domingo, 18 de junio de 2017

San Agustín de Hipona - La ciudad de Dios (Libro IX: Cristo, mediador) (413).

Filósofos, pensadores, letrados, intelectuales o religiosos. Ninguno de ellos ha quedado indiferente a la figura de Cristo como mediador entre Dios y los hombres. Decíamos que el mediador, o figura intermedia, entre los hombres y Dios eran los demonios, pero ¿qué significa que Cristo sea mediador entre los hombres? básicamente que es él quien guía a los hombres al camino de Dios. Las cosas ya están dichas y ya no hay vuelta atrás, el hombre que conoce la obra de Cristo conoce el bien y no tendría porqué no hacerlo. ¿Qué hubieran opinado los filósofos anteriores a San Agustín? veámoslo en lo sucesivo. 



LA CIUDAD DE DIOS

LIBRO IX: CRISTO, MEDIADOR

Demonios buenos y malos


Muchos se habló en las distintas culturas de los dioses buenos y malos, pero eso ya lo hemos superado con la argumentación en contra del politeísmo. Basta analizar si los demonios son buenos o malos, o si existen en comunidad demonios buenos y malos.

Podría decirse que los demonios usan las pasiones para que el hombre caiga en ellos y busque más de donde provino. En otras palabras, los demonios toman la forma de los vicios en los hombres. 

Los estoicos

Los hombres que más tienen fama de soportar las pasiones estimulantes del exterior son los estoicos. Estos decían que el sabio debía estar libre de todas las pasiones que le rodeaban. De hecho, no sólo a los vicios los estoicos se sentían reacios, sino que también a las afecciones del alma como la tristeza o angustia. 

Nada puede angustiar al sabio, dicen los estoicos, pero el cristiano lo ve de una manera distinta. El hombre se debe compadecer del débil, debe tener misericordia, y tener tristeza cuando corresponde tenerla. Para el cristiano, todo tiene su lugar con Dios, pues la pena es buena cuando se utiliza en favor de Dios, así como todos los padecimientos del alma. 

Apuleyo

Ya habíamos hablado de este pensador quien introducía el tema de los demonios. Veamos algunas características más de los demonios de acuerdo a Apuleyo.

Vivientes: por su linaje
Pasibles: por su ánimo
Racionales: por su mente
Aéreos: por su eternidad

En nada se diferencian los demonios buenos con los malos, por lo menos en estas características abstractas y físicas. De hecho, en a lectura completa no hay ninguna otra diferencia entre los demonios; todos ellos tienen las mismas características y se diferenciarían sólo por nombre, es decir, se llamarían ''buenos'' sólo por estar más cerca de Dios.

Por otro lado, se podría decir que los demonios son buenos en cuanto a que son eternos al igual que Dios, pero en ese caso también tendríamos que decir que los hombres son buenos porque si siguen la palabra de Dios, estos vivirán eternamente. Por lo tanto, los demonios con los hombres son bastante parecidos si hacemos una lectura más profunda.

Platónicos

Para los platónicos, los dioses viven eternamente felices, los demonios eternamente miserables y los hombres pueden vivir o eternamente felices, o eternamente miserables. Para estos, los demonios solamente pueden ser cercanos a los dioses por su eternidad, pero siempre estarán condenados a vivir miserablemente, una opinión muy parecida a la de Apuleyo. 

Cristo

El verdadero mediador entre los hombres y Dios fue Jesús quien fue mortal como hombre, pero divino como Verbo. El demonio separa a los amigos de los enemigos, pero Cristo reúne a los amigos con los enemigos para luego ser buenos los unos con los otros. 

El camino del hombre se divide en dos segmentos que deberá decidir seguir en alguna parte de su vida: el camino de los demonios o el camino de Cristo. 

Lo peor de los demonios es que conocen la ciencia muy bien y a través de ella pueden engañar a los hombres. El mismo Cristo se vio seducido ante los demonios con cosas cambiantes y temporales, pero sabiamente Cristo no les hizo caso. La ciencia que poseen los demonios es una ciencia sin amor, es decir, una ciencia soberbia que si bien pone orgulloso a quien la posee, no vale de nada sin el amor.

Conclusión

De aquí se concluye que los demonios no tienen nada bueno para ofrecer si los hombres siguen la voluntad de Dios mediada por Cristo. Esta mirada de la vida y de la cosmología cristiana parece ser muy optimista en cuanto al alcance de la felicidad. Si leemos atentamente, la felicidad la tendremos siempre que sigamos la voluntad de la cual ya fuimos advertidos por Jesús. Sin embargo, pasaran los años en que el hombre tendrá que luchar contra los vicios y voltear la mirada a las cosas más espirituales. 

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