónicos nunca se refirieron a Dios literalmente, pero sí lo llamaron ''Bien'', ''intelecto'', ''virtud'', o ''sabiduría''. 

No obstante todo esto, la latría que los platónicos profesaban era a los dioses paganos, es decir, en la práctica eran paganos y en teoría creían en un único Dios. 

Los platónicos llamaba a amar la virtud y la inteligencia, mientras que los cristianos llaman a amar a todos sean amigos o enemigos. Pero otra cosa también es importante para el culto a Dios, y esta es la adoración a él, pues dice la biblia:

''El que ofrezca sacrificios a los dioses (fuera del Señor) será exterminado''
(Éxodo 22:20)

En este sentido, sólo serán salvos aquellos que crean en Dios y además hagan el culto a este Dios verdadero; de otro modo, todo ellos serán condenados. 

El verdadero culto a Dios

El sacrificio para dar culto a los dioses ha cambiado con la llegada de Cristo, pues sería ridículo pensar que el sacrificio le sirve a Dios; en realidad, el sacrificio sólo le sirve al hombre. 

Ahora, si leemos el A.T. veremos que los holocaustos a los animales eran necesarios y con el tiempo se empezaron a considerar que ya no eran necesarios. ¿Por qué en un comienzo Dios querría animales como sacrificio? No quería a los animales por sí mismos, pues ellos son creación de Dios y ya le pertenecían, lo que quiere Dios de esos sacrificios era lo que significaban. Ya lo decía la biblia:

''Quiero lealtad, no sacrificios''
(Oseas 6:6)

En otras palabras, el sacrificio de los animales significaba lealtad hacia Dios, la pura acción de hacer lo que Dios pide es el culto hacia él. 

El sacrificio a Dios

Todo lo que nos hace felices en nombre de Dios es el verdadero culto a Dios. Por otro lado, los castigos también forman parte del culto divino a Dios como parte de una purificación del hombre frente a las cosas divinas. 

No sólo los hombres quieren este culto a Dios, sino que también los ángeles quieren este culto para él. Esto se prueba cuando los profetas enviados por Dios pudieron realizar los milagros como Abraham en Egipto (cuando iba a sacrificar a su hijo), o Moisés cuando arrojó la peste y liberó a su pueblo del yugo egipcio. 

El culto por parte de Porfirio, el neoplatónico

Porfirio defendía el culto a los demonios, es decir, creía firmemente en que existían demonios buenos y demonios malos(1). La verdad es que Porfirio estaba muy interesado en la descripción de los demonios, tanto así que le escribió una carta a Anebonte, un egipcio que manejaba conocimientos sobre los demonios. 

Anebonte le nombra todos los dioses que conoce como Osiris e Isis quienes eran dioses egipcios, pero que son considerados por los cristianos como demonios. Porfirio le pregunta que cómo era posible que hombres pudieran verdaderamente adivinar el futuro, o hacer tantas cosas que parecieran divinas. 

La teurgia de Porfirio

Una gran controversia surge en este libro debido al concepto de ''teurgia'' que es introducido por Porfirio. ¿Qué es la teurgia? es una especie de práctica mágica que usaban los griegos para comunicarse con los dioses. 

¿Será que estos hombres que practican la teurgia y puede sanar a los hombres y hacer cuantos bienes son más divinos que otros hombres? La teurgia es un arte que parece que los hombres pueden desempeñar sin la ayuda de Dios, pero se debe recordar que las buenas obras no son mérito del hombre como lo dice San Agustín, sino que son mérito de Dios. 

En cierto sentido, el paganismo tiene un mediador que son demonios que ayudan a los hombres, mientras que el mediador de los cristianos es Jesús. Para Agustín, los hombres sólo pueden encontrar el bien a través de las enseñanzas de Jesús y de la purificación del alma por las buenas acciones. No obstante, pareciera ser que ciertos hombres alcanzan dones sin conocer la historia de Jesús(2)

Bastaría recordar los milagros que sucedieron a Enéas al escapar de Troya, o la supervivencia de Rómulo y Remo quienes fueron los fundadores. Todos estos hechos pasaron fuera de la presencia del cristianismo que se establecería muchísimos años más tarde. Lo curioso es que San Agustín acepta que estos fueran milagros, pero que estos no tienen comparación con los milagros de las S.E. 

Reconoce Agustín que Porfirio y los neoplatónicos en general son muy buenos adversarios en el tema religioso. 

Porfirio contra los cristianos(3)

Los hombres santos son parte de la Iglesia Católica y por supuesto, estos vencen a los demonios en todas las ocasiones. ¿Cómo los vencen? los demonios no son vencidos a través de la violencia física, sino que a través de la abstinencia a todos los placeres mundanos. 

El mismo Porfirio se mostró vacilante entre la adoración aun único Dios, o la adoración a los demonios. De hecho, Porfirio decía que existían unos ángeles que descendían del cielo para hablar sobre teurgia a los hombres, pero ¿por qué no pensar que esos ángeles eran enviados por el Padre? bien pensó Porfirio que como los ángeles eran los que daban la teurgia, entonces estos debían ser adorados más nunca hay que olvidar al creador de estos. 

Ahora, Porfirio también pone algo interesante que se puede deducir de las escrituras de San Agustín; el hombre puede hacerse virtuoso sin la necesidad de Dios. De hecho, muchos hombres antes de conocer a Dios por Jesucristo hicieron grandes hazañas (Julio César, Mario Cayo, Marco Tulio Cicerón, etc.), por lo que fácilmente se puede concluir que el hombre no necesita el conocimiento de Dios. San Agustín dice que si el creador de este mundo existió siempre, entonces su plan siempre estuvo presente desde el inicio de los tiempos(4).

El alma no es coeterna con Dios (refutación a Porfirio)

Porfirio dice que el alma es coeterna con Dios, pues si es inmortal y siempre ha existido, entonces es como un Dios; no obstante, San Agustín no aprueba esto y dice que el alma existe a causa de Dios porque antes no existía. 

Ahora, debemos recordar que Platón fue quien dijo que los hombres tenían comienzo pero su alma no tenía fin ¿no estaba de acuerdo Porfirio con esto? Además, ¿cómo podríamos decir que un alma es miserable? porque si decimos que las almas no han sido creadas, es decir, han existido siempre, lo mismo podríamos decir de las cosas que tienen; por ejemplo, su miseria o su felicidad. Por lo tanto ningún atributo del alma puede existir por siempre porque nadie puede ser feliz y miserable al mismo tiempo. Aquí queda claro y refutado el argumento de Porfirio de que el alma existió siempre o que es coeterna con Dios. 

Finalmente, San Agustín no culpa a Porfirio en no conocer la profundidad de las S.E., y es más reconoce el gran ingenio que tiene al haber incluso profetizado la llegada del cristianismo (indirecta o inintencionadamente). 


Conclusión

Vemos ya que a mitad de este libro se abre la discusión de la teurgia de Porfirio y como esta se conecta con los dioses o los demonios. Es difícil refutar el argumento de Porfirio quien sólo trató de elevar la lógica por encima de las creencias cristianas. Por supuesto, como está dicho en las referencias, el tema de la teurgia no acaba aquí porque será una interesante discusión que tomará más tarde Santo Tomás de Aquino que retomará el mismo planteamiento agustiniano sobre la teurgia y los milagros de Cristo.