jueves, 24 de marzo de 2016

Marco Tulio Cicerón - Pro Archia Poeta (Defensa del poeta Arquías) (62 a.C.).

Tenemos aquí un discurso muy breve, pero no por eso deja de ser uno de los más bellos dentro de la obra del filósofo estoico. Este poeta tenía todas las de ganar dicho juicio, pues su defensor, además de ser Marco Tulio Cicerón, el juez de la causa era el hermano de éste gran orador; Quinto Tulio Cicerón. Esta vez no veremos un Cicerón con infalibles argumentaciones lógicas, sino más bien un orador que tiene suma cautela de no herir a los que están a favor de los acusados ¿por qué? Nada más que por fines políticos. De todos modos, este poeta que veremos a continuación no es romano, sino griego y acude al abogado para ser liberado de las acusaciones de un tal Gratio. Veamos de que va esta defensa. 

PRO ARCHIA POETA
(DEFENSA DEL POETA ARQUÍAS)


Contexto

Aulo Licinio Arquías era un poeta que escribía sobre las grandes hazañas de los generales romanos. Era de origen griego pues nació en Antioquía (actual ciudad de Turquía) y esto le causaba grandes problemas porque en ese tiempo (62 a. C.) hubo un sentimiento nacionalista, con el cual se condenaba a cualquier aque no fuera romano. Graco es quien acusa Arquias de no ser romano. 


Defensa

Cicerón comienza la defensa elogiando al gran poeta educado en Grecia junto a otros grandes intelectuales de la poesía. Luego viajó a Italia donde fue bien recibido y lo premiaron con la ciudadanía los de Tarento, Regio y Nápoles. Los cónsules de ese tiempo que eran Mario y Catón le dieron una acogida y se ganó la confianza de aquellos. 

Los registros presentados indican que Arquías es ciudadano romano. Se inscribió con muchos pretores de Italia que lo consideraron ciudadano romano. 

Está demás decir que el aporte al que ha contribuido Arquías al pueblo romano ha sido grata, pues es un intelectual que ha ayudado al estudio de la poesía. El mismo Cicerón confiesa verse interesado por el aporte del poeta. 

Sería realmente una equivocación condenar a Arquías el poeta, siendo que este mismo no hablado más que maravillas del pueblo romano. 

Conclusión

Un discurso muy distinto al resto que hemos visto. En efecto, Cicerón no hace una defensa basada en hechos inexorables, o con audaces respuestas retóricas, sino más bien, elogia la imagen del poeta quien ningún daño ha hecho a la sociedad romana. Sabemos que defendió a su cliente exitósamente, pues Aquías fue absuelto de la acusación injusta que se la dio Graco. Este problema también está presente en nuestro tiempo, pero de manera diferente. A muchos se les acusa de inmigrantes ilegales, pero es justamente esta gente que contribuye al país, incluso mucho más que los propios ciudadanos (por supuesto, no en todos los casos). 

domingo, 20 de marzo de 2016

Marco Tulio Cicerón - Pro Sulla (Defensa de Sila) (62 a.C.).

No, no es el dictador Sila que gobernó la república romana entre los años 88 a.C. y 80 a. C., de hecho, hablamos de Publio Cornelio Sila. Este ha sido acusado de conjurar con Catilina la vez que Cicerón escribía sus Catilinarias. Depende de nuestro orador que Sila salga libre bajo una acusación que seguramente le valdría la pena de muerte. En realidad el texto que analizaremos a continuación es bastante corto donde Cicerón pudo a duras penas defender a su cliente; pero a pesar de todo, Sila fue absuelto de todo cargo acusatorio. Veamos este texto tan controversial y rebuscado.

Referencias:

(1) Unas tribus galas muy belicosas.

PRO SULLA
DEFENSA DE SILA

Contexto


Al saber que Sila estaba involucrado con Catilina, el Senado lo despoja de la magistratura más importante; el consulado. Los del partido popular querían a toda costa desprestigiar al partido optimate. No se escatima en gastos para acusar a Cornelio Sila diciendo que estuvo involucrado en tal conjura. Es por esto que Quinto Hortensio y Cicerón defienden al ex- cónsul. 


Acusación

El acusador es Lucio Torcuato y nos dice que Sila ha estado por lo menos en dos de las conjuraciones de Catilina. Una tramada en el consulado de Lépido y Volcacio, mientras que la segunda fue realizada en el consulado del mismo Cicerón

Además, Torcuato agrega que Cicerón cae en una contradicción cuando acusó a Autronio de cohecho, pero ahora defiende a Sila por cohecho.  


Defensa

Muchos casos de cohecho (prevaricación) han ocurrido a lo largo de la historia de La República. Cicerón nunca ha defendido a los delincuentes que ciertamente han cometido cohecho, es más, siempre ha omitido dichos casos cuando se los ofrecen, a excepción de cuando él sabe que el individuo ha sido acusado erróneamente. Este sería uno de esos casos. 

En esos tiempos, de alguna manera las leyes institucionalizaron las prácticas de cohecho. Sila y Autronio fueron los ''conejillos de india'' cuando la ley se empezó a modificar y condenar estas prácticas. Autronio reaccionó muy mal (violentamente) ante la acusación y se mostró débil y desesperado, por lo que fácilmente fue condenado. Sila, por otro lado, fue defendido por Cicerón y Quinto Hortensio.  Por lo demás, Autronio si era un ''catalinario'', mientras que Sila se encontraba en los lugares claves de la conjuración (por lo que sería más fácil de defender que Autronio). 

Sin embargo, en la primer conjura de Catilina, la situación de Sila se aclaró gracias a la gestión de Quinto Hortensio. 

Sila también fue acusado de colaborar en la guerra contra los alóbroges(1), pero Lucio Casio quien era uno de los conspiradores contra Roma en ese tiempo, jamás nombró a Sila y sí a Autronio. De hecho, cuando se le preguntó si Sila había participado, éste respondió ''no sé''. Torcuato en su desesperación acusa a Cicerón de modificar los registros y borrar el nombre de Sila en la lista de los alóbroges, pero la verdad es que esto solo fue una calumnia. 

Era imposible que Sila hubiera estado involucrado en la conjuración de Catilina, pues a la hora de la conjuración Sila estaba en Nápoles y la conjuración fue en Roma. Por lo demás Cicerón jamás estaría dispuesto a defender a alguien que estuvo involucrado con Catilina, pues él mismo fue quien dejó al descubierto la conspiración.

Conclusión

Al parecer, la acusación a Sila podría haber sido en venganza a lo que pasó Autronio, quien, juzgado por pertenecer a la conjuración mientras por otro lado estaba Sila, fue condenado sin más remedio. Vemos aquí una faceta más humana de Cicerón, pues el orador jamás permitiría que un amigo (o un ciudadano) sea injustamente condenado por una causa que podría tener un revés. Más allá de la amistad que hubiera podido tener con el cónsul (del cual solo sabemos de su vida por el mismo Cicerón) nuestro orador es un aristotélico que defiende más por la verdad que por amistad. 

jueves, 17 de marzo de 2016

Marco Tulio Cicerón - Pro Murena (Defensa de Lucio Murena) (63 a. C.).

Nuestro orador se presenta ante las grandes dificultades de su discurso de las Catilinarias. No solo corre peligro Marco Tulio Cicerón, sino que también la república pues Catilina ya está poniendo manos a la obra a la conspiración. Exacto, esta defensa fue realizada a Lucio Murena, un destacado pretor de la república romana, en el tiempo entre la segunda y tercera Catilinaria de Cicerón. El soborno era una cuestión penada por ley en la republica romana, pero también era algo que lograba pasar desapercibido. La prevaricación es una acusación grave y sobre todo cuando se hace a un cónsul con la importancia de Lucio Licinio Murena. Veamos cómo el orador pudo defender al cónsul.

Referencias:

(1) Doctrina filosófica que rechaza las comodidades materiales por una vida guiada por la razón. 
(2) Zenón de Citio (332 a.C. - 263 a.C.) fue uno de los fundadores del estoicismo,

PRO MURENA
DEFENSA DE LUCIO MURENA

Contexto

Concordando con las fuentes históricas, podemos comprobar que en realidad la acusación no era una cuestión fabricada ni mucho menos falsas; evidencias habían. Es el período entre la pronunciación de la segunda y la tercera catilinaria que Cicerón había hecho. Dos hombres son los que culpan a Murena de corrupción: Catón y Sulpicio. Estos tenían tres acusaciones principales:


  1. Basada en su vida personal anterior (reprehensio vitae)
  2. Falta de mérito en su consulado (contentio dignitatis)
  3. Soborno electoral (crimina ambitus)

Por otro lado, tenemos a tres defensores para Murena: Hortensio, Craso y Cicerón.

Defensa

Molestia de Catón

Antes de comenzar la defensa Cicerón empieza hablando sobre las dificultades que tuvo para defender a Murena. Catón no estaba de acuerdo que Cicerón siendo cónsul lo defendiera, pues no sería ''correcto'' que un cónsul defendiera a otro. De hecho, Cicerón y Murena son muy buenos amigos y por lo tanto no estaría en condiciones de defender según Catón. 

El orador contesta que, aparte de ser su amigo, Murena sigue siendo un ciudadano que necesita el auxilio de otro; Cicerón considera una crueldad no atender al auxilio de un ciudadano y más si es un amigo, pues todos hacemos favores a los amigos, más aún si está dentro de la ley. 

Los grandes hombres

Cicerón nombra por lo menos dos actividades que deben tener los grandes hombres; una la del buen general, y la otra la del buen orador. A estas le siguen también valores como justicia, lealtad, probidad y moderación. 

Todas estas características las resaltaba Cicerón a Lucio Murena, pues se desempeñó en grandes guerras en los períodos de Sila, desempeño que lo llevó a tomar el cargo de cónsul.

En realidad, la acusación de Servio Sulpicio no es más que por intereses políticos. Las mismas razones tiene Catón, quien es amigo de Sulpicio y quien solo quiere ayudar. 


Razones de Marco Catón

Cicerón acepta las grandes cualidades de Marco Catón, pero también quiere hacer ver en lso errores que cae al acusar a Murena de tal delito. 

Doctrina estoica(1) 

El mismo Marco Catón se dejó influenciar por la filosofía estoica, sobre todo inspirado por Zenón de Citio(2). Esta doctrina se aleja de los placeres materiales para guiarse por una vida guiada por la razón. Catón siempre predicó esta filosofía de vida, pero en su vida personal nunca lo demostró. Cuando acusaba en el Senado a Lucio Murena, era habitual escucharlo caer en contradicciones; por ejemplo, decir que ''el sabio no se encoleriza'' diciéndolo de forma encolerizada, o que ''el sabio nunca conjetura, sino que afirma. Nunca se equivoca''. Pero la verdad es que el sabio si afirma unas cosa y conjetura otras.  

¿Cuanta credibilidad podría tener alguien que cae en contradicción con su propia filosofía de vida?

Lucio Murena como Cónsul

Como sabemos, Catilina ya estaba preparando la conspiración mientras Cicerón estaba defendiendo a Murena. El orador le dijo al Senado y al pueblo romano que era totalmente necesario, que un buen y preparado cónsul esté a cargo de la situación, pues Catilina estaba dispuesto a todo para conseguir el consulado. 

Conclusión

En este pequeño discurso podemos ver que Cicerón era muy amigo de Murena. Éste finalmente quedó absuelto, aunque queda la probabilidad de que en realidad haya sido culpable. Sin embargo, el pueblo romano necesitaba justamente en ese momento un cónsul como Murena contra Catilina. Posteriormente, de la vida de Lucio Murena no se sabe más, excepto de su muerte en el año 22 a. C. El orador nos demuestra una vez más que es capaz de defender a quien sea sin ningún problema.  

martes, 8 de marzo de 2016

Marco Tulio Cicerón - In Catilinam (Catilinarias) (63 a. C.).

Uno de los primeros textos más controvertidos de Marco Tulio Cicerón es Catilinarias. Un texto que logró por una parte revelar el aspecto oscuro y corrupto que se vivía en la República Romana. Esta será una de las mayores contribuciones de Cicerón a disipar los poderes de corrupción ejercido por los aristócratas, y su ambición de poder con tal de llegar a ser altos magistrados. De este texto se hicieron varias semblanzas en cuadros y películas, pues no es un hecho que haya pasado desapercibido. Si bien esta fue una acción valiente por parte de Cicerón, también debemos decir que le costará caro revelarse contra sus enemigos. Más adelante veremos el porqué de estos futuros males.

Referencias:

(1) Sila había dado tierras y dinero a los antiguos soldados que combatieron para él. 

IN CATILINARIAM CATILINARIAS


Contexto

Pompeyo aún está encargado de la guerra de oriente en contra de los reyes persas. Las discusiones entre Mario y Sila han acabado, pero sigue habiendo mucha corrupción y soborno. César y Craso se peleaban por ejercer una dictadura en la república, a la cual Cicerón estaba en total desacuerdo. Este era el escenario perfecto para aprovecharse de la crisis y obtener poder mediante la corrupción. 

Es aquí donde entra Lucio Sergio Catilina, un político romano acusado de varios delitos los cuales se libraba comprando a sus acusadores.  Ya habíamos hablado de alguno de sus delitos en In Toga Candida. Ahora se estaría postulando para cónsul mediante medidas populistas que lo acercaban a la gente, y si no lo logra mediante los votos, entonces lo hará mediante la violencia...


PRIMERA CATILINARIA

Cicerón arremete contra Catilina diciendo que por derecho debió haber sido ejecutado varias veces. El poder de Catilina bajo los jueces y el dinero lo dejan viviendo y encima tratar de llegar a ser cónsul. 

Catilina tenía planeado incendiar la ciudad de Roma para sembrar el terror. Sería el momento oportuno para asesinar a Cicerón y a los senadores que le fueran aliados. ¿Cómo pudo saber esto Cicerón? todo fue gracias a su amante Fulvia quien le informó de los planes de Catilina. De hecho, Catilina mandó a sus secuaces a matar a Cicerón, pero este no les dejó entrar a su casa poniendo más defensores para que ni se acercaran.

Delitos del pasado

En tiempos de Sila, Catilina aprovechó las proscripciones que se hicieron y asesinó a sus adversarios, incluyendo a su propio hermano y a su propio cuñado. También fue acusado de concusión cuando estuvo en África, donde se salvó comprando a los jueces con oro. 

Cuando Cicerón termina esta catilinaria, Catilina huye de dicho escenario corriendo. 

SEGUNDA CATILINARIA

Apenas se fue del Senado, Cicerón le dice a su audiencia que ya no hay nada de qué preocuparse, pues Catilina se va por su propia voluntad. Tiene dos opciones:

  • Vivir del eterno bandidaje
  • Desterrarse él mismo

Catilina, en efecto, huyó, pero no para el destierro; de hecho, ese fue su propósito: parecer que se iba al destierro, pero no. Catilina planea la conspiración y tomarse del poder por la fuerza. 

Su poder de convencimiento

En efecto, Catilina tenía un atractivo sin igual en la república que le permitía convencer a cualquiera. Con su populismo, Catilina prometió librar a los deudores de sus cuentas, aplicando el concepto de tabulas novas (nueva lista de deudas que desecha la anterior) y todo para conseguir el consulado. 

Todos sus seguidores (a quienes convencía) resultaban ser los más viles y ambiciosos ciudadanos de Roma. Con ellos se juntaba y planeaban los peores males a la república, si alguna vez obtuvieran el poder suficiente. 

Seguidores:

  • Los primeros seguidores de Catilina eran ciudadanos respetados en Roma; adinerados y que no pasaban ningún problema económico, pero que su mente la tenían llena de ignominia. Estaban llenos de ambición, ya que Catilina les había prometido tierras, riquezas y esclavos.
  • Los segundos seguidores de Catilina eran los ciudadanos que contrajeron fuertes deudas en la república. Esperanzados por salir de las deudas, estos deudores confiaron en las medidas de Catilina de hacer una revolución y abolir las deudas.
  • Los terceros seguidores de Catilina eran los ciudadanos veteranos de guerra que provenían del mandato de Sila(1). Estos veteranos quieren volver a los tiempos de Sila con la ilusión de que todo pueda estar bajo control (como les prometió Catilina). 
  • Los cuartos seguidores de Catilina eran aquellos ciudadanos que tenían deudas solo recientemente. En la desesperación de abolir sus deudas recurren a Catilina para no volver a sufrir más.
  • Los quintos seguidores de Catilina eran aquellos dedicados al sicariato y a la criminalidad. Derechamente, son los ladrones y asesinos que Catilina pudo reunir y convencer. 

Con esto nos podemos hacer una idea del séquito que sigue a Catilina a las posteriores conspiraciónes que organizará en contra de Cicerón y el Senado. 

TERCERA CATILINARIA

Los rumores indicaban que Catilina se dirigiría a Marsella para el destierro, pero la verdad es que se juntó con Manlio en Etruria para armar un ejército. 

La reunión de Catilina

Al saber que Catilina ya estaba dirigiéndose a Erutria, Cicerón envió a dos de sus hombres; los pretores Lucio Flaco y Gayo Pomptino con el objeto de saber qué tramaba Catilina. 

Los pretores y sus hombres se quedaron vigilando cerca del puente del río Tiber. Ahí se quedaron hasta la noche cuando los secuaces de Catilina los atacaron sorpresivamente. Los pretores pudieron sofocar el ataque y junto con ello capturar a uno de los amigos de Catilina: Cimbro Gabinio, Lucio Estatilio, Léntulo y Cetego.

Acto seguido, Cicerón consultó con el pretor Gayo Sulpicio si habían armas en la casa de Cetego, y por supuesto, las habían por montones. Luego interrogó a Volturcio (un amigo de Catilina) para que declarara que se tenía entre manos. Volturcio confesó que Catilina planeaba quemar la ciudad y atacar la infantería de Roma para hacerse con el poder. 

Además, Volturcio reveló las tablillas en donde Léntulo, Cetego y Estatilio prometían hacer de todo para llevar sus acometidos en contra de Roma.  

Después de los agradecimientos a Marco Tulio Cicerón, Lucio Flaco y Gayo Pomptino, el Senado declara bajo custodia a todos los involucrados en la conjura. 

Agradecimientos

Posteriormente, Cicerón después de un largo discurso, en un signo de modestia, pide a su audiencia que no se le agradezca a él, sino que a Júpiter quien es el que ha salvado la república de dichos conspiradores. 

CUARTA CATILINARIA

Una vez que los conspiradores están en prisión, una cuestión nueva viene a la palestra pues ¿qué hacer con ellos? Corren rumores de que estos condenados han llamado a sus familiares y amigos para atacar la cárcel y ponerlos en libertad. Cicerón se quiere adelantar y llama a los senadores en el templo de la concordia para decidir qué hacer con estos. 

Julio César optaba por la vía de la clemencia, e incluso logró convencer a varios de los senadores para que no los ejecutaran. Es en este momento en que Cicerón pronuncia su cuarta catilinaria. 

Las opiniones de Silano y César

Cicerón apela a las ya tomadas decisiones que hizo el Senado con condenar a estos a una custodia. Se elogió a Cicerón por descubrir esta conspiración y por lo tanto se debería proceder bajo la lógica de no liberarlos. 

Hasta el momento hay dos decisiones claras: una es la de Décimo Silano, quien opina que deben ser castigados con la muerte; y Julio César quien dice que se deben castigar, pero no con la muerte

Silano: No pueden estar ni un minuto más respirando el aire de los romanos. 

César: La muerte es una capacidad de los dioses inmortales para hacer descansar al individuo de las fatigas y dolores. Es por eso que deben seguir viviendo castigados (exiliados y sus bienes confiscados) porque de lo contrario, si se matan significaría que descansarían. 

Cicerón se inclina más por la opción de Silano, ya que el delito que han cometido los secuaces de Catilina, pueden volverlo a cometer estando libres gracias a sus influencias. Los romanos podrían estar en una nueva crisis. 

Probablemente, al estar liberados de la muerte podrían cometer nuevos crímenes y conspiraciones con la república. Cicerón pronuncia su discurso con una actitud tal, que hace que los senadores voten a favor de la pena de muerte para los conspiradores. 

Conclusión

Al fin se ven dos oradores romanos excelentes en el Senado, Marco Tulio Cicerón y Julio César. Los argumentos de César no fueron los suficientes para no condenar a los conspiradores de Catilina, si bien esto le otorga otro crédito de prestigio a Cicerón, también le da un título de enemigo a los ojos de los populares. Más adelante veremos cómo nuestro orador paga muy caro el que se haya condenado a estos secuaces de Catilina. Será tanto así que no será capaz de hacer nada para evitarlo. En fin, es uno de los discursos más memorables que tenemos de Marco Tulio Cicerón


miércoles, 2 de marzo de 2016

Marco Tulio Cicerón - De Lege Agraria (Sobre la Ley Agraria) (63 a. C.).

Este discurso sucede a In Toga Candida, pues Cicerón ya está actuando como cónsul en la República Romana. El espectro político estaba dividido en dos partidos con propósitos totalmente opuestos: los demócratas y los optimates. Los optimates tenían la victoria de tener a Cicerón como cónsul, pero los demócratas no se quedarían de brazos cruzados y tratarán de obstaculizar el desempeño del orador. La situación es difícil pues los campesinos dejaron de trabajar en los campos y se instalan en Roma improductivamente; principalmente, esta es una de las razones por las que se propone una ley agraria: mejorar las condiciones del campo para que no exista la necesidad de dirigirse a la ciudad. Veamos lo que tiene que decir el orador más grande de la Antigua Roma. 

Referencias:

(1) Quiere decir la división de tierras después de una guerra o conflicto en la Antigua Roma.
(2) Tenían funciones tanto judiciales como religiosas y reemplazaron a los cónsules. 

DE LEGE AGRARIA
SOBRE LA LEY AGRARIA


PRIMERA PARTE

Lineamientos generales

Una comisión de diez magistrados junto con algunos secretarios y auxiliares serían los responsables de dividir el ager publicus(1). Lo que quiere decir esto es que las tierras que fueron adquiridas luego de las guerras, serían divididas por un grupo de magistrados y además decidirían cuántas serían privadas y cuántas serían públicas. También podrían venderlas o arrendarlas como estimaran conveniente. Con el dinero de las tierras vendidas los campesinos podrían comprar tierras cultivables. 

Cabe destacar que esta ley ha sido propuesta por un tribuno de la plebe llamado Publio Servilio Rulo. 

Objeciones a la ley


Cicerón apunta a que el interés de una reforma agraria no radica en el bienestar de los campesinos, sino más bien en la adquisición de dinero y control sobre los territorios. Estos magistrados que se nombrarán controlarán el patrimonio y se lo entregarán a los invasores ¿para qué? para conseguir dinero. 

Todos los territorios adquiridos en Hispania, África, Corinto y Macedonia serían vendidos, arrendados o subastados después de todo el trabajo que costó conseguirlos. No se debe olvidar los territorios ganados en el Ponto gracias a Pompeyo contra el rey Mitrídates. Estos decenviros(2) se quedarán con el dinero recaudado de las ventas y cumplirán todas sus ambiciones. 

Los intereses de Rulo

Rulo es uno de los primeros interesados en que la ley agraria se lleve a cabo. Su suegro Valgio quería deshacerse de unos terrenos que había adquirido con las proscripciones y concesiones de Sila, vendiendolos a quien pudiera comprarlos; Rulo lo haría y se quedaría con ellos. 

Las tierras que los decenviros y Rulo quieren vender son las tierras que abastecen a Roma de todos los recursos que tiene. 

SEGUNDA PARTE

Ley Agraria y las intenciones de Rulo

Primer artículo

Uno de los primeros artículos de la ley agraria pretende que los decenviros serán elegidos por el voto de diez y siete tribus. Por lo tanto, quien obtuviera nueve votos de las tribus será decenviro y podrá manejar las tierras. Esto representa una injusticia y reduce el número de elegir decenviros para la pueblo, puesto que las tribus son 35 y no diez. La libertad quedaría restringida a un pequeño número de ciudadanos. 

Contra Rulo

Por lo demás, quien presidiría los comicios sería el mismísimo Rulo. De esta forma, Rulo tendría el poder absoluto en la ley agraria para hacer y deshacer las cosas que él quiera; de hecho, si es así, el mismo Rulo podrá sortear las tribus que él quiera. 

En ese caso, sería mucho más prudente elegir a alguien con mucha más experiencia y honor como Gneo Pompeyo. Ya habíamos visto en su otro discurso a la Ley Manilia que Pompeyo era el general ideal para comandar los asuntos de oriente, no sólo por su trayectoria militar, sino que también por su prudencia y templanza en los asuntos de la República. 

Impunidad


La impunidad que tendría Rulo al aprobar la ley agraria no tendría límites. Podrá juzgar sin tribunal las tierras entregadas y podrá hacer con ellas lo que quiera, aparte de obtener grandes sumas de dinero por aquellas. 

Podrán juzgar por sobre los cónsules y los pretores por cinco años, mientras que a ellos nadie podrá juzgarlos. Los precios de las tierras los pondrán ellos (los decenviros de Rulo) y podrán venderlos a quienes quieran. Junto con esto, no solo las tierras les pertenecerán, sino que también los esclavos y libertos que estén en ellas. Apenas tengan el poder de quedarse con los territorios se establecerán como colonos. 

Además, al conceder dicho poder mediante la ley agraria, lso decenviros tendrán la posibilidad de modificar y falsear los registros públicos de la ciudad. Sería un daño para la república vender y arrendar las tierras recuperadas con tanto esfuerzo en las guerras ganadas por Pompeyo.

Complot contra Pompeyo

Un efecto indirecto que tendría esta ley sería dejar fuera de toda jurisdicción a Gneo Pompeyo. Todos los tributos que gane Rulo de esta ley serán los de Pompeyo y le serán arrebatados los mandos supremos. 

TERCERA PARTE

Es esta parte, Cicerón se encuentre con un público diferente, un público que pareciera ser contrario a él y que se manifiesta en medio del discurso. Después de su último discurso se empezaron a correr rumores de que Cicerón no quiere que se le den tierra a los campesinos, pero la verdad es que detrás de la ley hay otros intereses como los nombrados en la segunda parte. 

Las tierras que fueron recuperadas en el mandato de Sila las habitan algunos aristócratas de Roma, según la ley agraria serían entregadas a los campesinos, pero la verdad es que serían entregadas a Rulo y éste les daría en propiedad dichas tierras a esos aristócratas. 

Conclusión

El debate terminó favorablemente para Cicerón, pues la inverosimilitud de los actos bondadosos de Rulo no podía sostenerse más. Vemos por otro lado la puesta a favor de Pompeyo en casi todos los casos. Ambos pertenecían al partido optimate y era normal que los dos se apoyaran mutuamente contra el partido popular. Rulo y sus adherentes necesitaban restarle poder a Pompeyo sobre los territorios ganados, querían adquirir algún poder y apuntar al hecho de una crisis agraria era el momento perfecto para instalar una reforma. Afortunadamente para Pompeyo y Cicerón, nada pudo hacer Rulo frente a la elocuencia del orador romano.